miércoles, 14 de marzo de 2012

Entiéndeme 06

Notas de autor: Capi nuevo. Diría que entramos en la recta final del fic. Muchas gracias a todas por leer y comentar ^^

Capítulo 06

-Hace tiempo que no salíamos a navegar- observó Sho con una sonrisa mientras seguía a Ohno al interior del pequeño bote.

Satoshi asintió y dejó la mochila sobre la especie de sofá que quedaba enfrente del timón. El espacio era bastante reducido en la sala de mandos así que Sho se quedó en el marco de la puerta, contemplando como el mayor conducía el bote. Estaba de buen humor. No es que Sho fuera un gran aficionado a la pesca- más bien le era bastante indistinta- pero le gustaba hacer cosas con sus compañeros. Además, la cara de Ohno cuando conseguía sacar un pez era digna de ver.

Ya había acabado de oscurecer por completo cuando Satoshi paró el motor y salieron a la zona de la cubierta exterior. Sho le ayudó a preparar las cañas y los sedales, pero dejó que fuera Ohno quien colocara los cebos porque siempre le había dado un poco de grima. Poco rato después los tres anzuelos estaban en el mar, esperando a que alguna presa se atreviera a picar.

Satoshi le sonrió en silencio y encendió una pequeña lamparita de gas, dejándola en el centro de la cubierta para que hubiera un poco de luz. Sho pronunció un mudo gracias, vocalizando sin utilizar palabras. Tiempo atrás Ohno le había explicado que era mejor no tener focos de luz fuertes porque algunas especies de peces los rehuían, pero de todas maneras siempre que salía con él le ponía la lámpara para que Sho pudiera ponerse a leer junto a ella. Se sentó con el libro entre las manos, siguiendo con la mirada los movimientos de Satoshi. Le gustaban esos momentos de silencio y absoluta tranquilidad junto a su líder, sin nada más que el murmullo de las olas y el olor a sal.

Aunque el tiempo estaba ya bastante atemperado, por las noches seguía refrescando y el airecillo que soplaba era frío. Sho se estaba subiendo la cremallera de la chaqueta cuando la primera de las cañas empezó a moverse con pequeños tirones.

-¡Ah!- soltó una pequeña exclamación de alegría.

-Shhhh- le reprendió Satoshi, preocupado porque pudiera asustar a otros peces.

Los dos se apresuraron a coger la caña así que acabaron por sujetarla los dos a la vez. Satoshi iba tan concentrado en conseguir a su presa que ni se había dado cuenta de que también Sho se acercaba, así que cuando sus manos hicieron contacto dio un bote y se apartó con cara de susto. A Sho le dio un ataque de risa al ver la reacción de su líder y acabó por soltar la caña que ya la había sacado de su soporte. Así que esta se empezó a deslizar precipitadamente hacia el agua. Ohno saltó a por ella, casi pasando sobre la barandilla, y la atrapó antes de que se perdiera por la borda, mientras refunfuñaba algo por lo bajo.

Increíblemente el pez todavía no se había soltado del anzuelo, así que Satoshi lo dejó en un cubo con agua mientras colocaba otro cebo y lo volvía a lanzar. Luego se volvió para mirar a su compañero con un puchero de lo más gracioso. No dijo nada, pero Sho captó el mensaje a la perfección. Para enredar las cosas, mejor que no tocara nada. Así que se sentó junto a la lámpara con el libro y se entretuvo alternando su atención entre la lectura y la expresión concentrada de Ohno mientras esperaba paciente que volvieran a picar. No se dio cuenta de cuando empezaban a cerrársele los ojos, ni de cuando fue quedandose adormecido con el suave arrullo de las olas.

Había pasado un buen rato cuando Satoshi se puso a revisar las cañas por pura inercia. Fue en ese momento que se dio cuenta de que Sho se había quedado dormido sobre la cubierta. Suspiró largamente y fue al camerino interior a buscar una manta. Se la colocó por encima, mientras se daba cuenta de que al final no había sido capaz de hablar con él. Llevaba rato diciéndose que en seguida lo haría, que sólo quería esperar a que el ambiente estuviera relajado, pero iba dejando pasar los minutos sin encontrar la manera de empezar. Se aseguró de que estaba bien arropado y apartó algunos mechones rebeldes de la frente de su compañero. Casi sin darse cuenta enredó los dedos en el pelo, toqueteándolo con suavidad. El corazón le dio un salto cuando Sho abrió los ojos, completamente despejado, y le dedicó una mirada seria.

-No me has invitado sólo para pescar, ¿verdad?- inquirió el rapero con voz calmada.

Satoshi permaneció largo rato en silencio antes de negar con la cabeza. Sho sonrió, satisfecho de haber acertado en su deducción.

-¿Y no me lo vas a decir?- le alentó.

Ohno tomó aire en profundidad. Sabía que era ahora o nunca. Quería confesarle sus sentimientos, pero el nudo que se había formado en su garganta hacía que le resultara imposible hablar. Así que se armó de valor e, inclinándose lentamente sobre Sho, juntó sus labios con los de él. Fue un roce suave, inocente, pero tan cargado de significado que era imposible que su compañero no lo hubiera comprendido. Se separó con la vista clavada en el suelo y pasaron varios segundos antes de que se atreviera a levantarla para mirar a Sho.

-¿No vas a decir nada?- preguntó temeroso.

-No- respondió Sho con tranquilidad.

La verdad era que ese beso no le había tomado por sorpresa. Mentiría si dijera que ya conocía sus sentimientos, pero de alguna manera la calmada presencia de Satoshi siempre estaba ahí, junto a él, haciendo que un beso le pareciese simplemente el siguiente paso lógico en la cadena de acontecimientos. Y si era sincero consigo mismo, tenía que reconocer que una parte de él incluso lo había estado esperando.

-Lo entiendo- murmuró Satoshi, dejando que su mirada se perdiera en algún punto lejano del horizonte. Quizás era la mejor respuesta que Sho podía darle, fingir que no había pasado nada y que las cosas siguieran en la tranquilidad de siempre-. No volveré a hablar de ello, así que no tienes que preocuparte- aseguró y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, le dirigió a su compañero una sonrisa que pretendía quitarle importancia.

Sho le miró con seriedad. Allí estaba otra vez, esa sonrisa tan cargada de tristeza que podría partirle hasta el alma. ¿Siempre había sido él el causante? Sujetó la muñeca de Satoshi cuando éste intentó alejarse, con tanta fuerza que el pobre trastabilló y fue a parar al suelo junto a él. Así que Sho no dudó en aprovechar esa cercanía para poner su mano tras la nuca de Ohno y atraerlo hasta su boca. Esta vez fue él quien le besó, dejando que sus labios se enredaran con los de Satoshi en una húmeda caricia que no parecía tener intención de terminar. Cuando por fin accedió a soltarle su respiración se había agitado tanto que su pecho subía y bajaba con velocidad.

-Creo que no me he explicado bien- se disculpó Sho ante la mirada interrogante de Ohno-. No es que no quiera hablar de ello, es que... tengo muchas cosas en las que pensar- añadió, intentando escoger muy bien sus palabras-. Te prometo que te daré una respuesta, pero… necesito algo más de tiempo.

No es que le incomodara la idea de tener una relación con un hombre, pero había demasiadas cosas a tener en cuenta como para lanzarse a ello sin pensar. Estaban el grupo y las fans, la inevitable presión social que tendrían que afrontar y el importante peso de su familia. No podía olvidar que su padre era un conocido político, y una relación así iba a ser polémica para él. Pero sobre todo, quería estar seguro de lo que sentía por Satoshi. No se perdonaría en la vida el darle falsas esperanzas para acabar haciéndole daño.

Satoshi asintió con la cabeza y se movió hasta quedar sentado junto a él, mientras se abrazaba las rodillas con aspecto pensativo. Llevaba esperándole media vida, así que bien podía hacerlo un poco más. Esa respuesta ya era mucho más de lo que se había atrevido a imaginar, y el beso que le había dado… se sintió un poco tonto cuando se sonrojó al recordarlo, así que enterró la cabeza entre las rodillas para que Sho no pudiera verle. No se movió cuando este le llamó suavemente.

-Satoshi- insistió Sho, zarandeándole enérgico de un brazo.

Cuando al fin consiguió su atención señaló el lado de cubierta donde estaban las cañas de pescar. Una de ellas se movía adelante y hacia atrás cada vez con más violencia. Ohno soltó una exclamación y se levantó hacia allá, con tantas prisas que casi se tropezó por el camino. Ni se molestó en contestar a las estridentes carcajadas de Sho que rompían la calma de la noche. Y es que por un momento, incluso se había olvidado de que habían ido a pescar.

***

Jun frunció el ceño mientras dejaba el vaso sobre la barra lateral. No le gustaba aquel lugar. La música estaba demasiado alta, las luces eran demasiado tenues y la gente se refregaba una contra otra en lo que se suponía un intento de bailar. Aiba les había presentado emocionado a las amigas de Hasegawa-san y, después de una cena tranquila, habían acabado en aquel local infernal. Tenía que reconocer que la compañía era agradable y que todas las chicas eran muy bonitas, pero aquello no había conseguido mejorar su humor, aunque intentara disimularlo con una sonrisa digna de revista.

Rechazó por tercera vez la invitación de bailar de la muchacha morenita y centró su atención en Nino. Este reía tontamente de algo que le susurraba una de las chicas al oído, para luego asentir con la cabeza y acabarse de un trago lo que le quedaba de bebida. Apartó la mirada y se concentró en ver pasar a la gente que entraba y salía del bar. De pronto algo empezó a tirar de la manga de su camisa, y se volteó para encontrarse con Nino.

-J… creo que no me encuentro bien- informó al fin. Hacía rato que tenía impresión de que el ambiente en el local era demasiado sofocante.

Matsumoto resopló antes de contestar.

-Dile a tu amiguita que te acompañe a “tomar el aire”- replicó, cargando sus palabras de dobles intenciones-, seguro que después te encuentras mejor- dijo con sarcasmo.

Posiblemente no había sido la mejor respuesta que darle pero llevaba rato aguantándose el mal humor y forzándose a sonreír cuando lo único que quería era salir de allí.

Nino desvió la mirada y asintió con aspecto ausente. Parecía que todavía no se le había pasado el enfado por haberle besado el día anterior. No tendría que haberlo hecho. No tendría ni siquiera que haberlo imaginado, pensó con resignación.

Jun le contempló mientras volvía junto al pequeño grupito y no se extrañó cuando rato después Nino se encaminó a la salida acompañado de la chica, que le pasaba los brazos por la cintura. Jun apoyó la cabeza en la pared y rió con sarcasmo cuando se dio cuenta de que se sentía decepcionado. ¿Qué otra cosa estaba esperando? Se sorprendió cuando, apenas un par de minutos después, la chica se plantó frente a él e hizo una profunda reverencia.

-Lo siento mucho, Matsumoto-san- se disculpó, mientras le miraba con expresión de culpabilidad.

Jun la miró con cara de no comprender, así que la joven le pidió que se inclinara para poder hablarle al oído. Con voz llorosa, le explicó que un conocido fotógrafo le había prometido usar sus contactos si le permitía sacar algunas fotos de Nino entrando con ella a un love hotel. Cuando le había dicho que Nino no hacía más que darle largas, el hombre le había asegurado que no tendría problema para que la acompañase si ponía el contenido del sobre que le daba en su bebida. En el último momento se había dado cuenta de que no era capaz de hacer algo como eso, así que había buscado a Hasegawa y Aiba para contárselo pero no les había encontrado y había acabado recurriendo a él.

-Pero que diablos…- masculló Jun.

Siempre había creído que esa clase de cosas sólo pasaban en los mangas. Siguió a la chica hasta el sofá donde había dejado sentado a Nino. Este tenía los ojos cerrados, y cuando Jun lo tocó para despabilarlo se dio cuenta de que estaba ardiendo. Buscó con la mirada a Aiba pero no parecía haber rastro de él. Maldiciendo entre dientes le envió un mensaje para decirle que llevaba a Nino a casa y salió con él al exterior.

Estaba a punto de entrar en el coche cuando un hombre les salió al paso. Jun le reconoció al acto. Era el fotógrafo del que le había hablado la chica, asiduo de revistas de cotilleos y famoso por inventarse los rumores cuando no los había.

-¿Qué quieres?- preguntó Jun en tono cortante.

-Me has fastidiado el trabajo de esta noche… ¿Estás intentando entrar en mi punto de mira, Matsumoto-kun?- preguntó el hombre. Sonrió con cinismo, mostrando una hilera de dientes irregulares.

Jun decidió ignorarle y apretó el botón de las llaves, abriendo la puerta del copiloto y haciendo que Nino se sentara. Este soltó un quejido apagado cuando Jun le abrochó el cinturón.

-¿Qué coño le has dado?- inquirió, cerrando con un portazo.

-Sólo un excitante. Se le pasará en cuanto duerma unas horas o eche un polvo- el hombre se encogió de hombros como si no fuera gran cosa-, aunque... parece que mezclarlo con alcohol no le ha sentado demasiado bien- rió.

Jun le fulminó con la mirada. A él no le hacía puta gracia. Las carcajadas del fotógrafo aumentaron de volumen ante el evidente cabreo del joven.

-Vamos Matsumoto-kun, los dos sabemos que tampoco hubiera sido algo que se salga de lo habitual- dijo con una sonrisa sarcástica.

Aquello fue la gota que colmó el vaso de su paciencia. Antes de que tuviera tiempo de pensar, su mano se movió sola para soltar un puñetazo que borrase aquella mueca burlona. Se metió en el coche con cansancio y dedicó una larga mirada a Nino, que dormitaba inquieto a su lado revolviéndose y murmurando algo incomprensible.

-¿Y ahora qué hago yo contigo?- le preguntó derrotado, mientras ponía en marcha el motor.

lunes, 5 de marzo de 2012

Entiéndeme 05


Notas de autor: Bueno, esta vez he tardado un poquito más de lo usual por culpa de las dudas. Tenía dos posibles ideas para seguir el fic y me ha costado decidirme por una de ellas. Pero ahora ya está. Gracias por la paciencia, por leer y por comentar ^^

Capítulo 05


Jun inclinó levemente la cabeza cuando el fotógrafo le felicitó por su trabajo. Habían tomado ya las fotos individuales y también la parte inofensiva de sus fotos conjuntas, esas en las que solían salir haciendo cualquier tontería. Ahora tocaba la parte supuestamente comprometida.

Estuvieron negociando cómo y donde se haría la sesión. El fotógrafo quería que fuera en la cama del personaje de Jun, mientras que su asistente alegaba que eso sería demasiado explícito y acabaría con la gracia de la serie. Después de discutirlo con ellos y con la entrevistadora acabaron decidiéndose por el patio exterior.

Les habían dado vía libre para que interpretaran sus personajes como les pareciera más adecuado, así que Nino se colocó sobre el muro de poco más de un metro que delimitaba el terreno de la casa y que solía saltar para colarse dentro en vez de llamar a la puerta. Se puso en cuclillas y sonrió a Jun, mientras le hacía gestos con un dedo para que se acercara.

Este lo hizo con movimientos pausados y el ceño levemente fruncido, en una perfecta imitación de su personaje que hizo lamentar a la entrevistadora el no tener una cámara de video a mano. Cuando Matsumoto llegó junto a Nino, este le cogió del borde de la camisa y tiró de él para acercarlo, sin perder aquella expresión de estar disfrutando con todo aquello. Jun ya no sabía si Nino se había metido en su personaje, que solía divertirse sacando al suyo propio de sus casillas, o tenía en mente alguna retorcida idea que no acertaba a comprender. Fuera como fuese se dejó llevar y pronto se encontró a escasos centímetros de los labios de su compañero. La respiración de Nino haciéndole cosquillas en la nariz le hacía ser plenamente consciente de la poca distancia que les separaba.

Los flashes se produjeron en una rápida sucesión. Tanto el fotógrafo como su asistente estaban armados cámara en mano y se movían alrededor de ellos, disparando sin descanso el botón de capturar. Nino retorció la camisa de Jun entre sus dedos, asegurándose de que no se le iba a escapar, y estiró para acercarlo todavía un poco más. Esta vez Jun pudo notar el roce de sus labios mientras intentaba estabilizarse tras el inesperado tirón. Nino se había separado en seguida, pero dejando entre ellos tan poco espacio que estaba seguro que el más mínimo movimiento los volvería a juntar.

-¿A qué estás jugando?- preguntó.

-No estoy jugando, sólo hago mi trabajo- se defendió Nino- Tra-ba-jo- deletreó con deliberada lentitud, dejando que sus labios y los de J se juntaran con cada una de las sílabas.

La reacción de Jun no se la habría esperado ni en un millón de años. Había respondido al último roce atrapando su labio inferior con los dientes. Había sido sólo por una fracción de segundo, pero lo suficiente para lanzar su muda advertencia. Estaba invadiendo descaradamente su espacio personal y eso no podía tener buenas consecuencias. Pero Nino no pudo resistirse a la tentación. Le besó- un beso fugaz y relativamente inocente como los que muchos de ellos habían compartido en el escenario- y se inclinó levemente hacia atrás, por si acaso. Pero aquello no bastó para disuadir a Jun, que le cazó a media retirada, y esta vez sí le dio un buen mordisco. Nino intentó apartarse de manera instintiva, pero entonces se dio cuenta de que iba a caerse hacia atrás así que se sujetó con las dos manos a la camisa de Jun. Cuando se quiso dar cuenta de lo que pasaba ya estaban los dos precipitándose hacia delante y aterrizando en el suelo del patio interior.

Jun hizo una mueca por el golpe y se incorporó sobre los codos para mirarle con expresión enfurruñada. Si no hubiera estado haciendo el tonto no se hubieran caído. Iba a reprenderle, pero la pregunta de Nino consiguió que cualquier idea coherente que estuviera pasando por su cabeza desapareciera por completo.

-¿No vas a besarme?- inquirió, mirándolo sin un parpadeo.

Ni siquiera sabía porque había dicho aquello. Todo lo que había hecho hasta ahora podía pasar por un juego, una pequeña licencia que se había permitido por las circunstancias de aquella curiosa sesión de fotos. Pero la pregunta le había salido del fondo del alma, sin pensarla, sin que tuviera tiempo de pensar las consecuencias que podía traer, simplemente expresando su deseo con tanta seriedad que era imposible que Jun lo pasara por alto. Intentaba encontrar alguna salida ingeniosa que convirtiera aquello en una de tantas bromas, pero lo único en lo que conseguía pensar era en la sensación agridulce de los labios de Jun. 

Notó como una mano del menor se movía tras él. Pensó que J le daría uno de sus famosos golpes, pero la mano simplemente se colocó tras su nuca, consiguiendo que el corazón se le acelerase. Jun no estaría pensando en besarle de verdad, ¿no? ¿Es que no se daba cuenta de que estaba a punto de perder la poca sensatez que le quedaba? Sintió como tiraba de él, suavemente pero con una decisión innegable, para ir reduciendo la distancia que les separaba.

-No lo hagas- suplicó Nino, con una nota de pánico en la voz.

¿Cómo iba a ocultar lo que sentía si realmente terminaban besándose? No importaba cuanto intentase mantener la cabeza fría, sabía que la situación se le estaba yendo de las manos. Ya no se iba a conformar más con un simple roce casual. Y aquel no era el momento ni el lugar. Cerró los ojos de puro alivio cuando Jun se detuvo, dándole un poco de espacio para controlar el torbellino de emociones que bullía en su interior.

-Buen trabajo chicos- les felicitó entonces el fotógrafo, dando por finalizada la sesión.

Nino exhaló aliviado, agradeciendo la interrupción que había puesto fin a aquella locura que él ya no sabía como parar. Se puso en pie e hizo una reverencia para agradecer su esfuerzo. La entrevistadora estaba tan emocionada que parecía que de un momento a otro se iba a poner a aplaudir, asegurándoles que había sido casi como tener esa escena censurada del manga que tantas fans ansiaban ver.

Jun se excusó condescendiente, asegurando que tenía algo de prisa, y se alejó a buen paso hacia el camerino. A Nino no le quedó más remedio que escuchar con cara de interés los últimos detalles que le estaba dando la mujer. En cuanto hizo una pequeña pausa aprovechó para despedirse y salir prácticamente corriendo tras él. Sabía que la pobre mujer quería darle los detalles de cuando se publicarían las fotos y otras cosas por el estilo, pero en ese momento no podía importarle menos. Que informara a la agencia o lo que le pareciese más conveniente, pensó mientras apretaba insistente el botón del ascensor.

Encontró a Jun en la planta baja, avanzando decidido por el pasillo que conducía a la salida del edificio. Pensó en llamarle pero estaban demasiado cerca de la recepción y seguro que alguien se acercaría para comprobar que todo estaba en orden. Así que aceleró el paso para atraparle antes de que saliera a la zona llena de gente que siempre era la entrada.

-Espera- pidió, sujetándole de la muñeca.

Jun se sobresaltó y se volvió para mirarle con expresión indescifrable.

-¿Qué quieres?- preguntó con brusquedad.

No entendía a que estaba jugando Nino. Por un instante había sido tan tonto de creer que si le besaba estaba bien. Pero entonces le había vuelto a alejar y se había mostrado tan aliviado cuando el fotógrafo les separó que a Jun le había parecido que se le iba a hacer añicos el corazón. Bueno, la culpa era suya, por pensar que detrás de los jueguecitos de Nino podía haber algo más. Aunque eso no le hacía sentirse menos enfadado, una cosa era hacer el tonto con cosas triviales y otra jugar con sus sentimientos. Frunció el ceño cuando vio que simplemente seguía parado allí, sin decir nada más.

-¿No has hecho ya suficiente el tonto por hoy?- dijo con brusquedad. Nino le sostuvo la mirada durante unos instantes, desafiante, pero finalmente soltó su muñeca y asintió con la cabeza.

-Lo siento- murmuró, bajando la vista de manera que el flequillo le cubriera los ojos.

Él había tenido razón desde el principio, no sabía en que estúpido momento se les había ocurrido a Riida y a Sho que un intento de aproximación podía resultar bien.

-Nos vemos mañana en el plató- se despidió Jun de manera seca.

Cuando Nino finalmente levantó la vista, ya salía por la puerta del estudio de grabación.


***

-Vamos a tomar un descanso, por dios- suplicó Sho, apoyando las palmas de las manos sobre las rodillas y tomando aire en profundidad.

Alguien parecía que no tenía un buen día, porque tan pronto como se habían reunido en la agencia después de comer Jun les había hecho pasar a una de las salas de ensayo y les había puesto a bailar sin miramientos. Normalmente dejaban pasar algo de rato mientras discutían algunos detalles del concierto y luego empezaban con las canciones más tranquilas, pero llevaban ya cerca de dos horas de caña sin parar. Le daban ganas de preguntarle que puñetas le pasaba, pero cada vez que miraba la expresión concentrada de Jun tenía la impresión de que no iba a ser buena idea.

Sho se volvió para mirar de reojo a Nino. El día anterior habían estado juntos en una entrevista, y por la mañana habían estado grabando el dorama. Igual él sabía que le pasaba. Pero este simplemente le sonrió como si la cosa no fuera con él, así que se encogió de hombros y se concentró en recuperar el aliento.

Hubiera estado bien que simplemente disfrutaran de aquellos momentos de descanso, pero Aiba no parecía ser para nada consciente del poco humor de Jun porque empezó a revolotear emocionado alrededor de todos como si estuviera en pleno ataque de aceleración. Finalmente se detuvo en el centro de todos y sonrió ampliamente.

-Esta noche… ¡vamos todos a tomar algo!- anunció con un pequeño saltito. Casi todos se disculparon al acto, asegurando que tenían otras cosas que hacer-. Ah, pero he quedado con Hasegawa-san y unas amigas suyas… no puedo ir yo solo, le he prometido que llevaría chicos guapos- protestó cogiendo las manos de Nino y agitándolas en una súplica.

-Está bien- accedió, y como recompensa recibió un innecesario abrazo de Aiba.

Sho le dedicó una significativa mirada a Jun. Nunca pasaba nada bueno cuando Aiba y Nino salían solos a beber. Además, posiblemente le haría un favor a su mejor amigo si conseguía convencer a Jun de que les acompañase.

-Te va a tocar vigilarlos- le dijo con una palmadita en la espalda.

-Puedes ir tú- replicó Jun con fingida indiferencia.

-Le prometí a Riida que en nuestro próximo día libre conjunto iríamos a pescar- le recordó.

Jun hizo una mueca. Cierto, él que se las había ingeniado tan bien para que se fueran a cenar a solas, y lo único que se le ocurrió a Ohno fue la genial idea invitarle a pescar. Bueno, al menos la cosa no había acabado del todo mal. Se iban solitos en un bote, en mitad de la noche, y al día siguiente ninguno de los dos tenía que madrugar. Riida había sido capaz de crear la ocasión ideal, así que esperaba que no la desaprovechase tontamente. Aunque eso le dejaba con la molesta obligación de ser él quien acompañara a aquellos dos. Les dirigió una larga mirada, mientras Aiba le contaba emocionado que las amigas de Hasegawa-san eran todas miembros de una agencia de modelos. No, definitivamente no quería salir con ellos y ver a Nino coquetear con una y con otra. Desvió entonces la mirada a Ohno, que le hizo un gesto suplicante con las manos, y supo que no iba a poderse negar.

-Está bien… pero me debéis una los dos- aceptó a regañadientes. Esperaba que al menos la noche no resultara muy larga.