viernes, 29 de junio de 2012

Entiéndeme 09


Notas de autor: Me estoy portando, ¿eh? Un capi por semana. Yo creo que si sigo con este ritmo un par o tres de semanitas más y dejo el fic acabado. Muchas gracias por seguirme acompañando ^^


Capítulo 09

Jun se terminó el desayuno con aspecto distraído. No recordaba haber tenido un silencio tan incómodo con nadie del grupo jamás, ni tan siquiera cuando se peleó años atrás con Sho y dejó de idolatrarle y perseguirle allá donde iba. Nino se levantó y dejó los platos en el fregadero, empezando a coger sus cosas para salir.

-Nino…- llamó Jun. No podía simplemente dejar las cosas así. No habían cruzado una palabra desde que Nino había salido de la ducha.

-¿Hm?- murmuró éste, mirándole interrogante mientras cogía las llaves del coche y de la casa.

-No me gustaría que lo que pasó anoche estropee nuestra relación.

Nino rió levemente ante su comentario, una risa que no se reflejó para nada en sus ojos.

-No digas tonterías J. Tú mismo lo has dicho, no tuvo importancia para ninguno de los dos, así que no le des más vueltas. Los dos somos bastante adultos como para distinguir entre sexo y amistad, ¿no?- inquirió despreocupado.

Jun  cerró los ojos un instante, dolido ante su absoluta indiferencia. Asintió con la cabeza y los dos se pusieron en marcha, yendo en sus respectivos coches hasta el plató de grabación. Cuando Jun entró en maquillaje Nino ya estaba allí, charlando con la chica tan animados como de costumbre. Se sentó en una de las sillas libres, esperando su turno.

-Ah, Ninomiya-san, ya ha vuelto a hacer de las suyas- se quejó la maquilladora al darse cuenta de la marca que lucía el chico en el cuello.

Nino fingió no saber de qué hablaba y se inclinó hacia un lado para mirarse en el espejo.

-Oh, esto- sonrió con picardía-. Sólo fue una aventura de una noche que no significó nada. Así que no te pongas celosa… sabes que soy todo tuyo- bromeó, guiñándole un ojo a la chica.

La maquilladora rió divertida, sin darse cuenta de la frialdad con que Nino miraba de reojo a Jun, ni de como este desviaba la mirada irritado. Ya le había quedado lo suficiente claro que para Nino no había significado nada, no necesitaba írselo recalcando una y otra vez.

-A mí no va a engañarme tan fácilmente, Ninomiya-san. Sé que solo me dice eso para conseguir llevarme a su cama- dijo dando los últimos retoques al chico-. Listo. Ya estoy con usted, Matsumoto-san- le informó con una sonrisa formal y una inclinación de cabeza.

Nino salió riendo de allí y Jun solo pudo suspirar, esperando por que la maquilladora consiguiera dejarle con un poco de buena cara, porque desde luego el humor no le acompañaba.

---

Abrió la puerta lentamente, asomando un poco la cabeza para mirar furtivamente en el interior de la sala de baile. Estaba vacía, así que Jun entró y soltó su bolsa en un lateral, suspirando. Por un segundo había estado tentado a marcharse de allí: ir a las máquinas expendedoras a por algo de beber, salir de la agencia a tomar un café, subir hasta el despacho de su manager a conversar sobre cualquier tontería referente al concierto de invierno que ofrecerían la próxima semana… lo que fuese con tal de no estar allí y arriesgarse a que Nino fuera el primero en llegar. Pero al final había decidido dejar las niñerías a un lado y enfrentar lo que tuviera que pasar. A fin de cuentas Nino tenía razón, eran adultos, y aquella mañana habían estado trabajando juntos en el dorama sin más complicación que alguna mirada enfurruñada de Nino cuando estaban fuera de las cámaras.

Se acercó hasta el equipo de música y buscó los CDs con las canciones que tenía previsto ensayar. Riida y Sho tenían el día libre así que seleccionó algunos solos para trabajar en ellos y las canciones en que Aiba se solía equivocar más a menudo. Estaba a punto de colocar uno de los discos cuando escuchó que la puerta se abría. Se volvió lentamente hacia allí y no pudo reprimir una mueca de alivio al comprobar que se trataba de Aiba.

-Buenas tardes- saludó energético, tirando su maleta junto a la de Jun y acercándose hasta donde estaba él.

-Mira, el desaparecido- comentó Jun ladeando una sonrisa.

-Siento haberos dejado colgados… es que Hasegawa-san y yo nos fuimos a… bueno, ya sabes… un poco de intimidad…

-No necesito que me des detalles, ya me hago una idea- aseguró Jun, acallándolo por si se le ocurría explicitar más.

Aiba rió por lo bajo, cogiendo el CD de las manos de Jun y poniéndolo en el reproductor.

-Las amigas de Hasegawa-san ya me han contado que liaste una buena… ¿en serio pegaste al fotógrafo?- preguntó con curiosidad.

Jun exhaló pesadamente y asintió con la cabeza, haciendo que Aiba le mirase sorprendido un instante antes de ponerse inusualmente serio.

-¿Puedo hacerte una pregunta, Jun?- inquirió, acercándose más a él, invadiendo con su habitual tranquilidad su espacio personal.

Jun estuvo tentado a decirle que no. Que Aiba pidiese permiso le parecía altamente sospechoso, normalmente era de los que decía lo que le pasaba por la cabeza sin pensar. Pero sabía que Masaki no se iba a dar por vencido así que se encogió de hombros con indiferencia, indicándole con un gesto de la mano que continuara.

-¿Te gusta Nino?- soltó a bocajarro.

A Jun casi se le escurrió el álbum que tenía entre las manos, girándose rápidamente para mirar a Aiba con alarma. ¿Hasta el baka se había dado cuenta? Joder, ¿cuán obvio podía llegar a ser?, se preguntó con preocupación.

-Me gustaría responder que no- dijo tras un incómodo silencio, con la mirada perdida en la nada.

-Pero no puedes- aventuró Aiba.

-No, no puedo- confirmó Jun con aspecto derrotado.

Aiba sonrió para sí mismo, contento de haber acertado. Las dos veces que Jun había perdido los estribos de aquella manera tan impropia en él habían sido culpa de Nino, y esa intensidad de reacciones en alguien que intentaba siempre guardarse sus preocupaciones y su enfado para él mismo podían significar pocas cosas.

-Bueno, entonces supongo que todo está bien- afirmó. Aún no había encontrado el momento de hablar con Nino pero estaba dispuesto a apostar que éste estaba colado por Jun. Así que simplemente había que dejar que las cosas siguieran su curso.

Jun sonrió con ironía. Aiba no tenía ni la menor idea de lo complicadas que estaban las cosas entre ellos, pero no valía la pena amargarle contándole sus penas. Pasó un par de pistas buscando la canción que quería ensayar y se puso en posición junto a su compañero, empezando a realizar los pasos en una sincronización mucho mejor de la que se esperaba. Estaban en el estribillo cuando finalmente apareció Nino, saludando con aspecto algo cansado. Jun se acercó al reproductor y volvió a poner la canción desde el principio. Llevaban cerca de media hora ensayando cuando Aiba pidió un descanso.

-Estoy muerto de sed, iré a por unas bebidas- anunció, mirando significativamente a Jun.

-Una cola para mí- se apresuró a pedir Nino, sonriente.

Jun pareció suplicarle con la mirada que no le dejara a solas con Nino pero Aiba simplemente rió por lo bajo y salió, cerrando la puerta tras él. Automáticamente la expresión animada de Nino se volvió una mueca distante. Se giró hacia Jun y avanzó hasta donde estaba él.

-¿Qué te parece aquí?- inquirió Nino.

Jun le miró sin comprender.

-Tiene su morbo, hacerlo en el trabajo, ¿no?- preguntó Nino, pasando los dedos muy cerca de la ingle del menor.

-No tiene gracia Nino, hoy no he tenido buen día. No estoy para bromas- advirtió. Y no mentía, aquella mañana su actuación había sido un desastre y había tenido que repetir escena tras escena como no le pasaba desde que era junior.

-No bromeo. Esta mañana has dicho que estaba bien, el sexo sin compromiso- replicó, escrutándole directamente a los ojos- ¿O tienes algún problema con ello?- inquirió desafiante. Ni siquiera sabía porque lo hacía. Quizás estaba buscando simplemente acabar con la paciencia de Jun. Que se cabreara con él le parecía infinitamente mejor que la distante indiferencia que había mostrado aquella mañana.

Jun se puso automáticamente a la defensiva. ¿Hasta cuando pensaba torturarle Nino? Sabía de sobras que esperaba mucho más, él había sido siempre el más romanticón del grupo, el que lo esperaba todo cuando se embarcaba en una relación. Exigirle que dejara a un lado sus sentimientos era retorcido además de cruel. Pero no iba a ceder tan fácilmente.

-Por supuesto que no tengo problema- aseguró, sin apartar los ojos de él.

Parecía que Nino iba a hacer su siguiente movimiento cuando la puerta se abrió de golpe y Sho se los quedó mirando sorprendido, buscando a Aiba por la sala, volviendo la cabeza hacia atrás y preguntándose qué hacer.

-¿Molesto?- inquirió al fin, mirando significativamente a Nino.   

-No, claro que no- respondió este, sonriendo al acto-. Estábamos ensayando pero al baka le ha dado sed. ¿Qué haces tú por aquí? Hoy tienes libre.

-Me aburría en casa así que he decidido venir a practicar un rato- respondió con un encogimiento de hombros. Aquello era verdad a medias, pero no era momento de ponerse a dar más explicaciones.

Sho entró en la sala, dejando sus cosas junto al resto de mochilas y preguntando qué canción estaban practicando. Se estaba quejando de que había olvidado la mayor parte de la coreografía cuando apareció Aiba en el umbral.

-Adivinad a quien me he encontrado en el pasillo… Ah, pero si Sho-chan también ha venido- exclamó animado, apartándose a un lado para dejar pasar a Ohno.

Tanto Riida como Sho se pusieron a reír a la vez. Al parecer los dos habían tenido la misma idea, utilizar el grupo como excusa para volverse a ver.

-Sabía que querrías hacer una barbacoa- presumió Sho.

-Eso es que hubo una buena pesca, ¿eh?- le sonrió Jun a su líder. Cuando conseguía un buen número de peces solía invitar a todo el grupo a su casa para comerlos con todos.

-Sí, así que esta noche vendréis a cenar a mi casa, ¿no?- inquirió, sacando el CD del reproductor para ver cuál era y asintiendo con la cabeza. Era uno de sus álbumes más viejos pero sin duda habría un par de canciones en el concierto así que les vendría bien repasarlas.

-Por supuesto- aseguró Nino, poniéndose en su posición.

Jun se colocó junto a Satoshi, aprovechando que en esa canción empezaban cantando los dos, y se acercó con disimulo a su oreja.

-¿Ha pasado algo bueno?- preguntó, mirando expectante a su líder.

-Sí, ya te contaré- susurró con una sonrisa, fingiendo llevarse un micro a los labios al inicio de la canción.

Jun asintió satisfecho. Al menos su desastrosa noche con Nino había servido para una buena causa.

Continuará…

viernes, 22 de junio de 2012

Entiéndeme 08


Notas de autor: Esta vez he sido más rápida. Creo que la yama pair sigue despertando mi vena romanticona, jajaja. Gracias por leer ^^


Capítulo 08

Estaba bien entrada la madrugada cuando decidieron regresar. Satoshi bostezaba perezosamente mientras ponía el motor en marcha. Sho le contemplaba desde la puerta con una media sonrisa, siguiendo atentamente con la mirada cada uno de sus movimientos. Se alegraba de haber ido a pescar esa noche con él, de que Ohno hubiera encontrado el valor para confesarle sus sentimientos. No sabía si tendría el valor de corresponderle, pero sabía que no quería ser el causante de aquella sonrisa triste y forzada que a veces empañaba el rostro de su líder.

Llegaron a puerto en un cómodo silencio que ninguno parecía tener ganas de romper. Sho podría haber permanecido por horas allí, con la calmada presencia de Satoshi como única compañía. Pero Ohno ya se había puesto en marcha, saltando hasta el muelle y empezando a amarrar su bote al embarcadero. El sol había empezado a despuntar en el horizonte, convirtiendo su figura en una silueta teñida de rojo. Sakurai se acercó hasta él sin pensarlo, agachándose a su lado, abrazándolo por la espalda en un impulso.

Satoshi, que estaba demasiado concentrado en hacer correctamente el nudo, se sobresaltó ante el inesperado contacto. Se giró en un acto reflejo, tan deprisa y con tan mala suerte que perdió pie y antes de que se diera cuenta de lo que pasaba se encontró sumergido en el agua. 

Algo asustado, Sho apoyó las dos manos en el borde del embarcadero y se inclinó presuroso sobre el agua, buscando al mayor con la mirada. Enseguida le vio emerger de nuevo, sacudiendo la cabeza para apartarse el pelo empapado de la cara. Le miró con expresión de culpabilidad unos segundos antes de estallar en sonoras carcajadas.
-Me has asustado- protestó Ohno, con un pucherito.

-Lo siento- se disculpó, aunque la risa que no lograba detener no parecía concordar demasiado con sus palabras.

Satoshi se puso de morros y levantó de golpe uno de sus brazos, consiguiendo salpicarle un poco la cara. Iba a repetir la operación con las dos manos, pero no hizo falta porque de pronto Sho se puso en pie y se lanzó de cabeza al agua, nadando hacia él.

-De verdad lo siento, no pensé que acabarías en el agua- aseguró.

-¿Y qué esperabas?- protestó, moviendo suavemente los pies para mantenerse a flote- Cuando alguien te asalta de improvisto por la espada te sueles asustar, no sé en qué más podías estar pensando.

-En esto- aclaró Sho, tirando de un brazo de Ohno para acercarlo a él y besarle los labios.

-Oh- murmuró un tanto avergonzado, sonriendo levemente, olvidado cualquier rastro de enfado.

Sakurai pasó las manos tras la espalda de Satoshi, quien no dudó en volver a juntar sus bocas, dejando que su lengua se enredara con la del rapero. Cerró los ojos, sintiendo las manos de Sho afirmarse en su cintura para impedir que el vaivén del agua los separase, dejándose llevar por sus besos expertos, abriendo de vez en cuando los ojos para comprobar que no se trataba de un sueño, sonreírle y volver a empezar. No supo cuanto rato pasaron allí, pero el sol ya estaba bien alto cuando al fin salieron del agua.

Ohno tembló levemente cuando el aire helado de la mañana apegó las ropas empapadas contra su piel. Aceleraron el paso hasta el coche, y Sho le dio una manta para que se secara un poco antes de entrar. Cuando llegaron frente a la casa de Satoshi, la ciudad ya empezaba a despertar y los más madrugadores salían de casa, soñolientos y desganados.

-Buenas noch…- Satoshi miró el cielo, completamente iluminado ya, y dejó la despedida a medias, haciendo reír a Sho- Nos vemos mañana- se corrigió.

Sho asintió con la cabeza. Ohno se desabrochó el cinturón y accionó el tirador de la puerta, aunque no la llegó a abrir. Se volvió hacia su compañero, mirándole algo dubitativo, inclinándose hacia él. Sho le miró apenado, adivinando sus intenciones de besarle, deteniéndole con la mirada.

-Alguien podría vernos- advirtió, con una sonrisa resignada.

Satoshi le miro seriamente antes de asentir con la cabeza.

-Tienes razón- coincidió, abriendo finalmente la puerta y haciéndole un gesto de despedida con la mano.

No pudo evitar sonreír cuando Sho le guiñó un ojo en respuesta. Entró en su casa, guardó el pequeño botín de pesca que había conseguido y se desplomó sobre la cama con expresión satisfecha. Ni en el mejor de sus sueños se hubiera atrevido a imaginar que todo podía salir tan bien.

***

Emitió un leve quejido. El persistente dolor de cabeza que le había acompañado toda la noche apenas le había dejado descansar, provocándole una sensación de malestar general en todo el cuerpo. Llevándose las manos a la frente, Nino se incorporó sobre la cama y abrió los ojos con pesadez. Los débiles rayos de sol que se colaban a través de la persiana permitieron que sus ojos se habituaran rápidamente a la escasa luz, haciendo que se diera cuenta de su desnudez. Fue en ese instante que las escenas de la noche anterior empezaron a pasar en rápida sucesión por su cabeza, congelándole la sangre en las venas. Se volteó lentamente hacia el lado derecho de la cama, pero en ella no quedaba rastro de Jun.

Supo que no había sido un sueño porque el cristal de la ventana le devolvía su reflejo, dejando ver una zona amoratada en la parte del cuello que había mordisqueado J. Suspiró sin ánimos. ¿Qué le habría pasado por la cabeza al levantarse aquella mañana? ¿Había huido aterrorizado de allí? Cogió la pastilla que Jun había dejado sobre la mesita la noche anterior y se la tragó junto a un largo sorbo de agua. Se levantó con desgana, poniéndose algo de ropa para dirigirse a la cocina. Estaba a medio camino cuando empezó a escuchar el rítmico sonido que provenía de allí. La puerta estaba entreabierta y la luz encendida, así que se detuvo dubitativo antes de entrar. Finalmente se armó de valor, tragó saliva y abrió la puerta con decisión. Jun dejó de batir los huevos y se volvió para mirarle, con una mueca totalmente inexpresiva en el rostro.

-Buenos días- dijo antes de seguir con lo que estaba haciendo-. Estoy preparando el desayuno, estará en un momento- anunció con voz monótona, sin un solo altibajo que denotara emociones en su tono de voz.

Resultaba obvio que le estaba evitando deliberadamente, así que Nino se limitó a asentir con la cabeza y sentarse en una de las sillas de la cocina, sin apartar la vista de él, dándole tiempo. Le vio cocinar la tortilla, servirla en los platos y empezar a fregar los cacharros con aspecto distraído, alargando indefinidamente el momento de enfrentarle.

-J...- le llamó. No podían simplemente fingir que no había pasado nada, necesitaban hablar. Quizás estaría bien empezar con una disculpa por actuar tan caprichosamente y después confesarle a Jun lo que sentía por él. Aunque el más pequeño de los Arashi no era tonto, Nino estaba bastante seguro de que ya se habría dado cuenta- Sobre lo que pasó anoche...- empezó a decir, pero la voz le tembló y fue incapaz de continuar.

Jun dejó la sartén en la encimera y se volteó lentamente para mirar a Nino. Éste tenía la vista clavada en el suelo, con el flequillo ocultándole los ojos y pintas de no saber donde esconderse. Conocía bien aquella expresión que Nino solía adoptar cuando un tema era incómodo para él y que le hizo sentir una punzada de culpabilidad. Seguro que no sabía cómo decirle que lo de anoche sólo había sido un error sin herir sus sentimientos.

-No te preocupes, no tiene más importancia- le intentó ayudar, quitándole importancia con el tono más indiferente que fue capaz de adoptar. Nino levantó la vista contemplándole sin parpadear, como si esperase algún tipo de explicación-, sólo fue un calentón... Cualquier amigo habría hecho lo mismo- añadió.

-¿Cualquier amigo?- repitió Nino, con una expresión indescifrable. Se puso de pie y se acercó hasta Jun, intentando mantener bajo control el enfado que amenazaba con hacerle subir el tono de voz- O sea que si hubiera sido Riida o Sho, ¿también habría estado bien?- inquirió, retándole con la mirada.

Jun cerró los ojos un instante. ¿Qué esperaba, que le confesara sus sentimientos? Ya había tenido bastante con su intento de aproximación en la sesión de fotos, no iba a caer en su juego y permitir que se riera otra vez de él.

-Sí- respondió el menor, ignorando el nudo que se había formado en la boca de su estómago.

Nino entrecerró los ojos, afilando la mirada, acabando de salvar la distancia que les separaba y acorralándolo contra el mármol, acercando tanto sus labios a los de Jun que casi se rozaban.

-Entonces... si te pidiera sexo ahora, ¿también estaría bien?- cuestionó implacable, conteniendo a duras penas la rabia que amenazaba con desbordarse.

Jun le miró con resentimiento. ¿Qué necesidad tenía de ser tan cruel? Sabía de sobras que le tenía en sus manos, que conseguiría lo que quisiera de él. ¿Encontraba algún placer retorcido forzándole a humillarse, a exponer su debilidad ante él?

-Estaría bien- respondió desafiante.

Nino perdió toda la determinación ante esa respuesta. ¿Así que eso era todo lo que significaba para Jun? Un poco de sexo fácil con alguien que no le importaba lo suficiente como para pararse a pensar que podía representar para él.

-Bien- murmuró, mientras se apartaba un poco de Jun-. Bien- volvió a repetir, sin terminar de entender cómo diablos habían acabado así-. Iré a ducharme, no quiero oírte protestar porque llegamos tarde a la grabación del dorama- dijo, sintiendo la repentina necesidad de alejarse de J.

Se encerró en el baño y abrió el grifo de la ducha, dejando que el agua helada le recorriera el cuerpo, como si con ello pudiera arrastrar la sensación de malestar que se había instalado en su pecho. Se repitió una y otra vez que no pasaba nada, que ya sabía que su amor estaba condenado al fracaso, que todo estaba bien. Se lo repitió tantas veces que las palabras acabaron por perder su significado y sólo quedó una desagradable sensación de vacío. Cuando regresó de nuevo a la cocina, ya se había colocado la máscara de indiferente despreocupación de siempre, guardándose todo lo que sentía para él.

Continuará... 

martes, 12 de junio de 2012

Entiéndeme 07


Notas de autor: Y después de tanto tiempo… he vuelto. Siento mucho la espera. No sé porque se me ha hecho tan difícil escribir este capítulo. Tenía la idea general en la cabeza y no la conseguía plasmar… pero no podía dejar las cosas eternamente a medias, así que aquí os dejo la continuación.
¡Aviso! Este capítulo contiene sexo explícito.

Capítulo 07

Jun aparcó cerca del apartamento de Nino y se lo quedó mirando largo rato con el ceño levemente fruncido. No había parado de murmurar en sueños en todo el camino. Le zarandeó  con suavidad hasta que éste abrió los ojos y parpadeó un par de veces antes de conseguir enfocarle.

-¿Puedes caminar?- inquirió en tono serio.

-Claro, no he bebido tanto- respondió Nino, llevándose una mano a la frente y haciendo una mueca. Aunque le daba vueltas la cabeza como en la peor de sus borracheras.

Escuchó como Jun resoplaba y abría la puerta del coche, así que él también salió y le siguió con pesadez, preguntándose porque se encontraba tan mal. ¿Y por qué diablos tenía tanto calor, cuando el viento que chocaba contra su rostro era helado? Jun se detuvo frente a la puerta de su casa y él se lo quedó mirando sin saber muy bien qué esperaba.

-Las llaves- demandó el menor al cabo de varios segundos.

-Oh- se sorprendió Nino, y le dio la risa floja por no haber caído en algo tan obvio. A lo mejor sí que se había pasado un poco bebiendo, pensó mientras le entregaba las llaves a su compañero.

Jun le ordenó que se metiera en la cama mientras él iba a por algo para el dolor de cabeza y Nino le obedeció sin rechistar. Se dirigió a su habitación, deshizo las sábanas y se dejó caer sobre la cama tal cual. Ahora que se había despejado un poco parecía que se le iba pasando el mareo, aunque la sensación extraña que le había acompañado todo el camino seguía recorriendo su cuerpo y causándole una ligera ansiedad. Cuando Jun entró con un vaso de agua en las manos Nino respiraba bastante agitado.

-J...- le llamó a media voz- tengo mucho calor.

Jun se quedó helado, a solo un paso de la cama, mirando a Nino con algo de alarma. No le estaría haciendo efecto ahora el puñetero afrodisíaco... ¿no? Entonces se dio cuenta de que se había metido en la cama tal cual había llegado.

-Claro que tienes calor, idiota... te has metido en la cama con el abrigo- refunfuñó, dejando el vaso sobre la mesita y tirando de él para que se incorporase un poco.

Le ayudó a quitarse el abrigo, mientras Nino se reía solo. En cuanto dejó la prenda a un lado Nino se le acercó para poder susurrarle al oído, pasando los brazos tras su cuello en actitud coqueta.

-No me refería a ese tipo de calor- corrigió Nino, riendo con suavidad al notar como su compañero temblaba al sentir la calidez de su aliento, sus labios rozándole juguetonamente el lóbulo de su oreja.

Jun apartó en seguida de su cabeza la infinidad de ideas que le acababan de cruzar por la mente ante esa simple insinuación. Contuvo la respiración un instante para controlar el escalofrío que le producían los labios de Nino desplazándose de forma traviesa por su cuello, en una caricia apenas perceptible pero que era toda una provocación. Lo cogió de los hombros para apartarlo suavemente de él.

-No sabes lo que haces- dijo Jun, apartándole con cuidado el flequillo de los ojos.

-Claro que lo sé- aseveró Nino, llevando las manos a la camiseta de Jun y atrayéndolo de nuevo hacia él-, te estoy provocando- aclaró, juntando sus labios con los de él-. Está bien si es sólo por esta noche, ¿verdad, J?

Jun se estremeció de pies a cabeza ante el inesperado roce, olvidando cualquier clase de pensamiento coherente. No fue capaz de reaccionar hasta que sintió como la boca de Nino se movía sobre la suya, para atrapar de manera tentadora su labio inferior. Su primer impulso fue rodear con desesperación la cintura de su compañero y abandonarse a aquel beso, pero se obligó a mantener la cabeza fría y, a desgana, deshizo aquel leve contacto antes de que se profundizara y se llevara la poca cordura que le quedaba.

-No creo que mañana pienses lo mismo- afirmó, apartándose de él mientras esbozaba una sonrisa amarga. Nino no le perdonaría en la vida si se aprovechaba de él en aquella situación.

Pero Nino no estaba dispuesto a darse por vencido. Sólo le estaba pidiendo una noche, ¿es que ni siquiera eso estaba dispuesto a concederle? Gateó sobre la cama acortando la distancia con Jun y se sentó a horcajadas sobre él, volviendo a posar su boca sobre la de Jun.

-Por favor…- murmuró, pasando los brazos tras el cuello de J, apretándose contra él para que sintiera el calor sofocante que recorría su cuerpo, lo mucho que le necesitaba- por favor…- repitió sin separarse un milímetro- por favor- insistió mientras mordisqueaba su labio inferior.

No estaba bien. Aquello no estaba para nada bien y Jun lo sabía, pero era como el canto de una sirena, una tentación que no encontraba fuerzas para rechazar. Nino había decidido explorar bajo su camiseta, colando las manos en su espalda y tanteando su piel hasta llegar a los costados, al pecho, a su vientre. Los labios de Jun se separaron solos para dejar escapar un jadeo ahogado al notar la lengua de Nino invadiendo su boca. Y entonces cedió.

Tumbó a Nino bruscamente sobre la cama y respondió con desesperación al beso, como si quisiera devorarle, dejando que sus manos viajaran por el cuerpo del mayor. Se separó de él para deshacerse de la camiseta de Nino, acariciando su pecho desnudo, sintiendo un escalofrío cuando este empezó a gemir sin pudor. Sintió como la presión en los pantalones de Nino crecía conforme sus manos iban descendiendo por la tersa piel, como se tensaba notablemente cuando sus dedos se deslizaban por el vientre y se estremecía cada vez que recorría el borde del pantalón. La respiración que se iba acelerando y volviendo entrecortada contra sus labios era una provocación demasiado tentadora como para que Jun no volviera a cazar aquella boca de sabor entre dulce y amargo que le había hecho olvidar por completo todo lo demás. Las manos de Nino tras su nuca, apretándolo más contra él en un intento desesperado de profundizar aquel beso era más de lo que podía resistir. Jun buscó los botones el pantalón de su compañero y los desabrochó, deshaciéndose rápidamente de toda la ropa que le quedaba.

Nino se mordió el labio inferior, dejando escapar un lento gemido al notar las manos de Jun deslizarse por el muslo hasta su entrepierna. Todavía estaba algo aturdido por los efectos de la bebida en su cuerpo, así que se limitó a dejarse hacer mientras los dedos del menor se paseaban arriba y abajo por su creciente erección, con una lentitud tortuosa. Nino no tuvo reparos en suplicar por más, así que Jun sonrió de medio lado y se lanzó a devorar su boca, desplazándose decididamente hacia el cuello.

Nino contuvo la respiración al notar los dientes de su compañero arañar y morder cerca de la clavícula. Ladeó de manera inconsciente la cabeza, permitiéndole pleno acceso a su cuello, y contuvo la respiración cuando la mano de Jun empezó a moverse de nuevo sobre su erección, acrecentando el ritmo acorde con los gemidos mal reprimidos que se escapaban de sus labios. Paseó sus manos inquietas por la espalda del menor, temblando ligeramente cada vez que éste aumentaba la succión sobre su sensibilizada piel o la presión de sus caricias. Jun no tardó en sentir como Nino se arqueaba hacia atrás y jadeaba con pesadez, al tiempo que un líquido tibio se derramaba en su mano como resultado de su placer.

Jun se tumbó a su lado en la cama mientras  Nino intentaba recuperar el aliento, y en ese instante fue plenamente consciente de lo que acababa de pasar. Nino casi había entrado en pánico cuando le intentó besar el día anterior, en cuanto se le pasaran los efectos de la droga le iba a odiar. Se cubrió el rostro con una de las manos, sin acabar de creerse lo que acababa de hacer.

Nino abrió los ojos y se sentó en el regazo de su compañero. Sólo entonces se dio cuenta de que tenía una expresión bastante sombría, y sintió una punzada de dolor al pensar que ya se estaba arrepintiendo de lo que había hecho. Se inclinó sobre él para rozarle la mejilla y llamar su atención. Quizás debería disculparse por imponerle sus caprichos. Pero al moverse notó el bulto en los pantalones de Jun y se dio cuenta de que se había abandonado a su propio placer, sin pensar en nada más.

Desabrochó con destreza los pantalones que aprisionaban la erección que ya debía resultar dolorosa y retiró las prendas de ropa. La tomó entre sus manos, dudando un instante sin tener muy claro que hacer. Pero no parecía que Jun fuera a detenerle así que se movió para aproximarla de manera temblorosa hacia su entrada. Quizás no fuera la mejor manera de arreglar las cosas, pero ya se había aprovechado lo suficiente de su amistad para acabar de aquella manera. Lo menos que podía hacer era devolverle el placer. Unas manos se posaron con firmeza sobre sus caderas y lo retiraron ligeramente hacia atrás.

-Ya es suficiente- se negó Jun de manera rotunda-, esas cosas… deben hacerse con alguien que te importa- se escuchó decir. “Y yo… no soy lo suficiente importante para ti, ¿verdad?”, pensó con amargura, con la ridícula esperanza de escucharle decir que sí le importaba.

Nino le miró dolido unos instantes. Ya sabía que Jun no correspondía sus sentimientos, pero no necesitaba recordárselo de manera tan cruel.

-Pero… es justo devolver el placer a tu pareja- murmuró en un débil susurro.

-Yo no soy tu pareja- refutó Jun, con más dureza de la que pretendía.

-Esta noche sí- replicó desafiante, descendiendo para apoderarse con decisión de los labios del menor.

Nino abandonó su boca para trazar con su lengua un húmedo camino por el cuerpo de Jun, notando como su respiración se aceleraba conforme se acercaba a la parte baja del vientre. Se detuvo dubitativo a la altura del ombligo, sintiendo como los nervios se acumulaban en la boca de su estómago.

-No tienes porque hacerlo- murmuró Jun, con la voz entrecortada.

Nino negó con la cabeza.

-Quiero hacerlo, es sólo que... nunca he hecho algo como esto- aclaró. No era bueno haciendo cosas por primera vez, no le gustaba para nada fallar, pero esta vez no podía escaquearse como solía hacer en los programas. No quería hacerlo.

Dejó de darle vueltas y se introdujo la erección de Jun en la boca, deslizando su lengua con algo de timidez. Jun se estremeció por completo ante el gesto, así Nino se atrevió a moverse finalmente, resiguiendo toda su longitud. Los jadeos que empezaron a salir de la boca del menor hicieron que Nino fuera ganando confianza, aumentando el ritmo de lo que hacía y jugueteando con la lengua en busca de sus puntos más sensibles. Notó como la respiración de su compañero se entrecortaba y como empezaba a temblar bajo él. Y de pronto las manos de Jun tiraron de él para apartarlo de allí, mientras dejaba escapar un gruñido de pura satisfacción.

-Yo...- jadeó el Jun de manera entrecortada cuando logró recordar cómo se respiraba tras el orgasmo- No... No aguantaba...- intentó explicar, repentinamente avergonzado.

-Ya me había dado cuenta- respondió tranquilamente Nino, sin apartar la vista de él.

Los dos se miraron unos instantes y de repente un silencio incómodo inundó la habitación, haciendo que cada uno desviara la vista a un lado. Nino fue el primero que se atrevió a moverse, repentinamente agotado, dejándose caer a un lado de la cama. No quería pensar en nada más, así que simplemente cerró los ojos y dejó que le invadiera el sueño, quedándose dormido casi al instante.

Jun le contempló en silencio largo rato. Finalmente le tapó con las sábanas y se tumbó junto a él. Puede que no fuera la mejor idea seguir a su lado cuando se levantara, pero no le quedaban ánimos para conducir hasta su casa en un largo camino donde sólo daría vueltas a lo que acababa de pasar. Se acomodó junto a Nino como si todo estuviera bien y cerró los ojos, suspirando con resignación. Había sido un bonito sueño de una noche que no se volvería a repetir.