Género:
romance,
vida cotidiana, shonen ai
Personajes: Arashi
Parejas: Matsumiya
Rating: +13
Notas del Autor: Una historia sencillita, pero personalmente me ha gustado. Espero que a vosotras también ^^
Personajes: Arashi
Parejas: Matsumiya
Rating: +13
Notas del Autor: Una historia sencillita, pero personalmente me ha gustado. Espero que a vosotras también ^^
No es una cita
-Odio este programa- afirmó Jun,
mientras intentaba colocarse el micrófono en la parte trasera del pantalón.
-Creo que te he escuchado decir eso de
todos nuestros shows- puntualizó Sho, aparentemente divertido.
-Pero en verdad este es el peor…-
masculló. Se dio por vencido con el micro, buscando con la mirada a alguno de
los asistentes para que le echara una mano, aunque todos parecían bastante
ocupados ultimando los preparativos antes de que salieran a escena- No quiero
volver a caer al agua, de ninguna manera- aseguró, resoplando algo molesto. No
sabía quien había tenido la “brillante” idea de lanzar al perdedor del Mote
Arashi, Dame Arashi en una piscina llena de bloques de hielo, pero desde luego
le diría muy a gusto algunas palabras.
-No te preocupes que seguro que lo haces
bien- le tranquilizo Nino, mientras le daba unas palmaditas de ánimo en el
hombro-. Anda déjame colocarte esto- pidió, cogiéndole el micrófono y
poniéndoselo bien.
De alguna manera las palabras de Nino
consiguieron calmar un poco su mal humor, así que cuando el director les dio
paso a escena Jun pudo mostrar la mejor de sus sonrisas. Tras la breve
presentación empezaron las preguntas sobre temas sentimentales, y Jun había perdido
la cuenta sobre cuántas veces habían contestado la primera de ellas: ¿Dónde
llevarías a tu chica en vuestra primera cita? Cuando las pantallas ubicadas
sobre ellos mostraron sus respuestas, resultó que tanto Jun como Nino habían
escogido ir a un parque de atracciones.
-Vaya,
hemos contestado lo mismo- observó Nino- ¿Deberíamos ir juntos?- inquirió con
una sonrisa ladeada, para luego guiñarle un ojo provocando el griterío general.
-Deberíamos. Tengamos una cita la
próxima vez- se mostró de acuerdo Jun, para deleite del público. No era muy
dado a ofrecer fanservice, pero con Nino se sentía tan cómodo que a menudo le
seguía el juego sin darse cuenta.
Las fans volvieron a gritar, las comediantes
se pusieron a hablar todas a la vez tan atropelladamente que fue imposible
entenderlas y Aiba afirmó con absoluta inocencia que él también quería ir. Después
de eso el presentador pasó a cuestionar la incomprensible respuesta que había
dado Sho, y Jun no volvió a pensar en aquel Dame Arashi. Al menos hasta varios
meses después.
Había terminado de rodar algunas escenas
al aire libre para su nuevo dorama, que precisamente transcurrían en un parque
de atracciones. El director estaba dando algunas indicaciones sobre las escenas
que grabarían al día siguiente cuando el propietario del parque se acercó hasta
ellos. Quería agradecerles la publicidad indirecta que hacían de su negocio
ofreciéndoles algunas entradas, así que fue acercándose a los distintos
miembros del reparto y entregándoles los tickets personalmente.
-¿Podrían ser cuatro para mí? Me
encantaría venir con unas amigas- dijo Satomi, su compañera sentimental en el
dorama, con la mejor de sus sonrisas.
-Por supuesto- dijo el hombre, justo
antes de girarse hacia él- ¿Y usted, Matsumoto-san?- inquirió.
Fue en ese momento que le volvió a la
cabeza el Dame Arashi. Sonrió para sí mismo, mientras pensaba que podía ser
divertido pasar allí el día con Nino.
-Dos por favor- pidió con una leve
reverencia.
-Así que alguna afortunada chica tendrá
una cita con Matsumoto Jun- le picó Satomi en cuanto se quedaron a solas.
-No es una cita, vendré con un amigo-
corrigió a su compañera, sin darle más importancia.
Satomi enarcó una ceja, dudando
claramente de su respuesta. Y es que la sonrisa que se había dibujado en sus
labios cuando pensaba en quien iba a llevar no parecía para nada la que se
dedica a una amistad.
-No es una cita- aseguró, guardando las
entradas en su cartera y dirigiéndose hacia su camerino.
---
Jun entró en la sala de ensayo de
evidente buen humor. Le gustaban las tardes de los jueves. Las tenían
reservadas para las actividades musicales del grupo, así que la pasaban
tranquilos en la agencia, repasando las coreografías, practicando las canciones
en el estudio o simplemente planeando sus próximas actuaciones. Y raramente
terminaban el trabajo más tarde de las nueve, lo que era todo un logro.
Dejó su bolsa a un lado mientras daba un
vistazo a la estancia. Riida estaba dormitando en el sofá, Sho leía el diario
sentado en la esquinita que quedaba libre y Aiba daba saltitos de un lado a
otro, suponía que calentando antes de ponerse a ensayar.
-¿No ha llegado Nino?- preguntó.
-Ha llamado hace un rato a la agencia.
Llevan retrasado el capítulo del dorama que se emitirá esta semana y se quedará
toda la tarde en el set- informó Sho, dejando el periódico a un lado y mirando
a Ohno, preguntándose si debía despertarlo o no.
-Oh- fue todo lo que dijo Jun.
-¿Y esa cara de decepción?- cuestionó
Sho.
-Es que ayer me dieron unas entradas para
el parque de atracciones y como esta semana coincidimos en nuestro día libre iba
a preguntarle si me quería acompañar- explicó, encogiéndose de hombros para
quitarle importancia.
-Oh, así que al final tendréis una cita-
bromeó Sho, riendo levemente de su propio comentario. Se decidió a levantar
finalmente a Ohno así que le sacudió por el hombro con suavidad.
-No es una cita- repuso Jun, frunciendo
levemente el ceño. ¿Por qué diablos iba a tener una cita con Nino?
-¿Qué pasa con una cita?- murmuró Ohno,
abriendo un ojo y bostezando adormecido.
-Que Jun va a invitar a Nino a una cita-
explicó tranquilamente Aiba, como si fuera de lo más normal.
Jun le fulminó con la mirada. Ya era
bastante malo su peculiar modo de entender las cosas, pero que encima lo fuera proclamando
como si fuera verdad rozaba el límite de su paciencia.
-Ah, ya era hora- afirmó Ohno,
levantándose con pereza.
-Que no es una cita- corrigió Jun,
empezando a estar cansado de escuchar tantas veces la maldita palabra- Es
simplemente porque me han regalado algunas entradas y Nino dijo la última vez
que quería ir. ¿Y qué diablos significa que ya era hora?- gruñó.
-Pero Aiba también dijo que quería ir y
no lo llevas contigo, lo que lo convierte de alguna manera en una cita, ¿no?-
intervino entonces Sho, mirándole de manera traviesa.
Jun resopló molesto, cogiendo un CD de
la estantería y poniéndolo en el reproductor. ¿Por qué se aliaban todos para
fastidiarle de esa manera? La verdad es que cuando le ofrecieron las entradas,
Aiba ni siquiera se le había pasado por la cabeza, pero eso no tenía nada que
ver.
-No es una maldita cita, ¿de acuerdo?- refunfuñó
antes de darle al play, intentando ignorar las risas de sus compañeros.
Esa noche llegó a casa sobre las diez.
Se preparó algo rápido de cena y luego se sentó a ver la tele en el sofá.
Estaba jugueteando distraído con el móvil en sus manos cuando finalmente se
decidió a llamar. La verdad era que siempre le llamaba los días que no se
veían, aunque fuera para algo tan tonto como preguntarle qué tal le había ido
el día o desearle buenas noches. Había cogido aquella costumbre cuando Nino
estuvo rodando un par de meses fuera de la ciudad, después de que se quejara
varias veces de que se sentía solo sin el resto del grupo, y ya no había dejado
de hacerlo nunca. El teléfono sonó dos veces antes de que Nino respondiera
animado.
-¿Habéis podido terminar el rodaje?-
inquirió Jun.
-Ha sido duro y agotador, pero he
conseguido rodar todas mis escenas. No estaba dispuesto a dejar escapar mi día
libre- afirmó.
Jun asintió con la cabeza. Ya se lo
imaginaba, cualquiera de ellos prefería quedarse en el trabajo hasta las tantas
que sacrificar uno de sus escasos días de fiesta.
-Lo suponía… Entonces… ¿te apetece
quedar mañana? En el trabajo me han dado unas invitaciones para el parque de
atracciones- ofreció con naturalidad.
-Uhm, no sé, no sé… La verdad es que
tenía un plan irresistible para mañana- se excusó Nino, haciéndose el
interesante- Pensaba quedarme todo el día encerrado en casa hasta pasarme mi
nuevo videojuego- añadió, sonriendo traviesamente.
-Eso no es un maldito plan- se quejó
Jun- Te pasaré a recoger a las diez- decidió, y sin molestarse en esperar
respuesta colgó.
Nino rió divertido mientras escuchaba el
tono de fin de llamada. Se levantó del sofá, apagando la videoconsola y guardándola
con cuidado en un cajón. Al parecer el juego iba a tener que esperar.
---
Nino estaba sentado en el portal de su
apartamento, jugando distraído con su DS, cuando escuchó que tocaban el claxon
dos veces. Levantó la vista y comprobó que efectivamente se trataba de Jun.
Guardó la partida y metió el aparato en su bolsa.
-Llegas tarde- protestó mientras subía
al coche, fingiendo estar enfurruñado, para acto seguido dedicarle a Jun una
sonrisa radiante.
-Lo siento, apagué el despertador y no
me he vuelto a levantar hasta media hora después- se excusó Jun, poniendo el
coche en marcha.
-Entonces la próxima vez definitivamente
te quedarás a dormir en mi casa- decidió Nino.
Llegaron al parque de atracciones y
empezaron a curiosear por los alrededores, intentando decidir donde subir
primero. Antes de que Jun se diera cuenta se había pasado más de medio día
entre risas, bromas y alguna que otra molesta idea de Nino. Jun pensó que
podría pasar todos sus días libres así, haciendo cosas normales con él. La
próxima vez tal vez podría pedirle que le acompañara a aquella exposición que hacía
tiempo que quería visitar. O podían escaparse juntos y pasar un día de relax en
aquel onsen del que tan bien hablaba Sho, o ir a aquel restaurante que tanto le
gustaba a Riida y que siempre insistía en que tenían que probar. O simplemente
quedarse todo el día en casa jugando a videojuegos y viendo pelis hasta que se
les hiciera tan tarde que acabarían por quedarse dormidos en el sofá y
amanecieran al día siguiente tirados en el suelo, hechos un ovillo y
acurrucados el uno contra el otro intentando darse algo de calor, como les
había pasado la última vez. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se
dio cuenta de las chicas que hacía un rato que revoloteaban a su alrededor
hasta que Nino se lo hizo notar.
-Me parece que se nos ha acabado la
tranquilidad- dijo el mayor, suspirando resignado e inclinando levemente la
cabeza cuando las chicas empezaron a señalarles con descaro.
Suponía que lo más rápido sería
saludarlas y pedirles discreción. Estaba a punto de proponerlo pero la reacción
de Jun le dejó con la palabra en la boca. De pronto se encontró con su mano
entrelazada con la de él, que empezó a correr hacia la intersección de la
derecha a toda velocidad. Pasaron por delante del cartel que indicaba las
atracciones cercanas y Jun se paró sólo el segundo necesario para ubicar lo que
estaba buscando. Un par de minutos después le empujaba al interior de uno de
los edificios, colocándose detrás de la única pareja que esperaba su turno para
subir.
-No voy a escaparme J- aseguró Nino,
observando divertido como su compañero tomaba grandes bocanadas de aire después
de la improvisada carrera.
A Jun le tomó unos segundos darse cuenta
de porque lo decía. Todavía mantenía la mano de Nino fuertemente sujeta entre
la suya, consiguiendo que el empleado de la atracción les mirase de reojo una y
otra vez. Le soltó de inmediato, completamente avergonzado y murmurando algo
ininteligible que a Nino le pareció una disculpa.
La pareja de delante de ellos ya había entrado
así que cuando llegó el siguiente vagón el empleado les indicó que podían
subir. Nino miró a su alrededor con algo de aprehensión y finalmente se sentó
en el carro, sujetándose fuertemente a la barra.
-No soy bueno en las casas del terror-
anunció Nino a media voz en cuanto empezaron a moverse. No alcanzaba los
extremos ridículos de Aiba o de Sho, pero tampoco era ningún secreto que no lo
pasaba nada bien.
Jun no respondió nada. Él tampoco era un
gran aficionado pero era la única manera segura de poder seguir tranquilos, al
menos un rato más. Dio un bote en el asiento cuando las luces parpadearon
varias veces y dejaron ver una figura fantasmagórica, aunque nada comparado con
el grito ahogado que soltó Nino ni con la manera en que éste se había aferrado
con ambas manos al borde de su camiseta, buscando la seguridad de su contacto.
Jun sonrió de medio lado y le pasó el brazo por los hombros, apegándolo contra
él. Nino le miró de reojo, separándose algo enfurruñado, pretendiendo no estar
asustado. Pero en cuanto los siguientes actores hicieron su aparición Nino
enterró la cabeza contra el hombro de Jun, decidido a no ver nada más hasta que
salieran de allí.
Jun pensó que si Nino fuera una chica,
aquel gesto le hubiera parecido completamente adorable. De hecho debía
parecérselo de todas maneras, porque su corazón se había acelerado y estaba más
que seguro que no tenía nada que ver con el miedo. El vagón se puso en marcha y
Jun se dijo que si estuviera allí con una chica, sin duda aprovecharía ese
momento para besarla. Se preguntó cómo sería sentir el tacto de los labios de
Nino. Parecían suaves y mullidos, y seguro que sería totalmente diferente de
besar a una chica. Nino no se estaría para nada quieto ni le dejaría hacer,
querría explorar hasta el último rincón de su boca y no le dejaría ir hasta
sentirse satisfecho. Por un segundo, sólo una fracción de segundo, estuvo
tentado a comprobarlo, pero entonces se dio cuenta de qué estaba pensando y lo
apartó rápidamente de su cabeza. La culpa era de Riida, de Aiba y de Sho, que
se habían pasado toda la maldita tarde bromeando sobre su supuesta cita con
Nino y ya no sabía ni que pensar.
El resto de la tarde transcurrió sin más
incidentes y pudieron disfrutar con tranquilidad de las atracciones hasta que
los altavoces empezaron a anunciar que era hora de cerrar. Nino se encaprichó
de ir a cenar a una hamburguesería y a Jun no le quedó más remedio que ceder,
por lo que ya estaba bien entrada la noche cuando aparcó frente al apartamento
del mayor.
-Ha sido divertido, creo que deberíamos
repetir- dijo Nino, dedicándole una amplia sonrisa.
-Yo también lo he pasado bien. Nos vemos
mañana en el estudio- se despidió.
Nino frunció los labios y le miró
durante largo rato, pero finalmente asintió y le deseó buenas noches. Puso la
mano sobre la maneta de la puerta, dispuesto a salir. Incluso llegó a abrir,
pero antes de bajar cerró de nuevo y se volvió para mirar a Jun.
-Deberías besarme ahora- le susurró
Nino, tras pensarlo durante varios segundos.
-¿Qué?- preguntó Jun, que no creía haber
escuchado bien.
-Se supone que esto es una cita, ¿no?
Deberías besarme antes de dejarme en casa, o podría no darme por enterado de
tus intenciones- afirmó, ladeando una sonrisa traviesa.
-No es una ci…- empezó a decir Jun- Bah-
desistió. ¿A quién diablos pretendía engañar? Era absurdo intentar negarlo
cuando al parecer resultaba tan obvio para todo el mundo.
Desabrochó el cinturón de seguridad y se
inclinó hacia el asiento de Nino, sintiendo como se le aceleraba el corazón
cuando éste cambió su sonrisa juguetona por una más cálida y sincera. Se detuvo
a escasos centímetros de él, llevando una mano hasta su sien, apartando los
mechones que le caían rebeldes sobre la cara. Se acercó un poco más y pudo
sentir como la respiración de Nino se aceleraba levemente, como se humedecía los labios
de manera inconsciente, anticipando el momento. Se armó de valor y acortó la
distancia que les separaba. Fue un roce lento y sutil en el que pudo sentir la
suavidad y la calidez de los labios de Nino, que se ladearon levemente para
acomodarse a los suyos. Durante unos segundos ninguno de los dos se atrevió a
moverse, pero entonces Nino entreabrió levemente la boca, invitándole a pasar.
La lengua de Jun no se hizo de rogar y Nino dejó escapar un suave gemidito al
sentir el húmedo contacto.
Aquel sonido erizó la nuca de Jun y se
llevó cualquier rastro de duda que le pudiera quedar. Sus lenguas se
entrelazaban sin descanso y peleaban por introducirse en la otra cavidad,
enredadas en un beso que parecía no tener fin. Las manos de Nino se habían
decidido a explorar y se habían colado bajo su camiseta, acariciando su
espalda, provocándole mil y un escalofríos y ganas de más. La falta de aire les
obligó a separarse para respirar entrecortadamente, y Jun podía notar como su
pecho subía y bajaba intentando recuperar un ritmo normal. Volvió a su asiento,
mientras se decía que si seguía así iba a acabar mal.
-Creo que debería volver a casa por hoy-
murmuró Jun-. Ya se ha hecho bastante tarde y todavía me queda un buen rato de
conducción.
Nino le contempló en silencio, sin estar
seguro de lo que quería decir. ¿Era una manera educada de escapar de allí?
-¿Quieres… quedarte a dormir?- ofreció,
dubitativo.
Jun negó con la cabeza, con la vista
fija en el frente, sin atreverse a mirar a su compañero.
-No estoy seguro de poder controlarme si
me invitas a subir- murmuró avergonzado.
La risa de Nino, alegre y cristalina,
inundó todo el lugar.
-No soy una chica J, no hace falta que
te preocupes por ese tipo de cosas- le tranquilizó.
Pero Jun negó con la cabeza, obstinado
como él solo. Por un segundo creyó que Nino iba a protestar pero finalmente se
rindió.
-Está bien… pero la próxima vez escojo
yo donde tendremos la cita. Y no quiero quejas si es en mi casa- advirtió en un
ronroneo seductor.
Jun tragó saliva y asintió sumisamente
con la cabeza. Y es que… ¿Qué otra cosa podía hacer?