martes, 17 de enero de 2012

En esa etapa

Titulo: En esa etapa
Género: romance, vida cotidiana
Personajes: Arashi
Parejas: Matsumiya
Rating: +13
Notas del Autor: No pensaba que esto fuera a quedar tan largo.

En esa etapa

-Hoy siento podemos ganar- afirmó Sho después de que Aiba diera la entrada al juego de bolos.

La puntuación de ese día en el versus estaba muy equilibrada, esta vez sólo perdían por poco más de veinte puntos de diferencia y quedaban todavía dos pruebas. Es cierto que su actuación en los bolos solía ser totalmente caótica; a veces sumaban casi todos los puntos y otras parecían incapaces de dar una. Pero después tocaba la caída del robot, y esa no se les daba nada mal.

-Aaah, de verdad quiero ganar hoy- suspiró Sho, que como de costumbre hacía el papel de conductor-, llevamos ya tres programas seguidos perdiendo- se lamentó-. ¿Quién se siente con confianza para tirar todos los bolos?- preguntó, volviéndose hacia el resto de sus compañeros.

-Yo lo haré- se ofreció Nino, poniéndose en pie en un movimiento decidido y consiguiendo que el público estallase en aplausos y gritos de emoción.

-Oh, cuanto entusiasmo- le alabó Sho-. ¿Quién será tu compañero?- quiso saber. Esta vez tocaba tirada por parejas.

-J- respondió sin tener que pensárselo.

-¿Eh, yo?- preguntó Jun, señalándose a sí mismo con un dedo. No le quedó más remedio que ponerse de pie incitado por los gritos del público y los gestos animados de Nino- Ganbarimasu- dijo, inclinando ligeramente la cabeza.

Siguió a su compañero escaleras arriba y cogió la bola sin demasiado entusiasmo. Lo suyo con aquel juego era una relación de amor odio. A veces conseguía tiradas muy buenas, pero cada vez estaba más convencido de que eran pura casualidad.

-Ninomiya-kun, ¿Cuántos puntos aspiras a conseguir?- preguntó la voz en off del presentador.

-¡Todos!- fue la contundente respuesta, que consiguió desatar la histeria entre el público.

-¿Todos?- repitió el presentador, y su voz sonó claramente a incredulidad.

-Sí, porque… ya lo he dicho muchas veces, yo soy zurdo- recordó-, así que tiraremos de esta manera- anunció, al tiempo que con su mano derecha tomaba la izquierda de Jun e imitaba el gesto de lanzar la bola-. Somos los más pequeños de Arashi, así que tiene que estar bien- afirmó, como si aquella argumentación tuviera alguna clase de lógica.

Jun puso los ojos en blanco pero no se molestó en razonar. Todos tenían de vez en cuando aquellos arranques de chulería infundada, que la mayoría de las veces terminaban en un fracaso estrepitoso. Aceptó con un asentimiento de cabeza cuando Nino distribuyó las zonas de las que se encargaría cada uno. Le había dejado la responsabilidad de tirar la roja pero ya no había nada que hacer. Todo el mundo estaba demasiado entusiasmado. Así que Jun tomó aire, dio junto a Nino los tres pasitos que le separaban del borde de la rampa y lanzó. Que fuera lo que tenía que ser.

Parpadeó un par de veces cuando su bola dio de lleno en el bolo rojo, con la suficiente fuerza para tirar todos los que estaban a su alrededor. La de Nino también llevaba un trazado perfecto y para cuando acabaron de rebotar y perdieron por completo la inercia sólo quedaba en pie un bolo azul en una de las esquinas y otro blanco perdido por la zona central. No habían sido todos, pero seguramente era la puntuación más alta que habían conseguido en una sola tirada. Y desde luego suficiente para conseguir la admiración del público, que estaba de pie y dejándose la voz en alabanzas que se entremezclaban en un alboroto incomprensible.

Jun dejó que Nino levantara su mano en un gesto de victoria y que le condujera escaleras abajo, donde el resto del equipo les aseguró que había sido una tirada espectacular. Tomó asiento junto a Sho, que cerró una mano como si tuviera un micrófono en ella y se preparó para entrevistarlo.

-Matumoto-kun, creo que de todo Arashi tienes el record de tirar más veces el bolo rojo. ¿Cómo te sientes?- inquirió el rapero del grupo.

-Muy bien- respondió, sin molestarse en esconder la sonrisa llena de orgullo-. Estoy seguro que ha sido gracias al apoyo del público y a la confianza de Nino- añadió condescendiente.

-¿Tienes algún consejo para el equipo rival?- inquirió Sho, plantándole de nuevo el micrófono imaginario ante los labios.

Jun negó con la cabeza.

-La verdad es que no he tirado de ninguna manera especial. Simplemente cuando estaba allí arriba he puesto toda mi atención en la bola roja y he lanzado- explicó, gesticulando e imitando el gesto-. Creo que el truco es…

-Matsujun… Jun-kun- le interrumpió Sho, riendo junto a todos los presentes.

-¿Qué?- inquirió el interpelado, totalmente perdido. En un primer momento no entendió a que venían la interrupción y los comentarios jocosos del grupo, pero entonces Sho le señaló repetidamente su mano izquierda. Siguió sus indicaciones con la mirada para darse cuenta de que todavía tenía entrelazados los dedos de Nino. Al parecer no le había soltado desde que habían bajado de la plataforma y, si se paraba a pensarlo, había estado jugueteando con ellos todo el tiempo- Ah, esto- dijo, y en vez de soltarlo apretó con más fuerza la mano de Nino-. Bueno, tú sabes, es que ya estamos en esa etapa de la relación- murmuró, con una expresión de fingida vergüenza.

A Nino le faltó tiempo para secundar el momento de fanservice. Apoyó la cabeza en el hombro de Jun y le sonrió cual esposa enamorada, esperando hasta que la cámara hizo un primer plano.

-Oh, así que ya estáis en esa etapa- les siguió el juego Sho, que a duras penas conseguía aguantarse la risa-, invitadme a la boda por favor- pidió, antes de dar paso a los miembros del equipo rival que participarían en el juego de bolos.

Mientras los invitados hacían su lanzamiento, Nino se quedó mirando aquellas manos unidas con aspecto pensativo. En algún momento indefinido la distancia entre Jun y él se había ido estrechando hasta llegar a un punto en que esos pequeños gestos no sólo le parecían naturales, si no necesarios. No recordaba cómo ni cuándo había empezado, simplemente un día se había descubierto buscando aquellas inocentes muestras de cariño por parte de Jun y se había dado cuenta de que ya no sabría vivir sin ellas. Seguramente todo había empezado de forma casual. Las bromas típicas de los conciertos, las insinuaciones para contentar al público, un poco de fanservice sin ninguna segunda intención. Y cuando se quiso dar cuenta se había enredado tanto en la tela de araña de Matsumoto Jun que ya no sabía cómo escapar. El punto culminante de toda aquella locura llegó en su último concierto, apenas unas semanas atrás. Había tomado carrerilla, recorriendo medio escenario hasta saltar sobre la espalda de Jun. Pilló al menor tan de sorpresa que había tenido que agitar varias veces los brazos para recuperar el equilibrio y no caerse de bruces al suelo, pero una vez estuvo estable Jun le sujetó las piernas que tenía enroscadas a su cintura y volvió la cabeza para mirarle con una sonrisa burlona.

-¿Qué eres, un mono?- punzó el DoS.

-No- respondió Nino, justo antes de plantarle un beso en los labios y salir corriendo de nuevo para recuperar su lugar asignado en el escenario.

Había pensado que Jun le mataría en ese instante, pero no lo hizo. Quizás porque el público se había vuelto loco con su pequeña travesura y no tuvo más remedio que reírse y asegurar a las chicas que Nino no podía vivir sin él. Quizás porque Nino había sido lo bastante rápido y sensato para alejarse en un primer momento, y luego en frío, cuando se encontraron en el camerino, ya no le daba importancia. Quizás era simplemente porque le conocía y sabía que lo mejor era pasar de él. Fuera como fuera, el caso fue que no le hizo el más mínimo reproche, y Nino se dio cuenta de que si seguía así terminaría por hacer algo que no tuviera vuelta atrás.

El programa acabó y Nino siguió al resto del grupo hasta el camerino casi por inercia. Se cambiaron de ropa entre felicitaciones por haber conseguido finalmente una victoria y otras conversaciones banales. Aiba les recordó que no podría ir a los ensayos de baile de esa tarde porque salía como invitado en un programa y se marchó a toda prisa porque la grabación le pillaba en la otra punta de la ciudad. Jun y Sho también fueron saliendo y cuando se quiso dar cuenta solo quedaban en el vestuario Ohno y él.

-Te invito a comer- propuso Satoshi.

Nino enarcó una ceja con desconfianza. Su líder solía alardear de que nunca pagaba las comidas del grupo así que algo debía tener en mente. Pero Nino nunca decía que no a una invitación, a fin de cuentas era dinero que se podía ahorrar.

-¿Es que quieres llevarme a la cama?- bromeó divertido mientras le seguía al exterior.

Ohno le ignoró y se metió por uno de los callejones en los alrededores del estudio de grabación. Acabaron metidos en un pequeño restaurante de ramen donde Nino fue incapaz de terminar el primer bol de lo enorme que era. Esperó aburrido a que Ohno terminara su segundo tazón. Verle comer tanto le cansaba, así que se dejó caer sobre la mesa y enterró la cabeza entre los brazos. Tendría que haberse llevado su DS, no era nadie sin ella.

-No puedes seguir así- soltó Ohno, consiguiendo que Nino levantara la cabeza para mirarle extrañado-, con Jun- añadió al darse cuenta de que no sabía a qué se refería.

-Aaah- suspiró Nino, escondiéndose nuevamente entre los brazos. Debía tener un aspecto realmente patético para que Ohno fuera quien tomaba la iniciativa de sacar el tema-, lo sé, pero… ¿Qué quieres que haga? No es como si quisiera estar todo el día pensando en él- se quejó con voz enfurruñada.

Ohno le miró largamente, como si estuviera esperando que añadiera algo. Pero el silencio se prolongó tanto que se vio obligado a interrumpirlo.

-Habla con él- propuso al fin.

Nino se rió. Como si fuera tan fácil decirle a un compañero del grupo que se había enamorado de él. No le preocupaba lo Jun pudiera pensar, él era lo suficiente comprensivo para aceptarlo y lo bastante condescendiente para rechazarle con tacto. Pero aunque intentaran fingir que no había pasado nada, las cosas nunca volverían a ser igual. Se acabarían las bromas, los roces inocentes y esa camaradería tan única que había conseguido con él. Mientras no dijera nada podía seguir manteniendo la tonta esperanza de que tal vez Jun pudiera llegar a corresponderle. No era tan valiente como para arriesgarse a perder todo aquello.

Satohi se encogió de hombros y se limitó a llamar a la camarera para pedir el postre. Fueron los últimos en llegar al estudio, pero todavía faltaban más de diez minutos para su hora de ensayo. Sho estaba trasteando su teléfono y Jun leía un libro sentado en el sofá. Nino sonrió al verle. Le encantaba el sofá de aquel camerino. Estaba puesto en el centro en vez de apoyarse en la pared, así que podía dar la vuelta y asaltarle desde atrás.

-¿Qué lees?- inquirió mientras se apoyaba en el respaldo, ambas manos alrededor de Jun.

Este giró la tapa del libro para mostrarle el título. No lo conocía, pero a juzgar por el dibujo de la portada era narrativa fantástica. Nino iba a añadir algo más para seguir con la conversación banal, pero el grito de Ohno hizo que todos se voltearan hacia su líder.

-¡Aaah!- exclamó mientras se llevaba las manos a la cabeza- Sho-kun, no me acordaba que teníamos que practicar ese paso- dijo gesticulando de manera exagerada.

Nino tuvo que reprimir primero el impulso de abrir la boca incrédulo ante la pésima excusa y segundos después las ganas de matarle por meterse donde no debía.

-¿Qué paso?- inquirió Sho, que miraba a su líder como si se hubiera vuelto loco.

-Ese paso- insistió-, el que no te sale- masculló, y antes de darle tiempo a preguntar más le cogió de la muñeca y se lo llevó a rastras de allí.

En cuanto se cerró la puerta Nino se cubrió el rostro con la mano mientras agradecía estar detrás de Jun y que no pudiera ver su cara de vergüenza.

-¿Habéis estado bebiendo?- preguntó Jun, que no era capaz de encontrar explicación a ese tipo de comportamiento en el líder.

Nino negó con la cabeza y dejó que se volviera a concentrar en la lectura mientras él tomaba aire en profundidad en un intento de armarse de valor. Ya que Ohno había tomado extrañamente la iniciativa que él no era capaz de encontrar, al menos debería intentarlo. Dio la vuelta al sofá y se sentó junto a Jun, contemplándolo en silencio.

-Oye J… ¿en qué etapa estamos?- preguntó, subiendo los pies descalzos al sofá. Supo que aquel había sido el intento de confesión más torpe de la historia cuando Matsumoto le miró con una ceja enarcada, obviamente sin comprender. No le quedó más remedió que continuar, aunque parecía incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Con lo afilada que resultaba su lengua cuando se trataba de pinchar a alguien, parecía mentira que pudiera trabarse de esa manera- Quiero decir, aunque sueles rehuir del contacto físico no te quejas cuando te tomo la mano.

Jun debió captar la importancia del momento porque cerró el libro y lo dejó a un lado antes de contestar. Siempre había sido bastante bueno leyendo la atmósfera.

-Eso es porque no me molesta- fue la sencilla explicación.

Nino desvió la mirada, intentando reprimir el impulso de soltar un reproche infantil. Por eso había acabado así, porque Jun era incapaz de ver donde quería ir a parar y no ponía freno a sus estúpidos intentos de aproximación. Si desde un principio hubiera mantenido la misma distancia que mantenía con todos seguramente no habría terminado perdidamente enamorado de él y ahora no estaría en aquella estúpida situación.

-Tampoco te quejaste cuando te besé en el escenario- refunfuñó al fin en tono de acusación.

Escuchó el sonido de la tela y supuso que su compañero se había acomodado en el sofá. Seguramente había puesto los ojos en blanco y había optado por pasar de él. Quizás fuera lo mejor para ambos, que su pregunta pasara por una de esas chiquilladas que Jun había aprendido tan bien a ignorar.

-Es que tampoco me molestó- dijo al cabo de varios segundos.

Nino podría apostar que habían sido por lo menos cuatro los segundos que su corazón había tardado en volver a latir después de aquellas palabras. Se volteó centímetro a centímetro, como si temiera que al encararle de nuevo las palabras que acababa de escuchar se desvanecieran en la nada. Pero Jun simplemente sostuvo su mirada sin un parpadeo. No podría decir cuánto tiempo había pasado perdido en la intensidad de aquellos ojos negros, sin escuchar nada más que el retumbar de su propio corazón. Se resistía a hacerse ilusiones pero Jun se limitaba a esperar imperturbable, como el maldito sádico que era. Resultaba obvio que si quería llegar hasta el final tendría que dar él el primer paso. Tomó aire en profundidad y gateó sobre el sofá hasta llegar junto a Matsumoto.

-Entonces…- pasó una de sus rodillas sobre el regazo de Jun, sentándose a horcajadas sobre él. Antes de seguir se tomó un par de segundos para asegurarse que no había cambios en el rostro del menor, pero seguía con la misma expresión relajada de antes- si hago esto…- pasó los brazos tras el cuello de Jun. No hubo ningún intento de rehuir, ni un ceño levemente fruncido, ni una mirada de muda advertencia. Con el corazón latiéndole prácticamente en la garganta, Nino fue reduciendo la distancia entre ambos, hasta que sus labios estaban tan cerca de los de Jun que casi podía sentir su suavidad- ¿tampoco te molesta?- preguntó en un susurro.

Jun esbozó una sonrisa burlona antes de responder. Nino estaba demasiado cerca como para verlo, pero notó perfectamente el leve roce que produjeron sus labios al curvarse.

-No suele molestarme que me bese la persona que me gusta- replicó, evidentemente divertido con la situación-, así que si quieres besarme hazlo, baaaka- añadió, alargando la primera sílaba.

La mente de Nino se paró en ese instante. Salvó la poca distancia que quedaba entre ambos, un choque torpe y acelerado contra los labios de Jun como si temiera que fuera a escapar. Solamente cuando sintió las manos de su compañero enredarse tras su cintura y su boca moviéndose contra la suya se convenció de que aquello era real. Cerró los ojos, concentrándose en el resto de sensaciones. Podía sentir el calor que emanaba del cuerpo de Jun, la mezcla de suavidad y firmeza con que sus manos le atraían contra él. Sentía como su respiración se iba acelerando conforme el beso se volvía más íntimo, más húmedo, más desesperado. Podía notar su impaciencia cuando sus manos se colaron bajo su camiseta y le acariciaron la espalda. El tacto de sus dedos sobre la piel le provocó un escalofrío que le subió por la espina dorsal y escapó por sus labios en forma de gemido ahogado que murió en la boca de Jun.

Parecía que los dos habían perdido la noción del tiempo y de donde estaban, pero el sonido de la puerta abriéndose les devolvió por completo a la realidad.

-Chicos el coreógrafo dice que ya…- la frase de Sho se interrumpió tan pronto como sus ojos procesaron la escena que tenía frente a él. Nino estaba sentado en el regazo de Matsujun, en una pose demasiado íntima como para ser casualidad. Jun parecía no saber donde esconderse mientras que la cara de Nino era todo un cuadro de culpabilidad- No he visto nada- musitó, todavía con los ojos abiertos como platos-, ¡no he visto nada de nada!- repitió a pleno pulmón, al tiempo que cerraba de un sonoro portazo- No tardéis que os están esperando- instó desde el otro lado.

Nino estalló en carcajadas de puro nerviosismo. Se cubrió el rostro con las manos y se escondió contra el hombro de Jun.

-¿Crees que se lo habrá tomado muy mal?- preguntó, todavía sin atreverse a levantar la mirada.

Jun carraspeó en un intento de hacer desaparecer cualquier rastro de vergüenza y volver a su habitual estado de impasible superioridad.

-No tranquilo, Sho ya lo sabía- le quitó importancia.

-Menos mal- murmuró Nino- ¿¡Eeeh?!- inquirió con voz agudizada y dirigiendo al menor una mirada de incredulidad.

Jun asintió con la cabeza.

-Después del último concierto tuvo una charla muy seria conmigo. Me dijo que dejase de darte esperanzas si no pensaba ir en serio- explicó, como si no fuera la gran cosa.

Nino gimió lastimeramente. Le alegraba que Sho se preocupara por él, pero era patético saber que sus sentimientos resultaban tan evidentes cuando había puesto tanto empeño en que pasaran desapercibidos.

-¿Tanto se me notaba?- inquirió con un puchero.

-Ahá- confirmó Jun-, hace meses que me di cuenta- añadió. Ignoró la mirada enfurruñada que le dirigía Nino y le hizo a un lado para ponerse en pie-. Si no vamos tirando tendremos que salir tarde de trabajar- instó.

Nino colocó las manos tras la espalda y empezó a seguirle. Sus labios dibujaron una sonrisa traviesa al tiempo que una idea empezaba a tomar forma en su mente.

-Nee J, ¿debería empezar a llamarte Junnosuke?- preguntó, intentando fingir una expresión inocente.

Matsumoto se detuvo de golpe para dirigirle una mirada fulminante.

-Llámame así y te mato- amenazó antes de reanudar la marcha.

Nino fue incapaz de reprimir la sonrisa de retorcida satisfacción. Hasta ahora Jun se había estado divirtiendo a su costa, así que ahora le tocaba a él, ¿no?

-Como tú digas, Junnosuke-saaan- canturreó antes de echar a correr por el pasillo.

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Notas finales: Espero haber sabido captar un poquito la esencia de los chicos ^^
Supongo que todo el mundo sabe a qué viene lo de Junnosuke, pero lo explico por si acaso. En una entrevista que le hicieron en sus primeros años en la Johnny’s, Jun dijo que le gustaría que su novia le llamara Junnosuke. Cuando años más tarde Sho se lo recordó en un programa, Jun se moría de vergüenza y aseguraba que no recordaba haber dicho algo así.

5 comentarios:

  1. wuaaaaaaaaaaaaaaaaa, me encanto!!!!!! amo el matsumiya!!!!! vivaaaaa!!!

    me encanto leer tu fic, estaba re lindo y divertido y meloso ahhhhh babas!!!!

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  2. Ooh, me alegra saber que no soy la única fan de esta parejita por ahí perdida XDDD

    Muchas gracias por leer y comentar :p

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  3. ME ENCANTO!!!! FUE TAN BELLO KYAAAAH!!! sdjfhsdajfhs ♥///♥
    me mato lo de Junnosuke XDD ya que yo = se lo digo jajaja
    matsumiya forever♥

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    1. Aquí me salió la vena romántica, me parece. Es que la tengo a la que salta, como me despiste se me cuela en seguida en un fic, jeje.
      Jajaja, pues vigila que no te escuche que dice que no le hace ninguna gracia.

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  4. Waaa estuvo tan padre!! Amo el Matsumiya <3
    Sigue haciendo mas fics :D

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