lunes, 12 de julio de 2021

Lo sé

Título: Lo sé
Género: vida cotidiana, romance
Personajes: Nino, Jun
Parejas: Matsumiya
Notas del Autor: Este fic en realidad tiene un montón de tiempo, antes que el de entiéndeme, pero por algún motivo no lo había subido aquí. Así que a ponerle remedio.
Advertencias: lemon

Lo sé

Cuatro pares de ojos se quedaron mirando fijamente la puerta que acababa de cerrarse con un golpe airado, sin acabar de comprender lo que acababa de pasar.

-¿Ha sido culpa mía?- inquirió preocupado Aiba.

Sho negó con la cabeza para tranquilizarlo. Jun llevaba unos días de lo más irritable. Que Aiba estuviera revoloteando con su hiperactividad habitual e intentando que los demás le hicieran caso había sido simplemente la chispa que le había hecho saltar, pero desde luego no era la causa. Incluso Nino dejó su videoconsola a un lado y se levantó con fastidio del sofá para acercarse al resto de los chicos, que no podían ocultar la mirada de preocupación.

-¿Le habrá dejado la novia?- aventuró Ohno. A veces se perdía esos detalles.

-No está saliendo con nadie- corrigió Sho, y su comentario fue seguido por un silencio incómodo que sólo Aiba se atrevió a romper.

-Alguien debería ir a buscarle, ¿no?- dijo, pero aunque fue él quien lo propuso no mostró intención alguna de salir de la habitación.

-¿Jankenpo?- sugirió Sho.

Era obvio que a ninguno le apetecía lidiar con Jun en ese estado, pero el rodaje del programa empezaba en diez minutos y alguien tendría que calmarle. Entonaron la consabida cancioncilla al tiempo, para acabar mostrando cuatro palmas de la mano. El nuevo intento dejó a salvo a Ohno y a Aiba, que no se molestaron en disimular su alivio. Los otros dos volvieron a repetir el proceso. El grito de alegría de Sho sonó casi al mismo tiempo que la protesta de Nino. Odiaba perder, aunque fuera en algo que no le importaba hacer como aquello. Tras dirigir un estudiado puchero de crío enfurruñado al resto del grupo, salió del camerino.

No le costó mucho dar con Jun. Sabía que lo encontraría en las escaleras de emergencia, alejado de miradas indiscretas mientras intentaba controlar su mal humor. Abrió la puerta y efectivamente allí estaba, sentado unos escalones más abajo con la vista perdida en algún punto de la lejanía. Un escalofrío le hizo estremecerse de manera involuntaria, culpa del contraste entre la temperatura agradable del estudio y el frío del exterior. Jun no se molestó en voltearse hacia él ni tan sólo cuando cerró la puerta con un golpe deliberado, así que se resignó a soportar el aire gélido y bajó los peldaños con lentitud. Se sentó justo un escalón por encima de él, con las piernas abiertas a ambos lados y pasando los brazos entorno a los hombros de Jun.

-Te vas a quedar helado- informó, frotando los brazos de su compañero. Jun se limitó a asentir con la cabeza y dejarle hacer, un privilegio con el que bien pocas personas podían contar-. ¿No vas a decírmelo?- se aventuró a preguntar.

Jun no respondió de inmediato, pero dejó caer su peso ligeramente hacia atrás para recostarse sobre él. Aquello era una buena señal. Nino esperó paciente, limitándose a apretarle más contra su cuerpo para hacerle entrar en calor.

-Hay una escena de la película que no consigo hacer bien- confesó finalmente.

Nino sonrió para sí mismo. Tendría que haber supuesto que si algo conseguía irritar de aquella manera al perfeccionista Jun tenía que estar relacionado con el trabajo. No sabía exactamente de qué iba la peli pero si no le fallaba la memoria era alguna clase de drama romántico dirigido a treintañeras.

-¿Qué tipo de escena es?- inquirió.

-De cama- llegó la respuesta tras un largo momento de silencio.

Eso también lo debería haber visto venir. Jun tampoco lo había pasado bien mientras rodaba Tokyo Tower. Le gustaban los retos y aceptaba papeles que le parecieran interesantes sin importar la dificultad, pero no era ningún secreto que se sentía incómodo en escenas íntimas.

-Vale… el gran Ninomiya-sama te ayudará así que no tienes de que preocuparte- dijo dándole un par de palmaditas en un hombro con expresión satisfecha.

-No te burles- advirtió Jun.

-No lo hago- aseguró, intentando ocultar lo mucho que le divertía la situación. Supo que no lo había conseguido cuando Jun le dedicó una mirada ceñuda que amenazaba con venir seguida por uno de sus terribles golpes como siguiera con el cachondeo-. En serio, me pasaré por tu casa después de cenar y a ver qué podemos hacer.

Jun se lo pensó unos instantes antes de asentir con la cabeza. Nino había rodado un par de escenas comprometidas en Ohoku así que quizás le vendría bien su punto de vista. Consultó su reloj y se puso de pie, sacudiéndose un poco los pantalones y ofreciendo una mano a su compañero para que se levantara también.

-Ya casi es hora de grabar así que deberíamos volver al estudio- dijo en tono pragmático, antes de empezar a subir los escalones.

Nino le contempló unos instantes antes de ponerse en marcha también. Ahí volvía a estar el Jun de siempre, pensó con cierta amargura. A veces echaba de menos el Jun de antaño. No era que le disgustara el Jun de ahora, pero un simple gracias o una pequeña muestra de cariño tampoco le iban a matar. A fin de cuentas Nino siempre estaba ahí para él. Sonrió, la misma máscara despreocupada de siempre, y trotó hasta el estudio tras él.

El resto del día transcurrió sin mayor complicación. Grabaron el programa con las bromas de cada semana y dedicaron la tarde a sus proyectos personales. Pasaban ya de las nueve cuando Nino se detuvo ante la puerta de Jun y apretó el timbre, envolviéndose más si cabía en su abrigo. Su anfitrión insistió en que tomara algo caliente antes de nada y pronto se encontró sentado en el sofá, con un té en una mano y el guión en la otra. Dejó ambos en la mesita para encarar a Jun, que estaba sentado al otro lado del sofá abrazado a sus rodillas como si esperase un veredicto.

-Es… apasionada, desde luego- concedió. La escena tenía un elevado contenido sexual. No sobre el acto en sí, que a fin de cuentas tenía lugar debajo de la seguridad de las sábanas, pero las escenas previas eran indudablemente explícitas, con los protagonistas desvistiéndose el uno al otro e insinuando besos y caricias en lugares demasiado íntimos para horario infantil.

Tratándose de Jun, eso iba a requerir paciencia y una buena dosis de práctica. Probó a estirarse hacia atrás pero el respaldo del sofá estaba demasiado cerca, el espacio era demasiado pequeño y la situación en general poco realista. El cuarto de Jun era mucho mejor. Incluso podían empezar la escena desde la puerta, que era donde arrancaba la acción.

-Vamos- instó, levantándose y entrelazando las manos para estirarlas y sacarse el entumecimiento y los últimos restos de frío de encima.

-¿Dónde?- quiso saber Jun, que no había sido capaz de seguir el hilo de sus pensamientos.

-A ensayar la escena hasta que te sientas cómodo con ella. Yo haré de Myu-chan, que será más realista que tenerte repitiéndolo al aire una y otra vez.

Jun se puso en pie sin demasiado entusiasmo y se acercó hasta la entrada del dormitorio.

-¿Has memorizado el guión?- inquirió enarcando una ceja. No sería una práctica muy útil si a mitad tenían que parar para que Nino consultara su parte.

-Hm. Myu-chan solo se deja llevar así que no es muy complicado- asintió de lo más seguro.

-Vale… pues vamos allá- dijo, cerrando los ojos un par de segundos para rescatar la escena de su memoria.

En realidad la acción empezaba en la entrada de casa, con los dos protagonistas caminando entre besos torpes y urgentes en dirección a la habitación. Podían obviar esa parte porque tampoco parecía que tuviera mayor complicación. Cogió a Nino de la cintura y lo empujó hacia atrás, apresándole entre su cuerpo y la puerta del dormitorio. Colocó las manos a ambos lados de su cabeza para impedirle escapar, mientras pensaba en lo rematadamente típica que resultaba aquella escena, y esperó. Enarcó una ceja al ver que Nino no se movía y se separó ligeramente para mirarle sin parpadear, visiblemente molesto porque no hubiera seguido con su parte del papel.

-Se supone que tienes que besarme- se adelantó Nino a la previsible reprimenda. Curvó los labios en una sonrisa burlona ante la expresión totalmente desubicada de Jun-, el guión dice que has de besar a Myu-chan- insistió.

-No voy a besarte- afirmó categórico.

Nino no pensaba llevar su pequeño jueguecito más allá pero la respuesta de Jun fue tan rotunda y acompañada de unos morritos tan graciosos que se le hizo imposible no fastidiarle un poco más.

-Oh vamos J, no seas crío. Los dos somos actores. Y estamos solo tú y yo- punzó.

Jun frunció el ceño. Precisamente porque estaban los dos solos no quería besarle. No era que le preocupara Nino, él siempre estaba repartiendo abrazos, besuqueando al resto de los miembros, metiendo mano y regalando fanservice en general. Sabía que no había nada más a parte de contentar a su público y divertirse a costa del desafortunado arashi que hubiera acabado en su punto de mira. Pero le preocupaba su propia reacción. Porque Kazu era como era, siempre fastidiando, siempre enredando a su alrededor, molestándole y consintiéndole a partes iguales, su presencia se había convertido en algo necesario a su alrededor. Mucho más necesario de lo que a Jun le gustaría admitir. Volvió su atención al presente solo para encontrarse con la expresión triunfante de Nino. Tenía los labios apretados en un intento de contener la sonrisa pero era evidente que estaba disfrutando. Qué diablos, el maldito retaco tenía razón. Los dos eran actores y Jun era demasiado orgulloso para dejarle quedar por encima de él.

-Está bien- concedió, y antes de darse mentalmente tiempo a arrepentirse se inclinó para juntar sus labios con los de él.

Nino tuvo que admitir que aquello le había tomado por sorpresa. La repentina cercanía de Jun y el leve roce de su boca. Aunque aparte de eso no podía decirse que aquello tuviera mucho de beso. Jun estaba rígido, estático y tan obviamente incómodo que solo pudo estallar en carcajadas.

-Perdón, perdón es que… - se disculpó fervientemente cuando le dirigió una mirada funesta- estabas tieso como el palo de una escoba, J. No me habría creído para nada ese beso si fuera un espectador- pinchó.

No, no era eso lo que tenía pensado decir, pero esa parte de mocoso malcriado e irritante había hecho aparición sin que pudiera evitarlo. Antes de que tuviera tiempo de suplicar por su vida- porque meterse con las dotes interpretativas de Jun era pasar de largo la línea de lo que estaba permitido- notó como este le cogía de la camiseta y le empujaba contra la puerta. Y esta vez sí fue un beso en toda regla, que no tuvo nada que ver con el anterior.

Jun se pegó totalmente a él, tanto que sentía por completo el peso de su cuerpo y el calor que emanaba de él. Los labios chocaron decididos contra los suyos y esta vez no se estuvieron para nada estáticos. Hicieron presión, se separaron para jugar con los suyos y mordisquearon levemente su labio inferior hasta que este se abrió. Y entonces todo se volvió húmedo y su estómago pareció querer encogerse sobre sí mismo. Así que así era como besaba Jun, pensó cuando la lengua irrumpió demandante en su boca, decidida a ser ella quien tomara el control.

-Nino- Jun pronunció su nombre en poco más que un susurro, pero había firmeza en su tono- La puerta- indicó-, se supone que tienes que abrirla tú.

Aquellas palabras le trajeron de vuelta a la realidad. Abrió los ojos para encontrarse con un Jun que esperaba entre impaciente e irritado a que siguiera con su parte del guión. Rió para sí mismo al darse cuenta de que por un momento se había olvidado por completo de que estaba interpretando un papel.

-Voy, voy- dijo mientras tanteaba en busca del pomo y lo giraba al conseguir dar con él-. No sabía que fueras tan impaciente, J- añadió en tono juguetón.

Matsumoto resopló y arrastró a Nino hasta la cama para arrojarle sobre el colchón. No estaba de humor para los jueguecitos del maldito mocoso del grupo. Odiaba aquel dorama, odiaba aquella escena y estaba empezando a odiar esa habitación donde sólo estaban Nino, él y esos estúpidos sentimientos que no quería enfrentar. Sólo quería acabar pronto con todo y alejarse de ese maldito cuerpo que parecía ser capaz de hacerle perder el control.

Mientras Jun colocaba una rodilla sobre la cama para acercarse a él, Nino se prometió que jamás en la vida volvería cuestionar su capacidad de interpretación. Nunca había visto una imagen tan sensual como la que ofrecía J mientras gateaba con movimientos felinos hasta él. Contuvo la respiración cuando el rostro de su compañero se detuvo a pocos centímetros de sus labios y tragó saliva de manera involuntaria cuando esté acarició la parte externa de su muslo, levantando la falda imaginaria. La mano de Jun se acercaba lentamente a su cadera, mientras toda la intensidad de sus ojos negros estaba clavada en él. Era algo realmente hipnótico, pensó entrecerrando ligeramente los ojos para concentrarse en la sensación de aquellos dedos sobre él.

-Ups- exclamó de repente Nino, incorporándose sobre los codos. Jun no supo muy bien cómo interpretar su expresión, a medias burlona y a medias sorprendida-. Alguien se ha despertado aquí abajo- confesó con una mirada de lo más significativa al bulto que empezaba a apreciarse en su pantalón. La expresión que se le quedó a Jun al comprender el significado de sus palabras no tuvo precio. No parecía tener claro si soltarle una ostia o simplemente pasar de él. Sabía que no era momento para salir con una de sus bromas punzantes pero eran tan pocas las ocasiones en que Jun quedaba expuesto que era imposible no llevar el juego un poco más allá-. Es culpa tuya J, así que hazte responsable- exigió, sin poder reprimir la sonrisa traviesa que amenazaba con instalarse en la comisura de sus labios.

Casi al acto cerró los ojos y se encogió un poco sobre sí mismo, esperando el previsible golpe. Al ver que este no llegaba abrió un ojo y se encontró con la mirada inescrutable de Jun. Estaba increíblemente serio, parecía obvio que su comentario no le había hecho ninguna gracia. O eso creyó hasta que sus labios se separaron para dejar salir la calmada respuesta.

-Está bien- accedió.

-¿Eh?- inquirió el mayor, que no creía haber escuchado correctamente.

-He dicho que está bien- repitió en un leve susurro que consiguió congelar el aire en los pulmones de Nino.

En un primer momento pensó que simplemente le estaba siguiendo el juego, pero cuando las manos de Jun empezaron a desabrochar su pantalón sin un ápice de duda tuvo la certeza de que la cosa se le había ido de las manos. Porque Nino podía coquetear e insinuarse despreocupadamente, pero también tenía muy claro que aquella era una línea que no debía cruzar. Ya no por el grupo o los posibles escándalos, que a fin de cuentas siempre terminaban por pasar. Pero le había costado mucho llegar al punto en el que se encontraban ahora, conseguir que el Jun frío y distante aceptara sus muestras de afecto y que llegara a confiar en él. No quería estropear aquello pero… ¿Quién podía resistirse a la intensidad de aquella mirada, a la manera sensual en que Jun se pasaba la lengua por el labio inferior?

Fue totalmente involuntario que sus caderas se levantaran para permitir que Jun se deshiciera de su pantalón. Fue totalmente involuntario el jadeo ahogado que escapó de su boca cuando Jun descendió entre sus piernas y succionó la parte interior de su muslo, en toda una declaración de intenciones. Fue totalmente involuntario que arqueara la espalda y se mordiera el labio inferior mientras la lengua de su compañero ascendía de manera tortuosa por su sensibilizada piel. Y de pronto ya no fue capaz de pensar en nada porque J había llegado a su entrepierna y mordisqueaba su erección por encima de la ropa interior. Eso era lo que pasaba por jugar con fuego, se dijo, que terminaba envuelto en llamas y sin posibilidad de escapar.

Se le escapó un jadeo ronco y bajito cuando Jun finalmente le liberó de su prisión de tela y pudo notar la cálida humedad de su lengua. Aquella imagen no se le olvidaría en la vida, Jun perdido entre sus piernas sin apartar la mirada de él. Oh, había visto esa mirada cientos de veces, tan penetrante, tan magnética, tan segura de seducir a la cámara a pesar de su arrogancia. Pero esta vez no había estudio, ni focos, ni un público indefinido con el que coquetear. Esta vez estaba por completo dedicada a él, mientras su lengua subía y bajaba a lo largo de su erección con una lentitud que le estaba desesperando.

-Jun- murmuró entre jadeos ahogados. El interpelado se limitó a sonreír con malicia, plenamente consciente de lo que quería- Jun- apremió sin ocultar la urgencia en su tono de voz. Jun le estaba volviendo completamente loco y no le importaba hacérselo saber. Enredó los dedos en el cabello del menor y presionó suavemente para marcar el ritmo- por favor- ronroneó.

Esta vez sí accedió a sus caprichos y se dejó guiar, aumentando la velocidad de acuerdo a los dictados de aquellas manos. El ambiente se le antojaba tan húmedo y pesado que a Nino le costaba hasta respirar. Y de repente el calor fue tan abrasador y el placer tan intenso que el orgasmo le llegó casi sin avisar, consiguiendo que por un momento perdiera la noción de donde estaba.

Cuando consiguió abrir los ojos y calmar el ritmo desbocado de su corazón se incorporó lentamente hasta quedar cara a cara con Jun. Este permanecía inmóvil, sin decir nada o reclamarle que ahora era su turno de recibir atención. Nino dudó durante un instante pero finalmente alzó una mano para llevarla a la entrepierna de Jun. Reprimió un suspiro de alivio al notar la dureza que hacía presión contra el pantalón. Se hubiera sentido terriblemente decepcionado si Jun permaneciera impasible después de aquello, pero ahora no era momento de preocuparse por eso. Posó las manos en sus hombros y empujó levemente intentando tumbarlo sobre la cama.

-Nino, no hace falta que…- empezó a decir Jun, sintiéndose repentinamente culpable por haber forzado aquella situación. No podía dejar que la cosa fuera más allá. Pero la vehemente réplica de su compañero cortó cualquier intento de parar aquella locura.

-Cállate y déjame hacer, J- exigió Nino mientras se acomodaba sobre él.

Aquel era uno de sus pequeños privilegios y Nino lo sabía. Si hubiera sido cualquier otra persona seguramente hubiera recibido una respuesta airada, pero Jun se limitó a asentir con la cabeza y dejarse recostar sobre el colchón.

Lo primero que hizo Nino fue quitarse la humedecida camiseta para lanzarla a algún punto indefinido de la habitación. Luego sus manos desabrocharon uno a uno los botones de la camisa morada de Jun y la retiraron con deliberada lentitud. Bajaron en una caricia por los costados y buscaron decididos el cierre del cinturón. Se dio cuenta de que estaba un poco nervioso cuando necesitó dos intentos para soltar la hebilla. Buscó con la mirada la aprobación de Jun antes de atreverse a retirar las prendas que le cubrían y exponer su desnudez. Se inclinó sobre él hasta que sus labios se rozaron y pasó la lengua juguetona sobre el labio inferior de Jun. Él más pequeño de los Arashi había conseguido hacerle perder la cabeza y Nino estaba decidió a arrastrarlo a la locura con él. Sonrió satisfecho cuando obtuvo la respuesta esperada. Los labios de Jun se entreabrieron expectantes, evidenciando el acelerado ritmo de su respiración. La lengua de Nino se introdujo furtivamente en aquella cavidad, pero tan pronto como Jun intentó responder al beso se apartó traviesa y viajó hasta la base de la mandíbula, bajando en un húmedo recorrido desde el cuello a la clavícula. Tanteó sobre el colchón hasta dar con la mano de su compañero y la acercó a sus labios, para introducirse los dedos en la boca de manera insinuante.

-Prepárame Jun- pidió a media voz.

Si a Matsumoto le quedaba algún rastro de conciencia, lo perdió completamente ante el ronroneo de aquellas palabras en su odio. Con el corazón martilleando como loco en su pecho y la cabeza amenazándole con estallar de pura excitación, rodó sobre la cama para posicionarse sobre él. Deslizó la mano hasta llegar a su trasero y contuvo la respiración cuando Nino alzó la cadera en una clara invitación. No apartó la mirada de él mientras dejaba que uno de los dedos se colara en su interior. Estaba un poco preocupado por si aquello le incomodaba, pero el sonido que escapó de los labios de Nino fue de puro placer. Un gemido largo y contenido que consiguió erizarle hasta la última célula de la piel. Jun tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no tomarlo en ese mismo instante. Ni siquiera supo cómo consiguió esperar el tiempo necesario para que el cuerpo de Nino se acostumbrara a la intrusión. Cuando por fin notó como su interior se relajaba extrajo los dedos y posicionó allí su erección. Jun se mordió un poco el labio inferior, sin atreverse a continuar.

-¿Alguna vez has…?- empezó a decir, aunque se sintió incapaz de terminar.

Jun sabía de sobras que había tenido varias relaciones con mujeres así que Nino entendió la pregunta implícita a la perfección.

-Con un hombre no- respondió. Dudó por un segundo pero finalmente también él se atrevió a preguntar-. ¿Y tú?

-Tampoco- repuso Jun tras negar con la cabeza.

-Entonces esto es casi como una primera vez- rió Nino. Pero aunque intentase bromear al respecto su nerviosismo resultó más que evidente.

-Tendré cuidado- prometió Jun.

-Lo sé- le tranquilizó Nino.

Se miraron en silencio durante un instante y entonces Jun se movió. Nino fue incapaz de reprimir el quejido de protesta ante la invasión, que no se podía comparar en tamaño con la anterior. Cerró los ojos un segundo y se obligó a respirar con normalidad. Llevó una mano a la mejilla de Jun para atraer su atención, porque este parecía petrificado e incapaz de continuar. No importaba lo duro y distante que Matsujun intentase parecer, esa preocupación innata por todos los que le rodeaban siempre le hacía adorable.

-Eh… No soy tan frágil como parece- aseguró, tirando de él para atraerlo hasta sus labios.

Jun empezó por fin a moverse en medio de aquel beso y el dolor fue remitiendo poco a poco para dejar a Nino totalmente sumido en un remolino de excitación. Antes de que se diera cuenta intentaba seguirle el ritmo de las caderas y fundirse todavía más con él.

-Jun…- le llamó en un susurro enronquecido- J- insistió con la voz ahogada en placer-, así no puedo moverme bien- se quejó-, déjame estar arriba.

Era imposible no responder a sus deseos. Matumoto rotó sobre el colchón y pronto tuvo a Nino moviéndose sobre él sin ninguna clase de pudor. Levantaba lentamente las caderas para luego dejarse caer y soltar un gemido bajito cada vez que Jun se enterraba por completo en su interior. Era lo más erótico que había visto en su vida y tuvo claro que no aguantaría mucho más. Buscó el miembro de Nino, que volvía a estar duro y erguido, y deslizó la mano a lo largo de toda su longitud.

-Kazu-chan- jadeó con la voz enronquecida al notar como este se contraía apretando su erección.

Aumentó la velocidad y pronto notó como Nino se arqueaba hacia atrás y le oprimía en su interior. El orgasmo le sobrevino en el mismo momento en que Nino derramaba en su mano el tibio resultado de su placer y se dejaba caer agotado sobre él. Le rodeó con los brazos por pura inercia mientras la cabeza todavía le daba vueltas e intentaba recordar como respirar.

No fue hasta que los últimos rastros de placer fueron desapareciendo que el peso de lo acababa de pasar cayó con toda su fuerza sobre Jun. Se incorporó un poco para mirar a Nino con expresión de culpabilidad.

-¿Quieres usar la ducha?- preguntó Jun, intentando controlar el temblor en su tono de voz.

-Hm- asintió Nino. Se incorporó para dirigirse al cuarto de baño que quedaba dentro de la habitación-, puedes acompañarme si quieres- ofreció al darse cuente de que J no iba tras él.

-Gracias por permitirme usar mi baño- ironizó Matsujun, intentando actuar con la mayor normalidad.

Nino rió como siempre y a Jun no le quedó más remedio que tragarse lo que sentía y ducharse junto a él. Le dejaba una sensación de lo más amarga verle actuar como si nada hubiera pasado así que se limitó a limpiarse a toda prisa y meterse en la cama. Ni siquiera sabía si Nino se quedaría a dormir y no tenía el valor para preguntar. Se tapó con las sábanas y dejó que el cansancio se hiciera con él. Casi se había quedado dormido cuando escuchó a Nino sentarse en el otro extremo del colchón, al parecer sin decidirse a entrar.

-Sabes… siempre he pensado que eres de los que sólo se acuesta con la persona que le gusta- dijo Nino al cabo de un rato.

Jun soltó un murmullo de protesta, demasiado agotado como para pensar con claridad.

-Entonces posiblemente será que me gustas- replicó adormilado.

-Buenas noches J- fue todo lo que alcanzó a escuchar antes de que el sueño le arrastrase por completo.


***


Jun frunció el ceño, molesto ante la irritante musiquita que insistía en despertarle. Buscó a tientas el despertador y dio al botón que iluminaba la pantalla. Las seis y media. No, decididamente no era para él, no tenía la entrevista hasta pasadas las diez. El murmullo de protesta a sus espaldas hizo que cualquier rastro de somnolencia desapareciera por completo.

-¿Sí?- dijo una voz masculina una vez que consiguió encontrar el teléfono móvil que no había parado de sonar. La sangre se le congeló en las venas mientras reconocía la voz de Nino y recordaba todo lo que había pasado la noche anterior- ¡Ah, lo siento, lo siento!- se disculpaba su compañero- Me he quedado dormido. Estaré en el estudio en veinte minutos- aseguró antes de colgar.

Jun contuvo la respiración, sin atreverse a hacer el menor movimiento.

-Mierda- masculló la voz de Nino, consiguiendo que el corazón de Jun se le encogiera en el pecho-, mierda, mierda, mierda- repitió mientras correteaba por la habitación.

No tuvo el valor de decir que estaba despierto, así que simplemente permaneció inmóvil mientras su compañero recogía su ropa y se vestía apresuradamente. Le escuchó entrar y salir un par de veces de la habitación hasta que finalmente llegó a sus oídos el sonido de la puerta exterior. Sólo entonces se incorporó para cubrirse el rostro con las manos, intentando reprimir un sollozo.

Sabía que Nino no le hubiera dado demasiada importancia a lo que había pasado, a fin de cuentas sólo había sido un poco de sexo entre dos adultos que se habían dejado llevar por la situación. Pero Jun lo había estropeado todo al decirle que le gustaba. A Nino no le gustaban las complicaciones, ni las relaciones serias, y mucho menos tener que soportar la presión de un amor unilateral. Y a juzgar por la manera horrorizada en que había salido de allí ni siquiera estaba preparado para devolverlo todo al estado anterior. Dejó escapar un gruñido de impotencia mientras apretaba los puños cabreado ante su estupidez.

Iba a ser imposible dormirse de nuevo así que lo mejor sería levantarse y concentrarse en el guión que todavía tenía por memorizar. Encendió la luz e iba a ponerse de pie cuando un papel colocado sobre la mesita de noche llamó su atención. Estaba doblado por la mitad y ponía su nombre en la parte que quedaba a la vista. Lo desdobló con manos temblorosas, sin saber muy bien lo que podía encontrar. Entendería que Nino le pidiese que se distanciara de él, aunque conservaba la pequeña esperanza de que las cosas no estuvieran tan mal como para dejarse de hablar. Con el corazón latiéndole en la garganta, empezó a leer.

“Espero no haberte despertado, no me acordaba para nada que tenía que grabar tan temprano.
Tengo todo el día ocupado con el dorama, pero vendré cuando acabe el rodaje y volvemos a repasar la escena. Intentaré que la terminemos esta vez, aunque no prometo nada.
Kazu-chan
P.d: Posiblemente tú a mí también, así que deja de darle vueltas, baaaaaka”

Jun rió cuando terminó de releer la nota por enésima vez. Sólo Nino era capaz de solucionar las cosas de una manera tan sencilla y despreocupada. Se sentía como un idiota por haberse preocupado sin necesidad, aunque en ese instante no podía importarle menos lo idiota que pudiera llegar a ser. El sonido del teléfono le sorprendió todavía con la sonrisa enamorada en los labios, que se ensanchó de manera involuntaria al ver el nombre que aparecía en la pantalla.

-¿Sí?- respondió.

-Ah, sabía que te había despertado- protestó Nino cuando comprobó que descolgaba al primer tono.

-No importa- le tranquilizó Jun.

-Es porque llegaba tarde- dijo Nino.

-¿Eh?- preguntó Matsujun, que acababa de perderse en la conversación.

-Por lo que decía mierda. Seguro que también le estabas dando vueltas- aventuró.

Jun casi pudo notar como Nino sonreía de manera punzante al otro lado del teléfono por haberle pillado de lleno.

-No estaba preocupado- mintió, aunque su tono de voz enfurruñado evidenciaba todo lo contrario. Suspiró al escuchar el sonidito sarcástico que le devolvió Nino y no le quedó más remedio que admitir su derrota. Siempre veía a través de su coraza, siempre sabía lo que necesitaba y siempre estaba ahí para dárselo. ¿Cómo no enamorarse perdidamente de él?- Gracias- murmuró.

-Hm. De todas maneras no te llamaba por eso- Nino cambió de tema deliberadamente. Ambos sabían que había llamado porque estaba preocupado por Jun, pero no lo admitiría tan fácilmente-. Quiero pasta para cenar- anunció.

-¿Pasta?- repitió Jun enarcando una ceja.

-Pasta- confirmó-. A la carbonara. Y no es negociable- añadió en un tono que sonaba claramente a exigencia-. Ah, te dejo que he encontrado sitio para aparcar- murmuró antes de colgar sin más.

Jun rodó los ojos mientras sonaba el tono de fin de llamada. Iba a estar más malcriado que nunca, se dijo con suspiro de resignación. A penas habían pasado un par de minutos cuando el teléfono volvió a sonar. Supo que era Nino otra vez sin necesidad de leer el nombre.

-Oye J...- Nino se interrumpió incapaz de continuar y el momento de silencio se prolongó con pesadez.

Jun esbozó aquella sonrisa satisfecha que no parecía dispuesta abandonar sus labios.

-Lo sé- le tranquilizó Jun-, yo a ti también- aseguró. No necesitaba escucharle decir un te quiero para saberlo cuando se lo demostraba cada día sin palabras.

-Hmm...- protestó Nino-. Algún día te lo diré.

-¿Es una amenaza?- rió Jun.

-Una declaración de amor- replicó Nino, antes de darle a la tecla de colgar.

Jun no necesitó verlo para saber que al otro lado de la línea, Nino había dibujado la misma sonrisa cómplice que él.

Untold 03

 2018

No estaba muy seguro de porque había acabado en casa de Sho. Había aprovechado su día libre para pescar, aunque esta vez en lugar de la pesca, los protagonistas del día habían sido sus propios pensamientos. Solo, en su pequeño bote, perdido en el calmado oleaje del mar, había tenido tiempo para darle vueltas a muchas cosas. A lo mucho que tenía, y también a lo mucho que se perdía. A lo agradecido que se sentía, pero también a lo terriblemente cansado que estaba. Y no se refería precisamente al aspecto físico, aunque a su edad también le empezaba a pesar. Pero ser Ohno Satoshi, el líder de Arashi, el ídolo conocido allá donde fuera, el personaje público que siempre tenía que mostrar su mejor cara... era agotador. Bueno, tampoco es que en privado fuera una persona diferente, la verdad. Si todos habían podido soportar la presión de estar en el punto de mira 24/7 era porque se comportaban tal cual eran de manera natural. O al menos tal cual estaban dispuestos a mostrar ante los demás, pensó con una pequeña sonrisa al recordar que Jun era mucho más adorable de lo que le gustaba admitir y Nino mucho más confiable de lo que se empeñaba en mostrar. Pero incluso siendo ellos mismos, incluso no siendo ante las cámaras nada más que el tranquilo y sencillo Satoshi, la presión y las expectativas eran demasiado grandes. Y ahora sabía que no solo para él...

Seguramente eso era lo que le había dado fuerzas para tomar aquella decisión que hacía tiempo que rondaba por su cabeza. Puede que fuera una locura, puede que hubiera gente que nunca se lo perdonase, pero al final... al final era lo mejor para todos. Lo mejor para él, que podría encontrar el tiempo para descubrir de una vez quien era. Lo mejor para Sho, que podría centrarse en casarse y tener esos niños que siempre le habían gustado. Quizás Aiba no lo necesitara tanto, pero sin duda era lo mejor para Nino y para Jun... lo único que necesitaban, aunque quizás al principio no lo vieran así.

-¿Sabes? Podrías echar una mano y ayudarme a limpiar el pescado- le reclamó Sho, devolviéndole al momento presente.

-¿Eh? Pero yo lo he pescado. El resto te toca a ti, ¿no va así?- preguntó.

-Me parece que esta repartición es poco equitativa- le protestó divertido, acabando de limpiar el pescado no demasiado convencido.

Ohno suspiró y se quedó mirando como el cuchillo separaba sin dificultad las partes inservibles, de nuevo perdido en sus propios pensamientos.

-Estás muy distraído hoy, nii-san- comentó Sho al darse cuenta del aire melancólico que llevaba- ¿Pasa algo?

-Sho-kun... lo voy a dejar- confesó Ohno con la voz medio ahogada.

 

-¿La pesca?- le preguntó con una ceja enarcada. Era de lo que andaban hablando así que fue lo único que le vino a la mente.

El mayor negó con la cabeza, con la vista en el suelo, observando con detalle los cordones de sus zapatillas deportivas. Llevaba uno de los lazos medio desatado, debería agacharse y apretarlo bien... pero no lo hizo. No hizo nada más que intentar coger fuerzas para lo que venía.

-Arashi- corrigió tras una larga pausa-. No creo que pueda aguantar mucho más... es demasiado trabajo, demasiado tiempo, demasiado sacrificio. Quiero vivir mi vida, con libertad, con los horarios que yo elija, con tiempo para mí, quiero...- lo había soltado todo del tirón y sin anestesia, tal y como lo sentía, aunque no estaba seguro de si aquello último le correspondía decirlo a él- quiero que todos tengamos tiempo para las personas que de verdad importan- acabó por decir, pensando en la conversación que había mantenido unos meses atrás con Jun y que le partía el alma cada vez que la recordaba.

Sho se le había quedado mirando totalmente en silencio. Había dejado de cortar el pescado y estaba totalmente inmóvil, con sus ojos castaños clavados en él, tan quieto que hasta parecía que había dejado de respirar. Ohno empezó a ponerse nervioso y a sentir el nudo de la culpabilidad en la garganta. Si decírselo sólo a Sho era así de difícil, no podía hacerse una idea de lo horrible que sería contárselo a todos…  

-¿Estás seguro de esto?-le preguntó al fin, en un tono tan neutro e impersonal que le dio escalofríos.

-Muy seguro- confirmó Ohno con total firmeza, a pesar de que solo le salió un hilo de voz.

-Entiendo- fue todo lo que dijo Sho, antes de seguir preparando el pescado.

Ohno se había esperado que le preguntase al respecto, o que le quitara importancia diciendo que solo necesitaba unos días libres… que se molestase quizás o incluso que le gritara en plena explosión de enfado… todas las opciones le parecían malas, pero aquella que no se había esperado, esa aparente indiferencia… era mucho peor.

-¿No vas a decir nada?- preguntó con voz temblorosa.

Sho cogió aire y dejó el cuchillo sobre el mármol de la encimera, apoyando las manos en el borde, echando la cabeza atrás mientras se tomaba unos segundos para contener la emoción antes de contestar.

-¿Qué quieres que diga Satoshi? ¿Qué no estoy de acuerdo? ¿Qué eso no es lo que quiero? ¿Qué estoy enfadado? Porque lo estoy. ¡Enfadadísimo!- dijo, aunque  pesar de ello apenas había alzado el tono de voz-. Aaaarg, cielos, estoy tan enfadado que tengo ganas de empezar a tirar los platos contra el suelo hasta que no quede uno solo entero. ¿Pero qué voy a ganar con ello? Porque todo eso ya lo sabes, y no puedo decir nada que te haga cambiar de idea, ¿verdad?- inquirió bruscamente. En realidad no necesitaba respuesta, sabía muy bien que si le había dicho algo tan serio era porque había pensado mucho en ello, porque había tomado una decisión firme que no estaba dispuesto a cambiar.

-Lo siento- fue todo lo que Ohno logró musitar antes de que el nudo de la garganta le apretara demasiado como para contenerlo. Se tapó la cara con las dos manos y se echó a llorar.

-Tskuho- el suspiro inentendible de Sho sonó tan frustrado que hizo que Riida se encogiera desvalido sobre si mismo. Fue en ese momento que Sakurai se dio cuenta de lo difícil que tenía que estar siendo aquello para él. Porque si él estaba dolido y molesto por su decisión, que les iba a cambiar la vida a todos Ohno… Ohno también debía sentirse así. A pesar de que hubiera tomado esa decisión, sabía lo mucho que amaba a Arashi, pero es que además él… él debía sentirse terriblemente culpable por todas las molestias que iba a causar a los demás-. Ven aquí anda…- murmuró en tono suave, aunque a pesar de sus palabras lo que hizo fue acercarse él mismo hasta Ohno y pasarle los brazos por el cuello, pegándolo a él en un abrazo intenso y cálido-. No pasa nada nii-san… Tienes que buscar tu propia felicidad- le dijo en un ronroneo. Le dolía su decisión, por supuesto, pero… hacía tiempo que sabía que Ohno no estaba bien. Seguramente todos lo sabían, aunque ninguno esperaba que la salida que encontrase a la presión fuera aquella. Pero no podían obligarle a seguir haciendo algo que le causaba más infelicidad que otra cosa. Sí, seguramente todos se enfadarían con la noticia, pero ninguno de ellos le iba a culpar. Todos y cada uno de ellos aceptarían lo que fuera con tal de verle sonreír otra vez- Entonces… ¿este será el fin de Arashi?- preguntó, con los ojos llenos de lágrimas.

Ohno se aferró a él, incapaz de hablar durante un buen rato, hasta que pudo calmar un poco el barullo de emociones encontradas que sentía. Porque se sentía terriblemente mal por la pérdida, por la culpabilidad, por todo el dolor que iba a causar, pero también aliviado de habérselo dicho al fin a alguien, e infinitamente agradecido de que Sho le entendiera aunque no estuviera de acuerdo… no podía haber amigos mejores que los que había encontrado en el grupo.

-No lo sé, es posible que no. Quizás solo necesite un descanso… uno muy largo- añadió para no darle la idea equivocada. Puede que dentro de un tiempo se sintiera preparado para volver, pero ahora mismo… ahora solo quería que el mundo parase por un tiempo a su alrededor.

-Bueno, eso es mejor que nunca- le animó Sho, sacando fuerzas de donde no las tenía. Pero si Ohno se iba a derrumbar de aquella manera cuando se lo dijera a los demás, tendría que ser el muro en el que pudiera apoyarse. Le cogió de las mejillas y le alzó el rostro para que le mirase-. Da igual que trabajemos juntos o no, que seamos Arashi o solamente Satoshi y Sho. Siempre podrás contar conmigo, ¿vale?- le dijo en un murmullo suave y con total sinceridad.

Ohno se quedó inmóvil, sintiendo como la calidez de las palabras de Sho le calaba hasta calmarle por completo. Al menos hasta darse cuenta de la cercanía en la que estaban.

-Vale, pero Sho-chan… apestas a pescado- se quejó Ohno, arrugando la nariz en una mueca mientras le cogía las manos y las apartaba de sus mejillas.

Sho se rio de buena gana. Así era Arashi, destruyendo los momentos más serios con el comentario más inesperado. No, así no era Arashi. Así eran ellos, se corrigió. Y sabía que esa era una corrección que tendría que hacerse cientos de veces más, porque no habría Arashi por un tiempo… tendrían que aprender a vivir siendo de nuevo ellos mismos, sin más.

-¿Y de quien crees que es la culpa, señor No-quiero-limpiar-el-pescado?- se quejó Sho, dándole un último toquecillo con el dedo en la nariz antes de volver a la encimera-. A ver, ¿cómo vamos a cocinar esto?- preguntó, intentando animar el ambiente.

Ohno llevó la mano a la nariz, tocando con un puchero en el mismo sitio donde Sho le había tocado, frotándose con suavidad, preguntándose si después de destrozar sus vidas de verdad seguiría teniendo con esos gestos tan naturales y tan íntimos. Le había preguntado algo, ¿verdad?

-Uhm… ¿en un guiso con ostras?- aventuró Ohno.

-¿Y de dónde diablos vamos a sacar las ostras?- protestó Sho, negando con la cabeza-. Anda, abre la nevera y mira que hay- le indicó, riéndose del modo en que su líder parecía siempre perdido en la vida. Sí, desde luego que quisiera dejar el grupo era muy triste, pero sabía que Ohno llevaba tiempo ocultando su tristeza para no molestar a los demás, y si gracias a eso encontraba su lugar… le apoyaría, sin importar cuanto doliera perderle.

Continuará...

jueves, 22 de abril de 2021

Untold 02

 

Disclaimer: Ningún Arashi es mío, por suerte para ellos o no estarían de hiatus, solo de medio vacaciones en las que se pasarían el día haciéndose arrumacos y monerías e indecenc… ehm… digo… monerías, sí.

Pairing: Matsumiya, posiblemente leves toques de otros pairings

Género: vida cotidiana, romance, drama.

Notas: Capítulo dos por aquí, espero que os guste.


2017

 

-¿Hoy no está Sho?- preguntó Aiba, soltando su mochila descuidadamente al tiempo que se tiraba en el sofá.

-Hoy tiene una grabación- informó Jun, bajando la tapa del portátil-, y no te pongas tan cómodo, alguien me ha dicho que aún no te has aprendido los nuevos pasos así que ya estás moviéndote hacia el espejo. Hoy no te vas de aquí hasta que salgan per-fec-tos- anunció, pronunciando la última palabra sílaba a sílaba.

-¡Ah! Has sido tú, ¿verdad?- acusó con un puchero a Nino.

-Pues por increíble que parezca… ha sido Oh-chan- le respondió éste tranquilamente.

-¡Riida!- se quejó Aiba- Te dije que practicaría por mi cuenta.

-Dijiste eso las dos últimas veces y ayer seguías equivocándote- respondió Ohno con cara de no entender porque se molestaba.

-Vale de discusiones absurdas. Todos aquí- instó Jun, haciéndole un gesto a su coreógrafo asistente para que ocupara el sitio de Sho.

-No vamos a salir de aquí ni mañana- se quejó Aiba.

-Ah, ah, ah, habla por ti. Los demás nos sabemos nuestra parte. De hecho, yo me sé hasta la tuya- informó Nino con un encogimiento de hombros. 

Jun le dio al play y estuvieron repitiendo la canción tantas veces que perdieron la cuenta. Aiba había conseguido memorizar más de tres cuartos de la canción, así que Ohno propuso que se tomaran un pequeño descanso. No iba a servir de nada saturarlo, así que se sentaron en los sofás. De todas maneras, Aiba simplemente revisó su teléfono, contestó un par de mensajes, cogió una bebida y en poco más de cinco minutos volvió ante el espejo, a practicar solo como era costumbre en él.

Ohno se encogió de hombros y también se perdió en su teléfono. Parecía que Nino iba a hacer lo mismo pero cuando vio que Jun cogía uno de los libretos de guion se sentó en el reposabrazos de la butaca que el menor ocupaba.

-¿Memorizando tus líneas?- le preguntó.

-Sí. Siempre me cuestan un poco las escenas románticas. O sea, no recordarlas, si no conseguir transmitir lo que siente el personaje.

-No digas tonterías. He visto todos tus doramas románticos y siempre sabes expresar el sentimiento- le corrigió, dándole un par de cariñosas palmaditas en la pierna.

Jun le miró enarcando una ceja. No, nunca nada estaba suficiente bien para él, pero es que además aquella escena se le hacía complicada. Alguien que había estado enamorado de otra persona durante años y al reencontrarse afloraban de nuevo esos sentimientos que deberían estar olvidados… se quedó mirando a Nino, pensativo. ¿Eso era lo que sentía él cuando estaban juntos? Le había pedido hacía tiempo que nada cambiara entre ellos, pero quizás con eso lo único que conseguía era hacerlo todo más difícil, impidiendo que le pudiera olvidar. ¿Estaba siendo egoísta? La verdad, no pensaba mucho en la relación que tenían, pero siendo sincero, le gustaba sentirse especial para él. Seguramente eso era algo extraño. Lo que debería querer es que superase aquello y tuvieran una relación sana y normal de amistad. O quizás que Nino nunca hubiera sentido nada por él. Pero le dejaba una sensación demasiado cálida y agradable el saber que le quería, sus atenciones, sus caricias disimuladas, sus torpes intentos de aparentar que no sentía nada por él. Puede que solo estuviera alimentando su propio ego, pero sí, definitivamente le gustaba que Nino estuviera enamorado de él.

-Ojalá fueras una chica, Nino- murmuró sin ser apenas consciente de que lo decía en voz alta. Sí, todo sería mucho más fácil si fuera una chica. Una actriz, una compañera de rodaje con quien tuviera la misma conexión que tenía con él. Oh, eso solucionaría todos los problemas, sabía lo mucho que a las fans les gustaba fantasear con que lo que pasaba en la pantalla entre los personajes de un dorama pasaba también en la realidad…

-¿Qué diablos dices, J?- esta vez era Nino quien enarcaba una ceja, sin comprender para nada a que venía aquel comentario tan aparentemente sin sentido.

Fue en ese momento que Jun fue consciente de por donde había ido el hilo de sus pensamientos. Eso mismo se preguntaba él. ¿Qué diablos andaba diciendo? Carraspeó intentando centrarse.

-Quiero decir que… entonces podrías ayudarme a practicar estas líneas- dijo de manera totalmente convincente la primera excusa que se le ocurrió.

Nino se echó a reír de buena gana.

-Puedo ayudarte de todas maneras. Por eso se llama actuación, ¿sabes? Porque interpretas algo, aunque no sea verdad- le recordó divertido.

-Hum… supongo- replicó con aparente desinterés en el tema.

-Hagamos un trato. Tú me invitas a cenar y yo te ayudo a practicar- propuso Nino de buen humor.

-De acuerdo- respondió Jun, esbozando una pequeña sonrisa sin darse ni cuenta.

-Bien- murmuró Nino. A él la sonrisa le iluminaba por completo el rostro, sin ninguna clase de discreción- ¡Aiba-chi!- llamó a su amigo, poniéndose en pie lleno de energía-, venga, que te ayudo con la coreo- propuso repentinamente entusiasmado.

Jun negó con la cabeza, sin perder la sonrisa. Mira que era fácil de alegrar…

Al final Aiba acabó memorizando sus pasos mucho más rápido con la ayuda de Nino así que lograron salir de la agencia poco antes de la hora de cenar. Aiba salió de la ducha y se despidió a toda velocidad porque tenía una cita, Nino también acabó en seguida y dijo que esperaría a Jun en la sala, todos sabían que seguramente videojuego en mano. Ohno había terminado hacía rato y aunque podría haberse ido, se entretuvo haciendo tiempo tontamente mientras esperaba a que Jun acabara de arreglarse. Desde luego era el único que dedicaba tanto tiempo a su aspecto físico cuando no iba a nada más que a una cena informal.

-¿Sigues aquí?- preguntó Jun cuando se dio por satisfecho con su pelo y se giró para coger sus cosas.

Ohno asintió, ladeando levemente la cabeza, indeciso durante unos segundos hasta que al final se decidió a hablar.

-¿Puedo preguntarte algo, Jun?- murmuró Ohno.

-Claro Riida- le aseguró el menor con una sonrisa confiada.

-¿Estás enamorado de Nino?- preguntó sin más. Hacía tiempo que tenía aquella vaga impresión, pero había sido esa tarde, mientras los dos charlaban sobre la nueva película de Jun, cuando se había convencido de ello. Eran tantos los pequeños detalles que le delataban... desde el modo especial en que le consentía sin darse ni cuenta hasta la sonrisa distraída que se le dibujaba cuando Nino proclamaba sin disimulo su felicidad por pasar tiempo con él. Y aquel triste "ojalá fueras una chica" que le había salido del alma, aunque luego lo hubiera intentado disimular...

La pregunta le cayó a Jun como un jarro de agua fría, helándole la sangre en las venas. No, eso era algo que no podía ser... era algo que ni si quiera se quería plantear. Porque la respuesta era demasiado triste. Pero no se sentía capaz de mentir a Ohno, a quien le tenía un cariño especial. Así que cerró los ojos y se obligó a enfrentar esa realidad que tanto había intentado esquivar.

-Es posible que sí- dijo en un murmullo apenas audible, mirándole al fin. Ohno enarcó la ceja derecha en una mueca, al parecer nada contento con su ambigua respuesta-. Estoy seguro de que sí- se corrigió con un suspiro.

-¿Y se puede saber por qué diablos no estáis juntos?- le reprochó, quizás algo demasiado molesto. Pero es que era un secreto a gritos lo enamoradísimo que Nino estaba de Jun.

-Por... esto- Jun levantó una mano y giró el dedo índice a su alrededor, como queriendo señalar todo lo que les envolvía-. Por la agencia, por la imagen pública... porque somos Arashi, Satoshi- le explicó sin ocultar la tristeza que eso le causaba-. ¿Crees que la sociedad lo aceptaría? ¿Crees que hay alguna posibilidad de que podamos estar juntos? ¿Algún lugar donde nos permitan ser felices?- le preguntó, sintiendo como con cada pregunta crecía más la herida que parecía dispuesta a desgarrarle el alma.

Ohno se quedó absorto en sí mismo durante unos segundos, pensando en todo aquello con aspecto preocupado y serio.

-No- contestó al fin, con la misma tristeza en la voz.

Ese era el peso de ser un Arashi, tuvo que admitir Ohno. Sí, ser parte del grupo era una de las mejores cosas que le había pasado, y le había dado momentos de felicidad que no cambiaría por nada, pero también les había arrebatado mucho... amistades que se perdían por el camino, tiempo para ellos mismos, la posibilidad de una vida normal, y ahora parecía que incluso les arrebataba el amor... a veces parecía demasiado. Por mucho que ser Arashi fuera sus vidas, el precio a pagar a veces resultaba demasiado alto.

-Seguro que podemos hacer algo- musitó Ohno, negándose a aceptar que tuvieran que sacrificarse así-. Quiero hacer algo... por vosotros dos- no quería ver sufrir a dos amigos a los que se quería tantísimo, tenía que haber una manera de que todo saliera bien.

-¿Puedes cambiar la forma de pensar de la sociedad japonesa?- preguntó Jun con amarga ironía.

-No...

-Entonces no hay nada que podamos hacer- le aseguró el menor, con mirada resignada de alguien que desea lo que nunca podrá tener.

Ohno se quedó parado allí, con aspecto totalmente perdido, desvalido y frágil. Tenía los párpados y los labios apretados en un esfuerzo por contener aquella frustración con la que a duras penas podía lidiar. Jun suspiró y salvó los pocos pasos que le separaban de él para darle un cálido abrazo.

-No pasa nada, Riida, ya lo sabía- le tranquilizó-. Ya sabía que no hay opciones para nosotros dos...

-Pero... no es justo- sollozó Ohno, dejando al fin que el llanto saliera libremente, aferrándose con fuerza a la camiseta de Jun.

-Oye... ¿no debería ser yo el que está llorando?- le cuestionó con un pequeño atisbo de sonrisa.

-Deberías, pero tu orgullo no te va a dejar así que lloro yo por ti- le regañó entre sollozo y sollozo.

Jun sonrió algo más sincero esta vez. Ese cariño infinito que se tenían todos... los lazos que habían formado, pasando a ser más que compañeros de trabajo, más que amigos... eran una familia. Una familia a la que nunca podría decepcionar. Por eso tendría que cargar con aquello él solo, por eso debía seguir siendo el Matsumoto Jun perfecto e inalcanzable que el mundo deseaba ver. Ese que no podía permitirse amar a Nino, por mucho que quisiera.

Ohno dejó salir toda la frustración durante unos segundos más para finalmente apartarse de Jun y secarse las lágrimas con el dorso de la mano, mirándole muy serio.

-Va, no te quedes ahí parado como un idiota... Tienes a alguien esperándote, ¿no?- le recordó a Jun.

-Sí- le confirmó, apretándole cariñosamente un hombro-. Y Satoshi... Nino no puede saber nada. Esto sólo haría las cosas más difíciles para él- le pidió en tono de súplica.

-Sí, sí- le confirmó Ohno rodando los ojos hasta dejarlos en blanco. Ahí estaba el Jun de siempre, el que quería llevar el peso de todo él solo y no molestar a los demás-. Anda ve- le animó con un gesto, mirando con una mezcla de tristeza y cariño como se dirigía hacia la puerta-. Ah, y Jun...- esperó a que se girase para dedicarle una sonrisa cálida y confiada- encontraré una manera- le aseguró.

 

Continuará...

lunes, 29 de marzo de 2021

Untold 01

 Disclaimer: Ningún Arashi es mío, por suerte para ellos o no estarían de hiatus, solo de medio vacaciones en las que se pasarían el día haciéndose arrumacos y monerías e indecenc… ehm… digo… monerías, sí.

Pairing: Matsumiya, posiblemente leves toques de otros pairings

Género: vida cotidiana, romance, drama.

Resumen: Las cosas siempre pasan por algo, aunque a veces no tengamos toda la inforamción. Untold, la hisoria jamás contada de Arashi, sigue a Nino en una historia de amor demasiado complicada y que parece condenada a no tener un final feliz... ¿Podrá recuperar a su adorado Arashi y conseguir a su preciado Jun?

Notas: Vuelvo a la carga (aunque creo que es para mí sola jajaja) con un fic que no será demasiado largo, creo... calculo unos cuatro o cinco capítulos. 

 Puede que contenga lemon (sexo explícito), no lo sé seguro porque no tengo del todo claro como va a acabar el fic... simplemente dejaré a los niños fluir.

Espero que os guste ^^

 

2011

 

Nino se miraba en el espejo con aire crítico, arrugando la naricilla mientras intentaba colocar bien ese maldito flequillo que se empeñaba en metérsele en los ojos. Normalmente no le daba ninguna importancia... no es que se preocupara mucho por su aspecto físico, la verdad, pero ese día había quedado con Jun y sabía que la diva del grupo le iba a refunfuñar como de costumbre por ser tan descuidado si por mala suerte alguien les reconocía y él no estaba presentable. 

 

Le dio un pequeño ataque de risa de lo idiota que parecía allí en su cuarto de baño, solo, nervioso y preocupado por cosas que creía que no le iban a importar jamás. Mira que había tenido citas muchas veces, con chicas e incluso con algún chico que había creído que le gustaban de verdad, y jamás había estado tan nervioso como lo estaba en ese momento. En cambio ese día... ni si quiera tenían una cita, obviamente. Solo se había ofrecido a acompañar a J a hacer unas compras y ver una peli que ambos querían ver, y sin embargo hacía rato que tenía mariposas revoloteando inquietas y emocionadas en su estómago. Debía ser ridículo que aquella no cita le pusiera más nervioso que cualquiera de sus citas de verdad, pero es que nunca se había enamorado de nadie como lo había hecho de Jun. Intensa, profunda y tan desesperadamente que a veces le costaba la vida disimular. Por suerte siempre había sido alguien muy dado a proclamar su cariño al resto de sus compañeros, al contacto físico total y absolutamente innecesario y a esa forma tan suya de cuidar y estar pendiente de los demás, de la que todo el grupo se había dado cuenta aunque siempre intentara aparentar ser caprichoso e indiferente. Así que simplemente hacía lo que podía para disimular lo coladísimo que estaba por Jun y cuando algo era un poco más inusual de lo normal, todo el grupo lo resumía en el consabido "es que es Nino", como si no se tomara nada en serio de verdad. 

 

-Mira que eres idiota, enamorarte así de alguien que no podrás tener jamás- regañó a su reflejo con aire divertido. 

 

Y es que puede que Nino supiera muy bien que su amor nunca sería correspondido, pero es que algo tan sencillo como poder pasar tiempo con Jun, esa amistad que poco a poco iban estrechando o el simple hecho de estar enamorado de él le hacía inmensamente feliz. Sí, estaba seguro que esos sentimientos a la larga solo harían que acabase sufriendo, pero aún y así no los cambiaría por nada.

 

 

2015

 

-Nino, tienes muy mala cara- dijo un preocupado Sho, que por estar más pendiente de su amigo que de lo que hacía había acabado por abrocharse los botones de la camisa mal, así que le tocó desabrocharlos y volver a empezar. No hubo ni una burla por parte del canijo, lo que reafirmó la sensación general en el camerino de que no se encontraba para nada bien.

 

Nino se llevó un pequeño sobresalto cuando se encontró de pronto con la cara de Aiba a solo un par de centímetros, mirándole con el mismo aire alarmado que tenía un cachorro cuando su dueño no se encontraba bien. 

 

-Solo estoy un poco cansado, tengo mucho trabajo últimamente- les tranquilizó forzando una sonrisa. Y no mentía, lo único que le pasaba es que le faltaban horas para descansar. De hecho, llevaba varias semanas con la agenda tan apretada que no había tenido ni tiempo de jugar a sus videojuegos, más que algunos momentos robados con su DS entre grabación y grabación. 

 

-Las dos últimas veces que dijiste eso acabaste ingresado en el hospital- le recordó Sho en tono de regañina. 

 

Nino resopló. No era lo mismo, una de las veces se había desmayado porque se le había juntado el cansancio con anemia y la otra vez se empeñaron en dejarle en el hospital por una inoportuna gripe. Pero cansado... bueno, los cinco vivían cansados y no por ello iban colapsando por ahí. 

 

Iba a replicar, pero justo cuando abría la boca, la mano de Jun se posó con delicadeza en su frente y fue incapaz de hacer nada que no fuera controlar los latidos de su corazón por tenerle tan cerca. A veces le costaba creer que después de tantos años enamorado en secreto de él, todavía consiguiera ponerle así con un simple roce. 

 

-Tienes algo de fiebre- murmuró Jun, su voz más suave de lo que era habitual-. Vete a casa, métete en la cama y descansa. Así con suerte mañana te encontrarás bien- le indicó en ese tono tan suyo que sonaba a orden. Si hubiera sido cualquier otro hubiera pedido que le trajeran alguna medicina, pero la salud de Nino era más delicada que la del resto y prefería que descansase un día a tenerlo luego enfermo durante más de una semana. 

 

-Pero...- dudó un segundo. La verdad, agradecería dormir un poco esa tarde, pero tenían que grabar una de las secciones del Himitsu y no podía simplemente dejarlos colgados. Además, siempre preocupaban demasiado a las fans cuando alguno de ellos se enfermaba y no quería andar alarmando a todo el mundo por nada. 

 

-Diremos que estás en una grabación, no te preocupes- se le adelantó Sakurai, que después de tantos años ya podía leerle casi con la misma facilidad con la que cualquiera leía a Aiba. 

 

-Gracias Sho-chan. Nos vemos mañana chicos- les dijo con una sonrisa agradecida, recogiendo sus cosas. 

 

Se había ido directo a casa, se había puesto un chándal y se había tirado en el sofá con una manta. Tenía pensado ponerse a jugar un rato, pero el agotamiento le había vencido por completo y se había quedado completamente dormido con el móvil en la mano. Así que cuando sonó el timbre de su casa, y le parecía que sonaba por segunda o tercera vez, se dirigió hacia la puerta medio adormilado. 

 

-¿Uhm? ¿Qué haces aquí?- preguntó frotándose los ojos mientras se hacía a un lado para dejar entrar a su inesperado visitante.

 

Lo primero que hizo Jun fue agacharse un poco para inspeccionarle con detenimiento. Le preocupaba que se hubiera pasado la tarde pegado al videojuego en vez de descansar, pero esos ojos soñolientos evidenciaban que había estado durmiendo así que asintió con la cabeza, satisfecho y aliviado.

 

-Buen chico- le dijo revolviéndole el pelo cariñosamente. Si Nino hubiera estado más espabilado seguramente hubiera replicado diciendo que no era un perro, pero lo único que le salió fue un gracioso bostezo que hizo reír por lo bajo a Jun-. He pensado que no te ibas a molestar en preparar la cena así que… te la he traído- le explicó, levantando una bolsa que llevaba.

 

Nino se quedó mirando unos segundos lo que le mostraba, hasta que su cerebro todavía medio dormido empezó a procesar. 

 

-¿Son…?- preguntó con repentino interés y bastante más despabilado.

 

-Ahá- a Jun no le hacía falta que acabase la pregunta. Estaba claro que con esos ojitos de cachorro ilusionado esperaba que fueran hamburguesas.

 

-¿De...?

-Sí- Sabía cuál era su restaurante preferido así que obviamente las había comprado allí.

 

A Nino se le iluminó todo el rostro mientras le quitaba la bolsa de las manos, olisqueando el interior para luego mirarle, todavía con esa expresión adorable de crío que recibe un juguete inesperado.

 

-¿Por qué no me he casado contigo todavía, J?- preguntó emocionado.

 

-Porque en Japón está prohibido que se casen dos hombres- repuso Jun con tranquila indiferencia, entrando hacia el salón con la misma confianza que si fuera su propia casa. 

 

Nino se rió de buena gana de aquella respuesta. Por eso y porque Jun no sentía lo mismo que él, estaba claro. Pero no le importaba. Años de amor no correspondido y seguía sintiéndose una de las personas más afortunadas de la tierra por el simple hecho de haberle conocido y poder pasar tantos momentos increíbles juntos. Trotó alegremente tras él, sentándose a su lado en el sofá

 

-Tienes mejor aspecto. ¿Te ha venido bien descansar?- preguntó el menor.

 

-Muy bien- confirmó. Aunque lo que le hacía sentirse muchísimo mejor era tener a Jun allí, preocupado por él y cuidándole con ese cariño que solía mostrar con todos. A veces le gustaba pensar que J era un poco más cariñoso y más atento con él que con los demás, pero enseguida se sacaba esas fantasías de la cabeza porque no quería llevarse un tremendo batacazo cuando Jun le devolviera a la realidad. 

 

-Pues vamos a cenar- instó el menor, empezando a sacar cosas y dejarlas en la mesita del sofá.

 

Además de la cena y las bebidas había parado en el super a comprar unos snacks como postre y de paso se había llevado un par de revistas en las que salían miembros del grupo. Era una costumbre que tenía desde hacía tiempo, tanto con sus programas como con sus entrevistas, le gustaba revisar todo lo que se publicaba de ellos. Nino se miró la portada de una de ellas arrugando la naricilla antes de dejarla olvidada a un lado del sofá y pasar a lo que realmente le interesaba: la caja que olía deliciosamente a su salsa preferida para hamburguesa.

 

Como de costumbre, casi todo era trabajo con J, así que se pasó la cena explicándole la idea que había tenido para las presentaciones en el próximo concierto y como quería hacer una entrada espectacular donde los Juniors tuvieran bastante importancia esta vez. Nino asentía conforme cuando visualizaba lo que iba proponiendo, le daba alguna que otra idea y hasta le enarcaba una ceja con duda cuando no veía algo claro, haciendo que Jun se replanteara la idea y encontrase otra mejor. De pronto pareció darse cuenta de lo que hacía y se calló de golpe.

 

-Pero no más trabajo por hoy- aseguró, poniendo una mueca de disculpa-. Soy una compañía aburrida, ¿verdad?- se lamentó, dejándose caer de cualquier manera en el sofá mientras le daba un bocado a lo que le quedaba de hamburguesa.

 

-A mí no me molesta- se apresuró a asegurar Nino. Que sí, que todo el mundo sabía que prefería dedicar tiempo a sus hobbies de friki y que no se llevaba el trabajo a todas partes como él, pero podría escuchar a Jun hacer planes sobre Arashi durante horas. Le gustaba ver a la persona que quería con ese brillo en los ojos mientras hablaba de cosas que le apasionaban-, aunque… deberías replantearte tus temas de conversación si pretendes encontrar novia, J- le chinchó con una sonrisa traviesa.

 

-Desde luego que te encuentras mejor- afirmó Jun. Ahí volvía el crío deslenguado que tan acostumbrado estaba a tener a su alrededor, pensó, quedándose más tranquilo-. Y no tengo ni tiempo ni ganas de encontrar novia, gracias por tu preocupación- le replicó levantando la cabeza muy dignamente.

 

Nino se rió por lo bajo de su fingida autosuficiencia. No había duda que si no tenía novia era porque no quería, estaba más que seguro de que podría tener prácticamente a cualquier mujer que le interesase. Pero allí estaba, en su casa, sacrificando horas de tiempo que podría dedicar a cosas más interesantes solo porque estaba preocupado por él. ¿Cómo no iba a estar completamente enamorado? Cada vez que se decidía a olvidarle ahí estaba Jun, con uno de esos gestos tan suyos que hacían que fuera imposible escapar de él.  Jun se había quedado mirando distraído un programa de variedades mientras él cogía la DS y antes de que se dieran cuenta habían pasado un par de horas. J se había quedado dormido en algún momento indeterminado, no se había dado cuenta hasta que se había escurrido en el sofá sobre él. Así que se movió para acomodarlo un poco mejor y Jun acabó por tumbarse del todo, con la cabeza apoyada en su regazo. Nino se lo quedó mirando unos segundos, sonriendo embobado sin poder evitarlo, antes de volver la atención a su juego. Solo acabar el nivel y luego se moverían a la cama, pensó, aunque cuando se quiso dar cuenta ya se habían hecho las tantas. 

 

-J...- le llamó con suavidad, quitándole de las manos la revista que no sabía cuándo había cogido. Sonrió para sí mismo al ver la página por la que la tenía abierta. Al parecer habían hecho una encuesta sobre los hombres japoneses con los labios más sexys y Sho y Jun estaban entre los diez primeros. Desde luego que a J le gustaba saber lo que opinaban de su imagen, pensó, dejándola en un lado del sofá junto a su videoconsola y volviendo la atención a él- deberíamos movernos a la cama- le dijo en un susurro a media voz para no sobresaltarle. La verdad es que si por él fuera podría quedarse allí toda la noche, con Jun recostado sobre él en aquella cercanía tan íntima que no mostraba muy a menudo. Pero ya se imaginaba lo que iba a refunfuñar el señorito a la mañana siguiente, por no hablar de la bronca que se iba a llevar porque se suponía que él tenía que descansar- Jun- le llamó de nuevo, apartándole un poco el pelo de la frente, pero el menor se limitó a darse un cuarto de vuelta, tumbándose bocarriba sin ninguna intención aparente de despertarse. 

Nino suspiró bajito. De verdad que era blandito ante él... si fueran Aiba o Sho les hubiera despertado con un pellizco en el moflete, diciéndoles que él no era una almohada, pero ahí estaba, mirando embobado el rostro de Jun mientras descansaba relajado en su regazo. La verdad es que la revista tenía razón, tenía unos labios muy sexys, pensó, y sin darse cuenta de lo que hacía llevó un dedo hasta ellos, resiguiéndolos con infinito cuidado. Lo cierto es que todo él era muy apuesto... que no había sido eso lo que le había enamorado, pero tampoco se podía negar que era uno de los hombres más atractivos de Japón. ¿Cuántas mujeres querrían tenerle justo como le tenía él, durmiendo relajado en su presencia, tan cerca que le invadía por completo su agradable calidez? Había llevado la palma de la mano a su mejilla en una caricia, y su pulgar volvía a reseguir esos labios tan sensuales y que tanto le gustaría besar...

-Me estás haciendo cosquillas- le sobresaltó la voz de Jun. Nino habría podido morirse de la vergüenza en ese momento, o empezar a pedir disculpas como un idiota, o simplemente pegar un bote hasta el techo porque le hubiera descubierto así, pero J sonaba tranquilo y para nada incómodo con la situación así que simplemente se quedó inmóvil, alargando el momento- ¿Se puede saber qué haces?- preguntó con un atisbo de sonrisa. No era para nada un reproche, sólo simple curiosidad.

 

-Ah, he visto que la revista decía que tienes unos de los labios más sexys de Japón y...- Nino se quedó callado, sonrojándose, sintiéndose idiota y expuesto como un colegial que no era capaz de controlar sus propios sentimientos. 

-¿Y?- le animó a seguir Jun, enarcando una ceja con curiosidad.

 

-Y estaba pensando que...- contuvo la respiración un instante- creo que- tragó con algo de dificultad- tienen razón- dijo al fin. No sabía porque le costaba tanto decirlo, no es que fuera la primera vez que le lanzaba cumplidos gratuitos a Jun. Pero esta vez el momento y el ambiente parecían tan íntimos que se sentía como si estuviera dejando sus sentimientos por completo al desnudo-. Pero eso ya lo sabes, ¿verdad?- preguntó sonriendo de manera amarga. Es decir, estaba hablando de Jun... era imposible que no se hubiera dado cuenta de lo perdidamente enamorado que estaba de él. 

Esta vez fue Jun quien soltó un pesado suspiro para luego incorporarse, sentándose a su lado, mirándole con absoluta seriedad. Nino desvió la mirada, incapaz de sostenérsela en ese tenso momento. 

 

-Lo sé- confirmó Jun, llevando una mano al rostro de Nino para girarlo hacia él y que le dejase de rehuir. Puede que Nino fuera imposible de leer en muchos aspectos, pero en otros era totalmente transparente y no tenía duda de que estaba total y completamente enamorado de él-, pero eso no funcionaría nunca. Lo sabes, ¿no?- le dijo con mucho tacto- porque los dos…- se calló, sintiéndose terriblemente mal por tener que decirle aquello.

 

-Porque los dos somos hombres- acabó Nino por él. Ya lo sabía, que no tenía ninguna oportunidad, Jun no necesitaba sentirse culpable por ello.

 

-Porque los dos somos Arashi- puntualizó Jun. Les conocía todo el país. Estaban siempre en el punto de mira. Eran un ejemplo para miles de personas. La sociedad nunca lo aceptaría. La agencia no lo permitiría jamás. Por no hablar de las miles de fans a las que no podían decepcionar. Quizás si estuvieran en otra situación, si fueran dos personas anónimas sin ninguna responsabilidad ante la sociedad, no tendría miedo de intentarlo, por mucha locura que le pudiera parecer. Pero el peso que llevaban encima era demasiado grande como para traicionar de aquella manera a los cientos de personas que les apoyaban, así que a pesar de saber lo que Nino sentía por él, a pesar de sentirse más cómodo a su lado de lo que se había sentido jamás con nadie, nunca se había planteado el corresponderle. Había cosas mucho más importantes que ellos dos.

 

-Lo siento- murmuró Nino, cerrando los ojos para impedir que se le escaparan las lágrimas. No debería haber dicho nada, no cuando sabía que Jun nunca le querría del mismo modo que le amaba él.

 

-Yo también- le aseguró Jun con total sinceridad, dándole un cálido beso en la frente que le pareció demasiado pobre para todo lo que Nino le daba- Venga, vamos a la cama- instó, forzándose a recuperar el ánimo y a dibujar una de aquellas sonrisas sinceras que siempre compartía con él-. Y Nino… te prohíbo que nada cambie en nuestra relación, ¿entendido?- le advirtió. Puede que nunca pudieran tener una relación de pareja, pero no estaba dispuesto a que ahora se alejase de él.

 

-Un- confirmó Nino, con la voz demasiado rota para lograr articular más. Forzó una sonrisa para dejar de preocuparle y se puso en pie- pero será la última vez que duermas en mi cama si me vuelves a destapar- le bromeó, ahogando todo el dolor que sentía para poder ser el de siempre.

 

-No te lo crees ni tú- le replicó Jun, muy seguro de sí mismo.

 

-Ah- suspiró sonoramente Nino. Pero en fin, los dos sabían que era verdad: no sería capaz de alejarle de él.

 Continuará...