jueves, 22 de abril de 2021

Untold 02

 

Disclaimer: Ningún Arashi es mío, por suerte para ellos o no estarían de hiatus, solo de medio vacaciones en las que se pasarían el día haciéndose arrumacos y monerías e indecenc… ehm… digo… monerías, sí.

Pairing: Matsumiya, posiblemente leves toques de otros pairings

Género: vida cotidiana, romance, drama.

Notas: Capítulo dos por aquí, espero que os guste.


2017

 

-¿Hoy no está Sho?- preguntó Aiba, soltando su mochila descuidadamente al tiempo que se tiraba en el sofá.

-Hoy tiene una grabación- informó Jun, bajando la tapa del portátil-, y no te pongas tan cómodo, alguien me ha dicho que aún no te has aprendido los nuevos pasos así que ya estás moviéndote hacia el espejo. Hoy no te vas de aquí hasta que salgan per-fec-tos- anunció, pronunciando la última palabra sílaba a sílaba.

-¡Ah! Has sido tú, ¿verdad?- acusó con un puchero a Nino.

-Pues por increíble que parezca… ha sido Oh-chan- le respondió éste tranquilamente.

-¡Riida!- se quejó Aiba- Te dije que practicaría por mi cuenta.

-Dijiste eso las dos últimas veces y ayer seguías equivocándote- respondió Ohno con cara de no entender porque se molestaba.

-Vale de discusiones absurdas. Todos aquí- instó Jun, haciéndole un gesto a su coreógrafo asistente para que ocupara el sitio de Sho.

-No vamos a salir de aquí ni mañana- se quejó Aiba.

-Ah, ah, ah, habla por ti. Los demás nos sabemos nuestra parte. De hecho, yo me sé hasta la tuya- informó Nino con un encogimiento de hombros. 

Jun le dio al play y estuvieron repitiendo la canción tantas veces que perdieron la cuenta. Aiba había conseguido memorizar más de tres cuartos de la canción, así que Ohno propuso que se tomaran un pequeño descanso. No iba a servir de nada saturarlo, así que se sentaron en los sofás. De todas maneras, Aiba simplemente revisó su teléfono, contestó un par de mensajes, cogió una bebida y en poco más de cinco minutos volvió ante el espejo, a practicar solo como era costumbre en él.

Ohno se encogió de hombros y también se perdió en su teléfono. Parecía que Nino iba a hacer lo mismo pero cuando vio que Jun cogía uno de los libretos de guion se sentó en el reposabrazos de la butaca que el menor ocupaba.

-¿Memorizando tus líneas?- le preguntó.

-Sí. Siempre me cuestan un poco las escenas románticas. O sea, no recordarlas, si no conseguir transmitir lo que siente el personaje.

-No digas tonterías. He visto todos tus doramas románticos y siempre sabes expresar el sentimiento- le corrigió, dándole un par de cariñosas palmaditas en la pierna.

Jun le miró enarcando una ceja. No, nunca nada estaba suficiente bien para él, pero es que además aquella escena se le hacía complicada. Alguien que había estado enamorado de otra persona durante años y al reencontrarse afloraban de nuevo esos sentimientos que deberían estar olvidados… se quedó mirando a Nino, pensativo. ¿Eso era lo que sentía él cuando estaban juntos? Le había pedido hacía tiempo que nada cambiara entre ellos, pero quizás con eso lo único que conseguía era hacerlo todo más difícil, impidiendo que le pudiera olvidar. ¿Estaba siendo egoísta? La verdad, no pensaba mucho en la relación que tenían, pero siendo sincero, le gustaba sentirse especial para él. Seguramente eso era algo extraño. Lo que debería querer es que superase aquello y tuvieran una relación sana y normal de amistad. O quizás que Nino nunca hubiera sentido nada por él. Pero le dejaba una sensación demasiado cálida y agradable el saber que le quería, sus atenciones, sus caricias disimuladas, sus torpes intentos de aparentar que no sentía nada por él. Puede que solo estuviera alimentando su propio ego, pero sí, definitivamente le gustaba que Nino estuviera enamorado de él.

-Ojalá fueras una chica, Nino- murmuró sin ser apenas consciente de que lo decía en voz alta. Sí, todo sería mucho más fácil si fuera una chica. Una actriz, una compañera de rodaje con quien tuviera la misma conexión que tenía con él. Oh, eso solucionaría todos los problemas, sabía lo mucho que a las fans les gustaba fantasear con que lo que pasaba en la pantalla entre los personajes de un dorama pasaba también en la realidad…

-¿Qué diablos dices, J?- esta vez era Nino quien enarcaba una ceja, sin comprender para nada a que venía aquel comentario tan aparentemente sin sentido.

Fue en ese momento que Jun fue consciente de por donde había ido el hilo de sus pensamientos. Eso mismo se preguntaba él. ¿Qué diablos andaba diciendo? Carraspeó intentando centrarse.

-Quiero decir que… entonces podrías ayudarme a practicar estas líneas- dijo de manera totalmente convincente la primera excusa que se le ocurrió.

Nino se echó a reír de buena gana.

-Puedo ayudarte de todas maneras. Por eso se llama actuación, ¿sabes? Porque interpretas algo, aunque no sea verdad- le recordó divertido.

-Hum… supongo- replicó con aparente desinterés en el tema.

-Hagamos un trato. Tú me invitas a cenar y yo te ayudo a practicar- propuso Nino de buen humor.

-De acuerdo- respondió Jun, esbozando una pequeña sonrisa sin darse ni cuenta.

-Bien- murmuró Nino. A él la sonrisa le iluminaba por completo el rostro, sin ninguna clase de discreción- ¡Aiba-chi!- llamó a su amigo, poniéndose en pie lleno de energía-, venga, que te ayudo con la coreo- propuso repentinamente entusiasmado.

Jun negó con la cabeza, sin perder la sonrisa. Mira que era fácil de alegrar…

Al final Aiba acabó memorizando sus pasos mucho más rápido con la ayuda de Nino así que lograron salir de la agencia poco antes de la hora de cenar. Aiba salió de la ducha y se despidió a toda velocidad porque tenía una cita, Nino también acabó en seguida y dijo que esperaría a Jun en la sala, todos sabían que seguramente videojuego en mano. Ohno había terminado hacía rato y aunque podría haberse ido, se entretuvo haciendo tiempo tontamente mientras esperaba a que Jun acabara de arreglarse. Desde luego era el único que dedicaba tanto tiempo a su aspecto físico cuando no iba a nada más que a una cena informal.

-¿Sigues aquí?- preguntó Jun cuando se dio por satisfecho con su pelo y se giró para coger sus cosas.

Ohno asintió, ladeando levemente la cabeza, indeciso durante unos segundos hasta que al final se decidió a hablar.

-¿Puedo preguntarte algo, Jun?- murmuró Ohno.

-Claro Riida- le aseguró el menor con una sonrisa confiada.

-¿Estás enamorado de Nino?- preguntó sin más. Hacía tiempo que tenía aquella vaga impresión, pero había sido esa tarde, mientras los dos charlaban sobre la nueva película de Jun, cuando se había convencido de ello. Eran tantos los pequeños detalles que le delataban... desde el modo especial en que le consentía sin darse ni cuenta hasta la sonrisa distraída que se le dibujaba cuando Nino proclamaba sin disimulo su felicidad por pasar tiempo con él. Y aquel triste "ojalá fueras una chica" que le había salido del alma, aunque luego lo hubiera intentado disimular...

La pregunta le cayó a Jun como un jarro de agua fría, helándole la sangre en las venas. No, eso era algo que no podía ser... era algo que ni si quiera se quería plantear. Porque la respuesta era demasiado triste. Pero no se sentía capaz de mentir a Ohno, a quien le tenía un cariño especial. Así que cerró los ojos y se obligó a enfrentar esa realidad que tanto había intentado esquivar.

-Es posible que sí- dijo en un murmullo apenas audible, mirándole al fin. Ohno enarcó la ceja derecha en una mueca, al parecer nada contento con su ambigua respuesta-. Estoy seguro de que sí- se corrigió con un suspiro.

-¿Y se puede saber por qué diablos no estáis juntos?- le reprochó, quizás algo demasiado molesto. Pero es que era un secreto a gritos lo enamoradísimo que Nino estaba de Jun.

-Por... esto- Jun levantó una mano y giró el dedo índice a su alrededor, como queriendo señalar todo lo que les envolvía-. Por la agencia, por la imagen pública... porque somos Arashi, Satoshi- le explicó sin ocultar la tristeza que eso le causaba-. ¿Crees que la sociedad lo aceptaría? ¿Crees que hay alguna posibilidad de que podamos estar juntos? ¿Algún lugar donde nos permitan ser felices?- le preguntó, sintiendo como con cada pregunta crecía más la herida que parecía dispuesta a desgarrarle el alma.

Ohno se quedó absorto en sí mismo durante unos segundos, pensando en todo aquello con aspecto preocupado y serio.

-No- contestó al fin, con la misma tristeza en la voz.

Ese era el peso de ser un Arashi, tuvo que admitir Ohno. Sí, ser parte del grupo era una de las mejores cosas que le había pasado, y le había dado momentos de felicidad que no cambiaría por nada, pero también les había arrebatado mucho... amistades que se perdían por el camino, tiempo para ellos mismos, la posibilidad de una vida normal, y ahora parecía que incluso les arrebataba el amor... a veces parecía demasiado. Por mucho que ser Arashi fuera sus vidas, el precio a pagar a veces resultaba demasiado alto.

-Seguro que podemos hacer algo- musitó Ohno, negándose a aceptar que tuvieran que sacrificarse así-. Quiero hacer algo... por vosotros dos- no quería ver sufrir a dos amigos a los que se quería tantísimo, tenía que haber una manera de que todo saliera bien.

-¿Puedes cambiar la forma de pensar de la sociedad japonesa?- preguntó Jun con amarga ironía.

-No...

-Entonces no hay nada que podamos hacer- le aseguró el menor, con mirada resignada de alguien que desea lo que nunca podrá tener.

Ohno se quedó parado allí, con aspecto totalmente perdido, desvalido y frágil. Tenía los párpados y los labios apretados en un esfuerzo por contener aquella frustración con la que a duras penas podía lidiar. Jun suspiró y salvó los pocos pasos que le separaban de él para darle un cálido abrazo.

-No pasa nada, Riida, ya lo sabía- le tranquilizó-. Ya sabía que no hay opciones para nosotros dos...

-Pero... no es justo- sollozó Ohno, dejando al fin que el llanto saliera libremente, aferrándose con fuerza a la camiseta de Jun.

-Oye... ¿no debería ser yo el que está llorando?- le cuestionó con un pequeño atisbo de sonrisa.

-Deberías, pero tu orgullo no te va a dejar así que lloro yo por ti- le regañó entre sollozo y sollozo.

Jun sonrió algo más sincero esta vez. Ese cariño infinito que se tenían todos... los lazos que habían formado, pasando a ser más que compañeros de trabajo, más que amigos... eran una familia. Una familia a la que nunca podría decepcionar. Por eso tendría que cargar con aquello él solo, por eso debía seguir siendo el Matsumoto Jun perfecto e inalcanzable que el mundo deseaba ver. Ese que no podía permitirse amar a Nino, por mucho que quisiera.

Ohno dejó salir toda la frustración durante unos segundos más para finalmente apartarse de Jun y secarse las lágrimas con el dorso de la mano, mirándole muy serio.

-Va, no te quedes ahí parado como un idiota... Tienes a alguien esperándote, ¿no?- le recordó a Jun.

-Sí- le confirmó, apretándole cariñosamente un hombro-. Y Satoshi... Nino no puede saber nada. Esto sólo haría las cosas más difíciles para él- le pidió en tono de súplica.

-Sí, sí- le confirmó Ohno rodando los ojos hasta dejarlos en blanco. Ahí estaba el Jun de siempre, el que quería llevar el peso de todo él solo y no molestar a los demás-. Anda ve- le animó con un gesto, mirando con una mezcla de tristeza y cariño como se dirigía hacia la puerta-. Ah, y Jun...- esperó a que se girase para dedicarle una sonrisa cálida y confiada- encontraré una manera- le aseguró.

 

Continuará...