miércoles, 15 de agosto de 2012

No es una cita

Género: romance, vida cotidiana, shonen ai
Personajes:
Arashi
Parejas:
Matsumiya
Rating:
+13
Notas del Autor:
Una historia sencillita, pero personalmente me ha gustado. Espero que a vosotras también ^^


No es una cita

-Odio este programa- afirmó Jun, mientras intentaba colocarse el micrófono en la parte trasera del pantalón.

-Creo que te he escuchado decir eso de todos nuestros shows- puntualizó Sho, aparentemente divertido.

-Pero en verdad este es el peor…- masculló. Se dio por vencido con el micro, buscando con la mirada a alguno de los asistentes para que le echara una mano, aunque todos parecían bastante ocupados ultimando los preparativos antes de que salieran a escena- No quiero volver a caer al agua, de ninguna manera- aseguró, resoplando algo molesto. No sabía quien había tenido la “brillante” idea de lanzar al perdedor del Mote Arashi, Dame Arashi en una piscina llena de bloques de hielo, pero desde luego le diría muy a gusto algunas palabras.

-No te preocupes que seguro que lo haces bien- le tranquilizo Nino, mientras le daba unas palmaditas de ánimo en el hombro-. Anda déjame colocarte esto- pidió, cogiéndole el micrófono y poniéndoselo bien.

De alguna manera las palabras de Nino consiguieron calmar un poco su mal humor, así que cuando el director les dio paso a escena Jun pudo mostrar la mejor de sus sonrisas. Tras la breve presentación empezaron las preguntas sobre temas sentimentales, y Jun había perdido la cuenta sobre cuántas veces habían contestado la primera de ellas: ¿Dónde llevarías a tu chica en vuestra primera cita? Cuando las pantallas ubicadas sobre ellos mostraron sus respuestas, resultó que tanto Jun como Nino habían escogido ir a un parque de atracciones.

-Vaya, hemos contestado lo mismo- observó Nino- ¿Deberíamos ir juntos?- inquirió con una sonrisa ladeada, para luego guiñarle un ojo provocando el griterío general.

-Deberíamos. Tengamos una cita la próxima vez- se mostró de acuerdo Jun, para deleite del público. No era muy dado a ofrecer fanservice, pero con Nino se sentía tan cómodo que a menudo le seguía el juego sin darse cuenta.

Las fans volvieron a gritar, las comediantes se pusieron a hablar todas a la vez tan atropelladamente que fue imposible entenderlas y Aiba afirmó con absoluta inocencia que él también quería ir. Después de eso el presentador pasó a cuestionar la incomprensible respuesta que había dado Sho, y Jun no volvió a pensar en aquel Dame Arashi. Al menos hasta varios meses después.

Había terminado de rodar algunas escenas al aire libre para su nuevo dorama, que precisamente transcurrían en un parque de atracciones. El director estaba dando algunas indicaciones sobre las escenas que grabarían al día siguiente cuando el propietario del parque se acercó hasta ellos. Quería agradecerles la publicidad indirecta que hacían de su negocio ofreciéndoles algunas entradas, así que fue acercándose a los distintos miembros del reparto y entregándoles los tickets personalmente.

-¿Podrían ser cuatro para mí? Me encantaría venir con unas amigas- dijo Satomi, su compañera sentimental en el dorama, con la mejor de sus sonrisas.

-Por supuesto- dijo el hombre, justo antes de girarse hacia él- ¿Y usted, Matsumoto-san?- inquirió.

Fue en ese momento que le volvió a la cabeza el Dame Arashi. Sonrió para sí mismo, mientras pensaba que podía ser divertido pasar allí el día con Nino.

-Dos por favor- pidió con una leve reverencia.

-Así que alguna afortunada chica tendrá una cita con Matsumoto Jun- le picó Satomi en cuanto se quedaron a solas.

-No es una cita, vendré con un amigo- corrigió a su compañera, sin darle más importancia.

Satomi enarcó una ceja, dudando claramente de su respuesta. Y es que la sonrisa que se había dibujado en sus labios cuando pensaba en quien iba a llevar no parecía para nada la que se dedica a una amistad.

-No es una cita- aseguró, guardando las entradas en su cartera y dirigiéndose hacia su camerino.

---

Jun entró en la sala de ensayo de evidente buen humor. Le gustaban las tardes de los jueves. Las tenían reservadas para las actividades musicales del grupo, así que la pasaban tranquilos en la agencia, repasando las coreografías, practicando las canciones en el estudio o simplemente planeando sus próximas actuaciones. Y raramente terminaban el trabajo más tarde de las nueve, lo que era todo un logro.

Dejó su bolsa a un lado mientras daba un vistazo a la estancia. Riida estaba dormitando en el sofá, Sho leía el diario sentado en la esquinita que quedaba libre y Aiba daba saltitos de un lado a otro, suponía que calentando antes de ponerse a ensayar.

-¿No ha llegado Nino?- preguntó.

-Ha llamado hace un rato a la agencia. Llevan retrasado el capítulo del dorama que se emitirá esta semana y se quedará toda la tarde en el set- informó Sho, dejando el periódico a un lado y mirando a Ohno, preguntándose si debía despertarlo o no.

-Oh- fue todo lo que dijo Jun.

-¿Y esa cara de decepción?- cuestionó Sho.

-Es que ayer me dieron unas entradas para el parque de atracciones y como esta semana coincidimos en nuestro día libre iba a preguntarle si me quería acompañar- explicó, encogiéndose de hombros para quitarle importancia.

-Oh, así que al final tendréis una cita- bromeó Sho, riendo levemente de su propio comentario. Se decidió a levantar finalmente a Ohno así que le sacudió por el hombro con suavidad.

-No es una cita- repuso Jun, frunciendo levemente el ceño. ¿Por qué diablos iba a tener una cita con Nino?

-¿Qué pasa con una cita?- murmuró Ohno, abriendo un ojo y bostezando adormecido.

-Que Jun va a invitar a Nino a una cita- explicó tranquilamente Aiba, como si fuera de lo más normal.

Jun le fulminó con la mirada. Ya era bastante malo su peculiar modo de entender las cosas, pero que encima lo fuera proclamando como si fuera verdad rozaba el límite de su paciencia.

-Ah, ya era hora- afirmó Ohno, levantándose con pereza.

-Que no es una cita- corrigió Jun, empezando a estar cansado de escuchar tantas veces la maldita palabra- Es simplemente porque me han regalado algunas entradas y Nino dijo la última vez que quería ir. ¿Y qué diablos significa que ya era hora?- gruñó.

-Pero Aiba también dijo que quería ir y no lo llevas contigo, lo que lo convierte de alguna manera en una cita, ¿no?- intervino entonces Sho, mirándole de manera traviesa.

Jun resopló molesto, cogiendo un CD de la estantería y poniéndolo en el reproductor. ¿Por qué se aliaban todos para fastidiarle de esa manera? La verdad es que cuando le ofrecieron las entradas, Aiba ni siquiera se le había pasado por la cabeza, pero eso no tenía nada que ver.

-No es una maldita cita, ¿de acuerdo?- refunfuñó antes de darle al play, intentando ignorar las risas de sus compañeros.

Esa noche llegó a casa sobre las diez. Se preparó algo rápido de cena y luego se sentó a ver la tele en el sofá. Estaba jugueteando distraído con el móvil en sus manos cuando finalmente se decidió a llamar. La verdad era que siempre le llamaba los días que no se veían, aunque fuera para algo tan tonto como preguntarle qué tal le había ido el día o desearle buenas noches. Había cogido aquella costumbre cuando Nino estuvo rodando un par de meses fuera de la ciudad, después de que se quejara varias veces de que se sentía solo sin el resto del grupo, y ya no había dejado de hacerlo nunca. El teléfono sonó dos veces antes de que Nino respondiera animado.

-¿Habéis podido terminar el rodaje?- inquirió Jun.

-Ha sido duro y agotador, pero he conseguido rodar todas mis escenas. No estaba dispuesto a dejar escapar mi día libre- afirmó.

Jun asintió con la cabeza. Ya se lo imaginaba, cualquiera de ellos prefería quedarse en el trabajo hasta las tantas que sacrificar uno de sus escasos días de fiesta.

-Lo suponía… Entonces… ¿te apetece quedar mañana? En el trabajo me han dado unas invitaciones para el parque de atracciones- ofreció con naturalidad.

-Uhm, no sé, no sé… La verdad es que tenía un plan irresistible para mañana- se excusó Nino, haciéndose el interesante- Pensaba quedarme todo el día encerrado en casa hasta pasarme mi nuevo videojuego- añadió, sonriendo traviesamente.

-Eso no es un maldito plan- se quejó Jun- Te pasaré a recoger a las diez- decidió, y sin molestarse en esperar respuesta colgó.

Nino rió divertido mientras escuchaba el tono de fin de llamada. Se levantó del sofá, apagando la videoconsola y guardándola con cuidado en un cajón. Al parecer el juego iba a tener que esperar.

---

Nino estaba sentado en el portal de su apartamento, jugando distraído con su DS, cuando escuchó que tocaban el claxon dos veces. Levantó la vista y comprobó que efectivamente se trataba de Jun. Guardó la partida y metió el aparato en su bolsa.

-Llegas tarde- protestó mientras subía al coche, fingiendo estar enfurruñado, para acto seguido dedicarle a Jun una sonrisa radiante.

-Lo siento, apagué el despertador y no me he vuelto a levantar hasta media hora después- se excusó Jun, poniendo el coche en marcha.

-Entonces la próxima vez definitivamente te quedarás a dormir en mi casa- decidió Nino.

Llegaron al parque de atracciones y empezaron a curiosear por los alrededores, intentando decidir donde subir primero. Antes de que Jun se diera cuenta se había pasado más de medio día entre risas, bromas y alguna que otra molesta idea de Nino. Jun pensó que podría pasar todos sus días libres así, haciendo cosas normales con él. La próxima vez tal vez podría pedirle que le acompañara a aquella exposición que hacía tiempo que quería visitar. O podían escaparse juntos y pasar un día de relax en aquel onsen del que tan bien hablaba Sho, o ir a aquel restaurante que tanto le gustaba a Riida y que siempre insistía en que tenían que probar. O simplemente quedarse todo el día en casa jugando a videojuegos y viendo pelis hasta que se les hiciera tan tarde que acabarían por quedarse dormidos en el sofá y amanecieran al día siguiente tirados en el suelo, hechos un ovillo y acurrucados el uno contra el otro intentando darse algo de calor, como les había pasado la última vez. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta de las chicas que hacía un rato que revoloteaban a su alrededor hasta que Nino se lo hizo notar.

-Me parece que se nos ha acabado la tranquilidad- dijo el mayor, suspirando resignado e inclinando levemente la cabeza cuando las chicas empezaron a señalarles con descaro.

Suponía que lo más rápido sería saludarlas y pedirles discreción. Estaba a punto de proponerlo pero la reacción de Jun le dejó con la palabra en la boca. De pronto se encontró con su mano entrelazada con la de él, que empezó a correr hacia la intersección de la derecha a toda velocidad. Pasaron por delante del cartel que indicaba las atracciones cercanas y Jun se paró sólo el segundo necesario para ubicar lo que estaba buscando. Un par de minutos después le empujaba al interior de uno de los edificios, colocándose detrás de la única pareja que esperaba su turno para subir.

-No voy a escaparme J- aseguró Nino, observando divertido como su compañero tomaba grandes bocanadas de aire después de la improvisada carrera.

A Jun le tomó unos segundos darse cuenta de porque lo decía. Todavía mantenía la mano de Nino fuertemente sujeta entre la suya, consiguiendo que el empleado de la atracción les mirase de reojo una y otra vez. Le soltó de inmediato, completamente avergonzado y murmurando algo ininteligible que a Nino le pareció una disculpa.

La pareja de delante de ellos ya había entrado así que cuando llegó el siguiente vagón el empleado les indicó que podían subir. Nino miró a su alrededor con algo de aprehensión y finalmente se sentó en el carro, sujetándose fuertemente a la barra.

-No soy bueno en las casas del terror- anunció Nino a media voz en cuanto empezaron a moverse. No alcanzaba los extremos ridículos de Aiba o de Sho, pero tampoco era ningún secreto que no lo pasaba nada bien.

Jun no respondió nada. Él tampoco era un gran aficionado pero era la única manera segura de poder seguir tranquilos, al menos un rato más. Dio un bote en el asiento cuando las luces parpadearon varias veces y dejaron ver una figura fantasmagórica, aunque nada comparado con el grito ahogado que soltó Nino ni con la manera en que éste se había aferrado con ambas manos al borde de su camiseta, buscando la seguridad de su contacto. Jun sonrió de medio lado y le pasó el brazo por los hombros, apegándolo contra él. Nino le miró de reojo, separándose algo enfurruñado, pretendiendo no estar asustado. Pero en cuanto los siguientes actores hicieron su aparición Nino enterró la cabeza contra el hombro de Jun, decidido a no ver nada más hasta que salieran de allí.

Jun pensó que si Nino fuera una chica, aquel gesto le hubiera parecido completamente adorable. De hecho debía parecérselo de todas maneras, porque su corazón se había acelerado y estaba más que seguro que no tenía nada que ver con el miedo. El vagón se puso en marcha y Jun se dijo que si estuviera allí con una chica, sin duda aprovecharía ese momento para besarla. Se preguntó cómo sería sentir el tacto de los labios de Nino. Parecían suaves y mullidos, y seguro que sería totalmente diferente de besar a una chica. Nino no se estaría para nada quieto ni le dejaría hacer, querría explorar hasta el último rincón de su boca y no le dejaría ir hasta sentirse satisfecho. Por un segundo, sólo una fracción de segundo, estuvo tentado a comprobarlo, pero entonces se dio cuenta de qué estaba pensando y lo apartó rápidamente de su cabeza. La culpa era de Riida, de Aiba y de Sho, que se habían pasado toda la maldita tarde bromeando sobre su supuesta cita con Nino y ya no sabía ni que pensar.

El resto de la tarde transcurrió sin más incidentes y pudieron disfrutar con tranquilidad de las atracciones hasta que los altavoces empezaron a anunciar que era hora de cerrar. Nino se encaprichó de ir a cenar a una hamburguesería y a Jun no le quedó más remedio que ceder, por lo que ya estaba bien entrada la noche cuando aparcó frente al apartamento del mayor.

-Ha sido divertido, creo que deberíamos repetir- dijo Nino, dedicándole una amplia sonrisa.

-Yo también lo he pasado bien. Nos vemos mañana en el estudio- se despidió.

Nino frunció los labios y le miró durante largo rato, pero finalmente asintió y le deseó buenas noches. Puso la mano sobre la maneta de la puerta, dispuesto a salir. Incluso llegó a abrir, pero antes de bajar cerró de nuevo y se volvió para mirar a Jun.

-Deberías besarme ahora- le susurró Nino, tras pensarlo durante varios segundos.

-¿Qué?- preguntó Jun, que no creía haber escuchado bien.

-Se supone que esto es una cita, ¿no? Deberías besarme antes de dejarme en casa, o podría no darme por enterado de tus intenciones- afirmó, ladeando una sonrisa traviesa.

-No es una ci…- empezó a decir Jun- Bah- desistió. ¿A quién diablos pretendía engañar? Era absurdo intentar negarlo cuando al parecer resultaba tan obvio para todo el mundo.

Desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó hacia el asiento de Nino, sintiendo como se le aceleraba el corazón cuando éste cambió su sonrisa juguetona por una más cálida y sincera. Se detuvo a escasos centímetros de él, llevando una mano hasta su sien, apartando los mechones que le caían rebeldes sobre la cara. Se acercó un poco más y pudo sentir como la respiración de Nino se aceleraba levemente, como se humedecía los labios de manera inconsciente, anticipando el momento. Se armó de valor y acortó la distancia que les separaba. Fue un roce lento y sutil en el que pudo sentir la suavidad y la calidez de los labios de Nino, que se ladearon levemente para acomodarse a los suyos. Durante unos segundos ninguno de los dos se atrevió a moverse, pero entonces Nino entreabrió levemente la boca, invitándole a pasar. La lengua de Jun no se hizo de rogar y Nino dejó escapar un suave gemidito al sentir el húmedo contacto.

Aquel sonido erizó la nuca de Jun y se llevó cualquier rastro de duda que le pudiera quedar. Sus lenguas se entrelazaban sin descanso y peleaban por introducirse en la otra cavidad, enredadas en un beso que parecía no tener fin. Las manos de Nino se habían decidido a explorar y se habían colado bajo su camiseta, acariciando su espalda, provocándole mil y un escalofríos y ganas de más. La falta de aire les obligó a separarse para respirar entrecortadamente, y Jun podía notar como su pecho subía y bajaba intentando recuperar un ritmo normal. Volvió a su asiento, mientras se decía que si seguía así iba a acabar mal.

-Creo que debería volver a casa por hoy- murmuró Jun-. Ya se ha hecho bastante tarde y todavía me queda un buen rato de conducción.

Nino le contempló en silencio, sin estar seguro de lo que quería decir. ¿Era una manera educada de escapar de allí?

-¿Quieres… quedarte a dormir?- ofreció, dubitativo.

Jun negó con la cabeza, con la vista fija en el frente, sin atreverse a mirar a su compañero.

-No estoy seguro de poder controlarme si me invitas a subir- murmuró avergonzado.

La risa de Nino, alegre y cristalina, inundó todo el lugar.

-No soy una chica J, no hace falta que te preocupes por ese tipo de cosas- le tranquilizó.

Pero Jun negó con la cabeza, obstinado como él solo. Por un segundo creyó que Nino iba a protestar pero finalmente se rindió.

-Está bien… pero la próxima vez escojo yo donde tendremos la cita. Y no quiero quejas si es en mi casa- advirtió en un ronroneo seductor.

Jun tragó saliva y asintió sumisamente con la cabeza. Y es que… ¿Qué otra cosa podía hacer?

miércoles, 8 de agosto de 2012

Entiéndeme 12

Notas de autor: Y llegamos al final del fic. Por esta vez dejo las notas para el final, no sin antes recordar que este fanfic contiene lemon.


Capítulo 12

-¿Qué?- inquirió Sho, mirando a Ohno totalmente perdido.

-Que si te avergüenzas de mí- volvió a preguntar, sin un parpadeo.

-Por supuesto que no, Satoshi… No entiendo nada de lo que estás diciendo- se exasperó al ver la seriedad con la que le miraba el mayor.

Ohno suspiró y entró en la habitación, sentándose en el sofá que había en un lateral. Sho se apresuró a seguirle, cerrando la puerta tras él y ocupando el espacio que quedaba junto a Satoshi. Al ver que éste no parecía dispuesto a levantar la vista del suelo le tomó de la mano y la apretó entre la suya, consiguiendo que girase la cabeza hacia él de manera inconsciente.

-¿Qué te ha llevado a pensar esa tontería?- inquirió Sakurai.

Ohno pareció pensárselo muy bien antes de contestar. Cuando al fin habló, lo hizo en un susurro, con la mirada apagada y un aire de derrota que caló hasta los huesos de Sho. Definitivamente no iba a permitir que Satoshi volviera a sentirse así, sin importar qué o a quién tuviera que enfrentar.

-Porque… no te ha importado besar a Jun en medio del pasillo del hotel, pero siempre que yo intento acercarme a ti en público alegas que cualquiera nos podría ver y no me lo permites- explicó, intentando sonreír para restar importancia a cuanto le lastimaba aquello.

-Satoshi por favor… estaba intentando ayudar a esos dos idiotas- no necesitó aclarar que se refería a Nino y a Jun-. Si hubiera esperado a estar en la habitación, Nino no nos hubiera visto y no habría servido para nada.

Satoshi asintió con la cabeza, bajando de nuevo la mirada.

-Lo sé pero… Te has pasado media vida ofreciendo fanservice con Aiba y nunca te ha preocupado donde o cuando os puedan ver- dijo, desviando de nuevo la mirada. Quizás se estaba comportando como un crío pero se sentía tan inseguro de su relación que no lo podía evitar. Sho había aceptado sus sentimientos pero de una manera tan vaga que ni siquiera sabía porque lo había hecho. ¿Realmente quería estar con él o sólo tenía miedo de herirle si le rechazaba? ¿Se sentía incómodo al pensar en tener una relación íntima con él y por eso siempre mantenía aquella prudente distancia?-. Así que… sólo puedo pensar que es porque soy yo- finalizó.

Sho contuvo un suspiro, empezando a ver por dónde iba el hilo de sus pensamientos.

-Tienes razón, es porque eres tú…- confirmó con seriedad. Casi pudo notar como el corazón de Satoshi se encogía ante su respuesta- Es porque estoy tan estúpidamente enamorado de ti que pienso que cualquiera que nos vea enseguida se va a dar cuenta- confesó. No sabría decir cómo había pasado o desde cuando albergaba esos sentimientos, pero todo lo que había sucedido últimamente entre los dos le había hecho darse cuenta de que hacía mucho que era así-. Y tenía miedo de admitirlo abiertamente por todo lo que algo como eso puede cambiar. Pero ya no dudaré más, así que…- colocó una mano en el mentón del mayor, obligándole a alzar la cabeza para mirarle directamente a los ojos- tú tampoco dudes de mí- le rogó.

Ohno asintió con la cabeza, intentando apartarse un poco de él para que no se diera cuenta de cómo esas palabras habían conseguido acelerar los latidos de su corazón. Pero Sho no estaba dispuesto a dejarle ir tan fácilmente así que se movió ágilmente para sentarse a horcajadas sobre él, apoderándose de la boca de Satoshi, besándole tan lentamente que el mayor pensó que podría derretirse en ese mismo instante. Suspiró cuando la lengua de Sho se abrió paso en su boca, explorando sin prisas cada rincón mientras sus manos le sujetaban suavemente de las mejillas, impidiéndole huir, tomándose su tiempo para degustarle. Cuando finalmente Sakurai accedió a romper el beso apoyó su frente en la de Ohno, dejando que su aliento acelerado chocara en una cálida caricia contra los labios del mayor.

-Y este es otro de los motivos por los que no quería acercarme demasiado a ti- murmuró Sho un tanto avergonzado.

-¿Eh?- inquirió Ohno, completamente perdido.

Sho rió levemente y apretó su pelvis contra Satoshi, dejando que éste sintiera la dureza que empezaba a hacer presión en su pantalón.

-Oh- musitó Satoshi al caer en la cuenta, haciendo el intento de llevar una mano hasta la erección del menor, deteniéndose a medio camino un tanto dubitativo y colando finalmente la mano en el interior del pantalón.

-Satoshi…- jadeó entrecortado al notar la caricia por encima de su ropa interior.

Era raro ver a Riida tomar la iniciativa y sin embargo allí estaba, deslizando sutilmente los dedos por toda su erección mientras su lengua reseguía la curvatura del cuello de su amante, subiendo por el mentón en busca de su boca. Sho cerró los ojos, dejándose llevar por las mil sensaciones que recorrían su cuerpo conforme el mayor iba sintiéndose más seguro y sus caricias se volvían más intensas. Tuvo que reprimir un gemido cuando Ohno se atrevió a colar las manos bajo su ropa interior y pudo sentir finalmente el contacto de su piel. Se le hizo imposible estarse quieto por más tiempo así que Sho deslizó las manos hasta la cintura de su compañero, buscando el borde de la camiseta y subiendo la prenda en una caricia por todo su cuerpo. Ohno se vio obligado a romper el beso cuando el menor tiró de su camiseta, decidido a sacársela.

-Vamos a la cama Satoshi- murmuró roncamente cuando sus ojos se cruzaron.

Éste asintió y le siguió en silencio, parándose al llegar junto a la cama sin estar muy seguro de que hacer. Sho rió al verle titubear y se sentó sobre el colchón, dando un par de palmaditas a su lado. Satoshi no se hizo esperar y tan pronto como le tuvo a su altura Sakurai se lanzó a besarle sin tregua. Antes de que Ohno se diera cuenta estaba tumbado sobre la cama, con Sho deshaciéndose una a una de sus prendas hasta que ambos estuvieron completamente desnudos.

-Hermoso…- susurró Ohno sin ser apenas consciente, mientras delineaba con las puntas de sus dedos el cuerpo del menor. Podría dibujar en un lienzo cada una de sus líneas y aunque pusiera todo su empeño no se acercaría jamás a semejante perfección.

Sho le arrancó de sus pensamientos artísticos al descender hasta su cintura y mordisquear la parte baja de su vientre, sonriéndole pícaramente al conseguir de nuevo su atención. Sin apartar la mirada de él empezó a acariciar la excitación del mayor, mientras sus labios aprisionaban uno de los endurecidos pezones y lo succionaban con suavidad. Ohno le regaló un coro de gemidos que le erizó la piel y le hizo darse cuenta de cuánto deseaba a ese hombre. Le miró con tanta intensidad que Satoshi se sintió enrojecer.

-¿Cómo…?- Sho se interrumpió, sin estar seguro de cómo lanzar la pregunta- ¿Dónde quieres estar?- inquirió.

-Me… me da lo mismo- respondió, desviando la mirada al ser plenamente consciente de lo que estaba a punto de pasar.

-Entonces deja que sea yo quien cuide de ti- ronroneó con su voz más seductora, antes de lanzarse a devorar sus labios.

Sus lenguas se buscaban una a la otra en medio de un beso que parecía no tener fin, mientras sus cuerpos parecían moverse solos necesitando el contacto de la otra piel. Fue en medio de aquella locura cuando Sho resiguió la curva del trasero de Satoshi y dejó que uno de sus dedos se deslizara a su interior. Un quejido escapó de los labios de Ohno, pero tan pronto como pasó la impresión del primer momento, se encontró moviendo sus caderas en busca de más. Sho colocó la mano libre sobre la pelvis del mayor, ralentizando sus movimientos, tomándose tiempo para que se acostumbrara a la intrusión. La expresión de placer en el rostro de Satoshi y los gemidos que a duras penas lograba reprimir fueron más de lo que podía soportar. Posicionó su erección contra él, y este no dudó en pasar las manos tras su espalda, aferrándose con fuerza a él, indicándole que estaba preparado. Sho se hundió lentamente en él, haciendo que Satoshi enterrase la cabeza en su hombro y apretara los labios conteniendo la respiración. Aguardó inmóvil, esperando alguna clase de señal.

-¿Es que... no vas a moverte?- preguntó Ohno en un susurro, con la voz tan cargada de excitación que Sho sintió un escalofrío subirle por la espalda.

Asintió tontamente mientras empezaba un vaivén deliciosamente lento, que fue ganando velocidad conforme Satoshi empezó a acompasar sus movimientos a los de él. Antes de que se dieran cuenta danzaban al mismo compás, y Sho podía sentir como se le erizaba la piel con cada uno de los suaves gemidos que escapaban de los labios de su amante. El ritmo de sus caderas y sus besos se había vuelto frenético, y Sho estaba dispuesto a jurar que la temperatura de la habitación había subido varios grados porque el ambiente era tremendamente caldeado y sofocante. Notó como las manos de Satoshi se movían inquietas sobre las sábanas, buscando algo a lo que aferrarse al sentir las primeras contracciones del orgasmo. Enredó sus dedos con los de él, enterrándose por completo en su interior al notar como las piernas del mayor se enroscaban en su cintura, apretándole todavía más contra él, provocándole una explosión de calor y placer cuando el orgasmo se apoderó de todos sus sentidos.

Se dejó caer agotado sobre el cuerpo de Satoshi, sintiendo como la respiración de éste chocaba entrecortada contra su cuello y las manos del mayor se enterraban en su cabello, acariciándolo lentamente. Sonrió y levantó la cabeza para mirarle a los ojos. Satoshi le devolvió la sonrisa algo soñoliento, por lo que Sho se colocó a su lado y rodeó la cintura con sus brazos, dejando que se acomodara contra él para dormir. También el cansancio del día y la intensidad de la noche empezaban a hacer mella en él, haciendo que los ojos empezaran a cerrársele. Casi había cogido el sueño cuando la voz de Satoshi rompió el silencio de la habitación.

-Sólo por si queda alguna duda… yo también estoy enamorado de ti- murmuró en un bostezo soñoliento.

Sho rió levemente, asintiendo con la cabeza, echando las sábanas por encima de sus cuerpos.

-Lo sé- le tranquilizó, antes de dormirse con una sonrisa dibujada en los labios.

---

Nino permanecía con los ojos cerrados, buscando las palabras que expresaran todo lo que sentía. Pero parecía incapaz de encontrarlas y los segundos iban pasando con una lentitud que resultaba exasperante. Sintió como el colchón se hundía a su derecha y dedujo que Jun se había sentado junto a él.

-¿Debería hablar yo?- inquirió el menor.

Nino negó con la cabeza. No sabía qué era lo que Jun quería decirle pero ese embrollo lo había causado él, así que tendría que solucionarlo por sí mismo. Con un suspiro se incorporó sobre la cama, aunque todavía no se atrevía a mirarle directamente y enfrentarle.

-Tenías razón, no está bien…- exhaló un suspiro, encontrando finalmente el valor para mirarle- No está para nada bien. No me conformo sólo con sexo. No puedo hacerlo cuando… - le tembló la voz así que tomó aire en profundidad antes de seguir- cuando llevo tanto tiempo loco por ti. Te quiero J, te quiero desde hace tanto tiempo que ya ni recuerdo cuando…- confesó sonriendo con tristeza, casi como si tuviera que disculparse por ello.  

Jun le contempló con seriedad unos segundos para luego sorprenderle dejando escapar una suave risita.

-Realmente lo has hecho… no creí que fueras capaz de decirlo- dijo el menor, obviamente complacido- Pensé que me tocaría a mí hacer todo el trabajo.

-Espera…- Nino esbozó una mueca de desconfianza- ¿Qué quieres decir?- inquirió.

-Riida vino a verme hace un rato, justo antes de que bajara al bar… Estaba tan preocupado por ti que me ha obligado a contarle qué había pasado entre nosotros. Me he llevado una buena bronca por tu culpa, ¿sabes? Me ha regañado de lo más serio y me ha hecho prometer que me disculparía contigo.

Nino soltó un quejido, cubriéndose el rostro con las manos en un acto reflejo. ¿Tan patético se veía que hasta Riida se había decidido a intervenir?

-Lo siento- se disculpó en un murmullo apenas audible.

Jun le quitó las manos de la cara, sujetándole de los antebrazos para obligarle a mirarlo.

-Yo también lo siento- aseguró Jun con sinceridad, aunque casi al acto frunció el ceño, levemente irritado-. Aunque nada de esto hubiera pasado si hubieras sido más claro desde el principio… No entendía para nada lo que pasaba por tu cabeza- protestó enfurruñado.

Nino estalló en carcajadas ante la reprimenda. Esa disculpa había sido de lo más Jun, aceptando su parte de culpa pero sin ser capaz de dar totalmente su brazo a torcer.

-Lo siento- volvió a decir, aceptando dócilmente su error-. ¿Entonces…?- apretó los labio, alzando la vista para mirar dubitativo a Jun.

-No creas que voy a perdonarte tan fácilmente- advirtió este con gravedad.

Nino asintió con la cabeza pero antes de que pudiera decir algo se encontró tumbado bruscamente sobre la cama, aprisionado bajo el cuerpo de Jun. Le vio descender lentamente hasta que sus labios casi rozaron su oído.

-¿Tienes idea de lo que me has hecho sufrir?- inquirió en poco más que un susurro. Pudo notar como Nino negaba en silencio- Pensaba que era el único enamorado de los dos- le reprochó, levantándose lo justo para poder mirarle. Puso un dedo sobre los labios del mayor cuando estos se separaron intentando murmurar una disculpa-. Esta noche vas a suplicar- le aseguró, consiguiendo que Nino tragara saliva ante sus palabras.

Le besó con algo rudeza, apoderándose demandante de su boca, mordiéndole el labio inferior que se separó al instante con una leve protesta. La lengua de Jun se abrió paso si un ápice de duda, inundándole con su sabor, invadiendo cada rincón con tanto deseo que Nino sintió como se le electrizaba la piel, dejando escapar un lgemido que murió ahogado en la boca del menor. Se besaron sin tregua hasta que la intensidad del momento les obligó a separarse para tomar aire, entremezclando sus respiraciones agitadas.

Jun sonrió de medio lado y empezó a recorrerle el cuerpo con las manos mientras le besaba de nuevo, con la misma pasión mal contenida que amenazaba con desbordarse y arrastrarles a los dos. Sus dedos se deslizaron por la parte interior del muslo de Nino y juguetearon traviesos en el borde del pantalón, acariciando la parte baja del vientre sin llegar a descender más. De pronto parecieron cambiar de idea y ascendieron por dentro de la camiseta, arrastrando la prenda hasta que ésta quedó olvidada en un rincón. Con cada una de sus caricias Nino se volvía más consciente de como su erección se apretaba contra la tela que la aprisionaba. Impaciente, llevó las manos a los pantalones del menor, luchando por desabrocharlos pero Jun enseguida le apartó de allí para depositar sus manos inquietas sobre el colchón. Le dedicó toda la intensidad de su mirada, como si se tratara de un cazador que ha acorralado a su presa y no está dispuesto a dejarla escapar.

-¿Podemos… podemos apagar la luz?- balbuceó Nino un poco cohibido.

Jun enarcó una ceja, mirándole con curiosidad, esbozando una sonrisa burlona que le hizo ver completamente irresistible.

-¿Ahora te da vergüenza?- inquirió mordaz, mientras deslizaba un dedo por el torso del mayor de manera juguetona, aprisionando suavemente uno de sus pezones que se endureció al instante.

-Es que…- Nino se mordió el labio inferior- me miras como si fueras a comerme- protestó, repentinamente avergonzado.

-Puedes apostar por ello- afirmó Jun en un ronroneo seductor, mientras depositaba los labios en el cuello de su amante.

Nino suspiró al notar la humedad de la boca de Jun, al sentir los dientes clavarse en la curvatura de cuello. Sintió un agradable pinchazo en la entrepierna cuando los labios empezaron a desplazarse por su pecho y dejó escapar un suave gemidito cuando se entretuvo a jugar con uno de sus pezones. Jadeó impaciente cuando la lengua se hundió en su ombligo y se quedó sin aire cuando Jun mordisqueó su palpitante erección por encima de la tela, sin perder con él aquel electrizante contacto visual.

Alzó las caderas y sus ropas fueron retiradas con presteza. Al instante sintió el aliento de Jun, cálido, rítmico y acelerado, chocando contra su excitado miembro de manera deliciosa. Jun se humedeció los labios de manera sensual, para luego pasar esa misma lengua provocadora por toda su erección, de una manera tortuosamente lenta. Las manos de Nino casi se movieron solas para enredarse con cuidado en el cabello de su amante, presionando levemente hacia abajo.

Jun sonrió, complacido con su impaciencia, y dejó de jugar para introducir en la boca la erección, arrancándole a Nino un suspiro extasiado. Éste contuvo la respiración cuando empezó a deslizarse por su longitud, succionando con fuerza hasta la punta para luego volver a engullirle con deliciosa lentitud. Se incorporó sobre los codos, hipnotizado por la excitante visión que ofrecía el menor perdido entre sus piernas. Sintió un calambre de placer cuando Jun alzó los ojos y sus miradas se cruzaron durante un instante que parecía no tener fin. Se arqueó hacia atrás, rompiendo el contacto visual, cuando Jun empezó a desplazarse nuevamente por su erección, cada vez más rápido, cada vez más entregado. Pensó que no era posible sentir más placer, pero entonces uno de los dedos de Jun se abrió paso en su interior. Sus labios se separaron solos para dejar escapar un gemido tan lento y prolongado que Nino se llevó las manos a la boca, intentándolo acallar. Le miró con los ojos totalmente nublados de placer cuando el segundo dedo se unió al anterior, entrando y saliendo de él al compás de sus succiones. Se moría por sentir a Jun dentro suyo, y a juzgar por la expresión socarrona instalada en sus pupilas, el menor era plenamente consciente de ello.

-J…- ronroneó suplicante, para acto seguido dejar escapar una serie de incoherentes balbuceos provocados por la lengua de su amante. Se tomó unos segundos para intentar controlar su respiración desbocada- Jun- insistió, esta vez como si de una orden se tratara.

Jun sonrió de medio lado y se separó de él el instante necesario para deshacerse de su ropa. Nino no dudó en incorporarse y ayudarle a quitarse las molestas prendas, que quedaron relegadas al olvido. Empujó suavemente el pecho de Jun hasta recostarlo sobre la cama, gateando sobre él, notando como su miembro húmedo y duro presionaba contra su entrada. Contuvo la respiración cuando Jun se introdujo lentamente en su interior, provocándole un barullo tan intenso de dolor y placer entremezclados que por un instante se sintió mareado.

-Estoy bien- se adelantó Nino a la previsible pregunta, pasando las manos tras el cuello de su amante y empezando a moverse.

Jun contuvo su impaciencia, dejando que fuera Nino quien marcase el ritmo de las embestidas, lentas, profundas y acompañadas de un delicioso gemido cada vez que notaba la dureza de J enterrada en él. Sin previo aviso Jun le sujetó firmemente de las caderas, embistiéndole con fuerza, hundiéndose por completo en su interior. Nino se arqueó levemente hacia atrás, apoyándose sobre las piernas del menor, moviéndose arriba y abajo sin pudor. Se estaban ahogando en las ganas que tenían del otro, y en medio de toda aquella locura Jun le tomó de las mejillas y le dio un beso dulce y lento, cada vez más profundo, más húmedo, más caliente, más acelerado. El reflejo perfecto del ritmo que llevaban sus cuerpos sudorosos, del ambiente que impregnaba la estancia.

Se acercaban al final irremediablemente, Nino lo notaba en cada poro de su piel, más reactiva que nunca. Echó la cabeza hacia atrás cuando llegó al orgasmo, la vista nublada y la boca entreabierta. Pero no le salió ningún sonido. No veía, no gemía, no pensaba. Por un segundo le pareció que incluso había dejado de respirar. Sólo sentía oleadas y oleadas de placer extendiéndose por cada célula de su cuerpo hasta llevarle al límite. Cuando empezó a recuperar poco a poco el resto de sentidos se dio cuenta de que Jun le abrazaba contra su cuerpo, con la cabeza enterrada en su hombro, luchando por normalizar la respiración tras la explosión de placer.

Nino le contempló en silencio, incapaz de borrar la sonrisa que se había instalado en sus labios, jugueteando con sus dedos en la espalda de Jun, que todavía permanecía húmeda por el sudor. Éste finalmente salió de su interior con un movimiento lento y delicado, recostándole sobre la cama antes de besarle castamente en los labios. Nino rió por lo bajo mientras le sentía acomodarse junto a él.

-¿Qué tiene tanta gracia?- inquirió Jun, sonriendo contagiado por su buen humor.

Nino negó con la cabeza, indicando que no tenía importancia.

-Nada, sólo es que… pensaba que nunca entenderías lo que siento por ti y que por eso mi amor estaba condenado al fracaso- explicó, mirándole de reojo-. Nunca me había alegrado tanto de estar equivocado- afirmó.

Jun rió suavemente ante sus palabras, mientras negaba con la cabeza. Suspiró y le estrechó contra él, besándole la cabeza.

-No quiero volver a sufrir tontamente… Ni verte de nuevo pasándolo tan mal- añadió a media voz. Ahora que comprendía lo que sentía Nino y lo que le había llevado a comportarse de aquella manera se daba cuenta de que posiblemente lo había pasado mucho peor que él-. Te quiero, ¿me oyes? Así que no lo olvides- dijo con seriedad.

-No lo olvidaré nunca- prometió, besándole con aquella sonrisa radiante todavía instalada en sus facciones- Buenas noches J- susurró, apagando la luz.

-Buenas noches.

Cuando los brazos del Jun le rodearon en un abrazo protector, Nino tuvo la certeza de que aquella sólo era la primera de una interminable lista de maravillosas noches juntos.

Fin

***

Notas de Yunnie: Y así hemos llegado hasta el final. Muchas gracias a todas las que me habéis acompañado a lo largo de este fic.
Siempre me cuesta una barbaridad escribir los finales de fics largos, siempre me queda la sensación de que me voy a dejar algo en el tintero… así que a todos los que lleguen hasta aquí, les agradecería infinitamente un pequeño comentario.

Sobre este último capítulo en concreto, he de decir que de alguna manera que todavía no entiendo… me ha quedado un capítulo triple X, y eso no era mi intención, jajaja. La verdad es que no estaba muy segura de escribir lemon con la yama pair, pero al final he pensado que ellos también se merecían llevar su relación hasta el final. Lo he hecho lo mejor que he podido ^^ Y me deja muy contenta que Matsumiya al fin haya puesto en claro lo que sienten, después de tanto que les ha costado. En líneas generales creo que no me he dejado nada por explicar. Todavía estoy valorando la posibilidad de escribir un pequeño epílogo, algo cortito y nada importante, en el que veamos cómo les van las cosas unas semanas o meses después, pero no tengo del todo decido. Así que si veis que me he dejado algo importante por aclarar o contar podéis decírmelo sin problemas.

Una vez más, muchas gracias por leer y espero que hayáis disfrutado con este fic al menos un poquito de lo que he disfrutado yo escribiendo. Nos vemos pronto ^^